Guerra total de los trabajadores municipales contra el Ayuntamiento. La concentración de este viernes en la plaza de Sant Jaume para reivindicar la negociación del convenio colectivo es el principio de una serie de movilizaciones que pueden poner en aprietos al equipo de gobierno y, en especial, a la alcaldesa, Ada Colau. “Nos hemos planteado buscar la agenda de la alcaldesa para ir a todos sus actos y reivindicar un convenio digno. No es ningún acoso, sino una presión para que, de una vez por todas, se digne, siquiera, a negociar lo que por ley nos corresponde”, explican fuentes sindicales municipales a Metrópoli Abierta. ¿Será una serie de escarches? Que cada cual le llame como quiera.

Se trata, en resumidas cuentas, de hacer lo que hacía la propia Colau en sus años de activista: ir a buscar el cuerpo a cuerpo con el político. Donde las dan las toman. “No firmamos un convenio colectivo desde el 2008. Teníamos que firmarlo en el 2012, pero fue prorrogado debido a las circunstancias especiales de la economía, ya que en ese año comenzaron los recortes fuertes. Al final, hemos denunciado el convenio en el 2015, pero el Ayuntamiento actual no se ha dignado ni siquiera en intentar arreglar algo y negociar”, asegura un alto dirigente sindical a este diario.

A la alcaldesa, pues, le darán su propia medicina. “O firmamos antes de agosto o no habrá manera de desencallar todo esto, porque ya entraremos en época preelectoral”, se queja este dirigente. Y otro alto cargo sindical remacha que “después del verano comenzará un periodo delicado, porque el 2019 habrá elecciones municipales, pero nosotros también tenemos nuestras elecciones, por lo que será difícil llegar a algún acuerdo en materia de convenio”. El tema es delicado, porque nadie sabe con certeza quién gobernará la próxima legislatura y eso dificulta más, si cabe, el pacto.

PÉRDIDA DE PODER ADQUISITIVO

La situación es delicada. Los casi 14.000 trabajadores municipales de Barcelona perdieron el 14,79% de su poder adquisitivo desde hace dos legislaturas. “Hemos tenido 8 años de recortes. Hemos estado negociando temas puntuales de internacionalizaciones, como el personal de guarderías, y llegando a acuerdos puntuales, para solucionar situaciones precarias. Cuando el nuevo equipo de gobierno llegó en el 2015, sin experiencia, quienes hicieron sacrificios fuimos nosotros, los trabajadores. No sabían de política ni de administración y nosotros tiramos las cosas adelante. No dejamos que la Administración se colapsase. Pero, después de tres años, el equipo de la alcaldesa no quiere saber nada y se niega a negociar. Creemos que hemos hecho un ejercicio de generosidad sin precedentes y que nos merecemos un convenio digno”, se quejan desde el comité de empresa.

El consistorio sólo está dispuesto a negociar la revisión de algunos horarios para cumplir con la conciliación familiar y a subir los salarios el 0,58% por año a partir del 2018. De lo que haya pasado antes, no quiere saber nada. Los sindicatos, acogiéndose a los pactos a que llegaron los sindicatos mayoritarios con el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, piden lo que piden en otros sitios: una subida del 5,75% fijo más el 0,30% anual hasta el 2020, con lo que se recuperaría el 6,65% del poder adquisitivo perdido. Además, los pactos abarcan una negociación para intentar llegar a las 35 horas semanales y a recuperar algunos días festivos que habían sido anulados, como los canosos, días de fiesta por antigüedad. “En el 2015, Rajoy ya retornó por ley en Madrid los días de fiesta. Nosotros debemos ser la única administración que no los tenemos todavía”, aseguran fuentes sindicales.

UNIDOS POR PRIMERA VEZ EN 30 AÑOS

La cosa no será sencilla. Los sindicatos, conscientes de que después del verano no podrá haber negociaciones porque los intereses de todos estarán puestos en las elecciones municipales del 2019, quieren zanjar el tema antes de las vacaciones. “Por primera vez en 30 años, los principales sindicatos nos hemos puesto de acuerdo y coincidimos 100 por 100 en nuestras reivindicaciones. Lo malo es que el Ayuntamiento no quiere ser interlocutor y no quiere reconocer la representación de más del 95% de los trabajadores”. Esos tres principales sindicatos con CCOO, UGT y Sapol, que representan a más del 95% de los trabajadores del consistorio. En esa masa están incluidos desde los funcionarios hasta los interinos, pasando por los guardias urbanos o los bomberos.

Ada Colau, entre Gerardo Pisarello y Laia Ortiz, celebra su victoria electoral de 2015



Desde las organizaciones sindicales, se pone la diana en la alcaldesa, Ada Colau, y en el primer teniente de alcalde del consistorio, Gerardo Pisarello. En una de las pocas reuniones que algunos representantes tuvieron con este último (Ada Colau se negó a reunirse con los representantes de los trabajadores, como sí habían hecho sus antecesores), el teniente de alcalde les espetó que consideraba que “los sindicatos sois la casta”. A partir de ahí, las relaciones fueron nulas y la sensibilidad sindical del consistorio barcelonés está, en estos momentos, bajo cero.

ARROGANCIA SIN LÍMITES

“La representación sindical de los trabajadores se la pasan por el forro. Además, siempre envían a representantes de tercer o cuarto nivel y pecan de arrogancia en las reuniones”, explican los dirigentes sindicales. El desprecio hacia los representantes de los funcionarios fue tal que el propio equipo de gobierno de Barcelona en Comú (BeC) convocaba asambleas de trabajadores para tomar las decisiones políticas que les interesaba a los cargos políticos. Hasta que alguien les avisó que eso no era correcto: los trabajadores, como en cualquier otra administración, tienen a sus representantes y que, en última instancia, el equipo de gobierno del Ayuntamiento es la patronal, por lo que no puede convocar asambleas para que aprueben lo que ellos quieran.

En estos momentos, la situación es de máxima tensión. Ante el autismo sindical del consistorio, los tres sindicatos mayoritarios tienen decidido que perseguirán a Colau allá donde vaya para recordarle que el personal a su cargo lleva tres años con el convenio denunciado y que nadie se sienta a negociar. Y no sólo se guiarán por la agenda pública de la alcaldesa: los días en que haya pleno, los trabajadores se concentrarán en la plaza de Sant Jaume para hacerse oír. “Parece mentira que quien haga esto sea un Ayuntamiento que se dice de izquierdas. Sin nosotros, no hubieran podido gobernar. ¡Ya está bien!”, exclama un miembro de uno de los sindicatos mayoritarios. Y otro lanza un aviso en toda regla: “Dependerá de ellos lo que hagamos. Es evidente que cada vez seremos más agresivos- No podemos estar in eternum sin convenio”.

Ada Colau tiene, pues, un grave problema. Su insensibilidad para con los trabajadores puede acarrearle graves problemas de cara a las elecciones del próximo año. “No tendremos piedad. Hay falta de diálogo. Lo que parece es que no quieren llegar a ningún tipo de acuerdo. Pero que no olvide que el año que viene hay elecciones y nosotros defendemos lo que es nuestro y lo que es justo”, resume un alto dirigente sindical la postura de los trabajadores.

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