A falta de pan, buenas son tortas. Ése es el refrán que parece aplicarse la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, que prepara una ofensiva en toda regla para desgastar a todos sus oponentes. Y eso sin poder presentar una gestión de gobierno mínimamente aceptable. “Venderá que no se la ha dejado hacer acción de gobierno. Lo tiene todo pensado y su equipo ya se ha puesto en marcha para la ofensiva”, explican a Metrópoli Abierta fuentes del Ayuntamiento.

Los temas estrella de la alcaldesa se convirtieron en auténticos fiascos, en parte porque el equipo de gobierno jamás supo consensuarlos con otras fuerzas políticas. En ocasiones, tampoco Barcelona en Comú (BeC) quiso llevarlos a una mesa de negociación por temor a que le robasen el protagonismo. La consecuencia de todo ello es que el equipo de gobierno no puede presentar ningún éxito en el tema de paralización de desahucios (el Ayuntamiento no tiene competencias en el tema, a pesar de lo que había prometido Colau en campaña electoral). Ni en el tema del tranvía. Ni en el tema del agua. Y, por último, ni en el tema de la multiconsulta, rechazada por todos los partidos.

“Lo que se denunciará públicamente es que no se la dejado hacer nada –admiten fuentes municipales consultadas por este diario-. El movimiento de Colau ya ha comenzado y la meta es desgastar a los demás. Hay algunos partidos que sueñan con asaltar literalmente el Ayuntamiento el año que viene, pero ya veremos qué pasará”.

Desde las filas de los comunes destacan que, a pesar de la falta de resultados y de los enfrentamientos con “algunos gremios y lobbies”, la imagen de la alcaldesa no ha sufrido mucho. Se refieren las fuentes a los enfrentamientos con gremios como los de restauración, hostelería o comerciantes, así como con asociaciones vecinales por el tema de los narcopisos, la seguridad o el top manta.

ADMINISTRACIÓN LIMPIA VERSUS LOBBIES OSCUROS

Así, la estrategia es plantear muchos de estos conflictos como la lucha entre una Administración limpia contra lobbies con intereses oscuros. “Aquí no ha habido grandes casos de conflictos internos dentro del consistorio, como en Madrid. Pero sí ha habido bloqueo político. Y eso es lo que la gente ha de ver. En los próximos meses se construirá un relato pormenorizado de los temas haciendo hincapié en el papel negativo de la oposición a la hora de intentar solucionar los problemas de la ciudad”, admiten las fuentes consultadas.

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Desde los comunes se relativiza la situación de “aparente falta de acción de gobierno”, argumentando que se han hecho muchas cosas y se han cambiado valores y formas de hacer. Se critica con dureza, sin embargo, el posicionamiento de determinados sectores de la ciudad para que las iniciativas desarrolladas por el nuevo equipo de gobierno no saliesen adelante. “Se encontraron con que los nuevos responsables políticos, aunque no tenían la experiencia de los anteriores en gobernar, sí se preocupaban por lo que pasaba y no sólo querían conocer el estado de la situación, sino que tenían ideas propias sobre determinadas materias. Y como esos gremios y lobbies vieron que no podían presionar al Ayuntamiento como lo hacían con los anteriores gestores, nos declararon la guerra, muchas veces con connivencia de algunos partidos de la oposición”, argumentan desde BeC.

Desde la oposición, sin embargo, se acusa a la alcaldesa de gobernar a golpe de foto y de cara a la galería. “Muchos aspavientos, pero poca acción de gobierno. Barcelona es hoy una ciudad de capa caída, con sectores sociales muy descontentos, sin un rumbo claro y con mucho menos prestigio que hace tres años. El enfrentamiento absurdo del Ayuntamiento con colectivos como asociaciones vecinales, gremio de hostelería, sector turístico, Guardia Urbana o con los propios trabajadores del Ayuntamiento pasará factura a la alcaldesa, indudablemente”.

DOS CARTAS EN LA MANGA

Paralelamente a ese ataque frontal, la alcaldesa tiene diseñada una acción de gobierno que le reporte imagen pública. De momento, los dos frentes abiertos que más beneficios le pueden suponer son los que hacen referencia al derecho a la vivienda a la política de los alquileres (con la intromisión del consistorio en los mismos) y el de la remunicipalización del agua, un tema que se puede convertir en un bumerán a medio plazo.

De hecho, fuentes de la oposición municipal reconocen que “el tema del agua es una pantalla, una operación de imagen llevada al máximo para frenar el ascenso de las fuerzas que le pueden robar votos, como ERC y la CUP”. En la discusión pública propiciada desde estamentos municipales no sólo hay un interés público, sino inconfesables intereses partidistas de la propia Colau y de su equipo, dispuestos a atrincherarse detrás del conflicto para obtener réditos políticos, según sus rivales.

 

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