Definitivamente, la posibilidad de que el exprimer ministro de Francia de origen barcelonés, Manuel Valls, se presente como candidato de Ciutadans (Cs) a la alcaldía de Barcelona tiene a sus posibles rivales en la carrera electoral de los nervios. El penúltimo en perder los papeles ha sido el presidente del grupo municipal de ERC, Alfred Bosch, quien ha dirigido una carta personal a Valls (que han colgado en el blog del partido) en la que le llama “político marciano” y en la que asegura que, de presentarse, la candidatura del exprimer ministro con Ciutadans sería “una falta de respeto” a los barceloneses.
Solo viendo las reacciones que provoca la mera invocación de su nombre, queda patente que Manuel Valls va a aceptar ser el alcaldable de Cs por Barcelona en las próximas municipales. No le va a quedar más remedio. Después de recibir, como está recibiendo, tantas descalificaciones (y tan barriobajeras) por parte de sus futuribles rivales políticos en las urnas, tendría como mínimo que poder defenderse.
Resultada divertido (o chocante) ver como un exdiputado en el Parlament de Catalunya (léase Bosch), que renunció a su escaño para encabezar la (modesta) cuarta lista más votada en las municipales barcelonesas del 2015, considere que presentarse a la alcaldía de Barcelona renunciando a un sillón en la Asamblea de Francia, como debería hacer Valls, suponga “un fracaso político”. “El enésimo fracaso político” subraya el concejal republicano por si no había quedado claro. Al final (viendo que en esto del fracaso coinciden Bosch y Colau), va a resultar que presidir el gobierno francés es uno de las peores formas de fracasar que alguien pueda cosechar en su vida.
LA CANDIDATURA DE VALLS ES UN CHISTE POCO INTELIGENTE
Pero el concejal de ERC no se contenta solo con llamarle fracasaso . Después de aleccionar a Valls con un cursillo acelerado de buen edil que roza el supremacismo, da una vuelta más de tuerca y condena al diputado de la Asamblea de Francia directamente a la oposición. Debe ser porque él ya sabe quien va a ser el próximo alcalde de Barcelona -tal vez el propio Bosch- porque lo tiene atado y bien atado (como el resultado del 1-O). Para rematar eso de mirar a Valls por encima del hombro, Alfred Bosch le pregunta con paternalismo: “¿Quieres decir que te conviene?”, no sin antes advertirle de que su posible (solo posible) candidatura es “un chiste” o “algo poco inteligente”.
En el plano más político da por hecho que Manuel Valls está “poco interesado en la gestión diaria y en las interioridades de la ciudad” (cuando ha sido alcalde de la ciudad francesa de Evry) y presupone que el exprimer ministro quiere utilizar Barcelona como “una pieza en el tablero de ajedrez del futuro nacional”. Como si a los republicanos de Bosch no se les llene continuamente la boca insistiendo en la necesidad recuperar la capital de Catalunya para la causa secesionista como paso indispensable para la consecución de la República catalana.
Bosch también reprocha a Manuel Valls que pretende presentarse a las municipales con la intención de ser el alcalde de unos pocos. “Tú solo vienes a la capital de Cataluña a representar a unos cuantos ciudadanos”, le ha reprochado en su encíclica. Todo lo contrario que Alfred Bosch, que se autodefine en la misma carta como un candidato “de todos”, es decir, “de los independentistas y de los barceloneses que todavía no creen la República”. Quedan por tanto excluidos de ese “todos” los ciudadanos nunca verán la República como la mejor salida y que, con los resultados de las autonómicas del 21-D en la mano, son la mayoría. Tanto en Barcelona como en Catalunya. Cuántos nervios. Y eso que Valls todavía no ha dicho que sí.