Las desgracias nunca vienen solas. La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, ha perdido, en las últimas horas, dos de las batallas más cruciales y mediáticas de los últimos meses: por un lado, el Ayuntamiento ha tenido que recular en la negociación del convenio colectivo ante la plataforma formada por los tres sindicatos mayoritarios (CCOO, UGT y Sapol) y luego ha tenido que rectificar y permitir la instalación de una pantalla gigante, en un recinto privado, para ver el próximo partido que enfrenta a España con Rusia en el Mundial que se está disputando en este último país.
En ambos casos, el Ayuntamiento ha intentado echar un pulso a sus adversarios, pero en ambos salió escaldado. Respecto al convenio, los representantes del consistorio se mantuvieron en sus posiciones durante los últimos meses, sin ceder ni un ápice ante las reivindicaciones de los trabajadores. “A la tercera va la vencida. No hemos conseguido todo lo que queríamos, pero hemos recuperado algunas cosas que habíamos perdido, al tiempo que hemos incorporado otras innovaciones”, reconoce a Metrópoli Abierta Rosa Tomàs, líder de CCOO en el Ayuntamiento.
La dura negociación con los sindicatos (cuyas principales reivindicaciones era recuperar condiciones salariales y horarias que les fueron anuladas durante los últimos años) fue un pulso que la alcaldesa ordenó mantener, aunque jamás accedió a entrevistarse con los líderes sindicales de su consistorio, que representan a 13.000 trabajadores. Al final, el Ayuntamiento ha cedido ante el temor de una campaña de escraches a Colau y a su equipo de gobierno por parte de los empleados de la Administración. Esa campaña, a pocos meses de unas elecciones, podrían suponer el hundimiento de Barcelona en Comú (BeC).
LA MENTIRA DEL CONSISTORIO
En cuanto a la pantalla gigante para ver el partido de octavos de final, el fracaso del consistorio ha sido aún más estrepitoso. De hecho, el Ayuntamiento ha mentido finalmente al tratar de explicar su vuelta atrás. Según ha afirmado un portavoz municipal a la agencia EFE, los responsables de la Administración habían llegado a un acuerdo con la plataforma Barcelona con la Selección para tomar una decisión final a mediodía de este jueves. A esas horas, en cambio, la entidad ya había hecho pública la negativa de Colau a dar el permiso.
Alguien, pues, estaba mintiendo. Pero en realidad, quien tenía razón era la entidad: el gerente del distrito de Gràcia, Pere Camps, había enviado un correo electrónico a Barcelona con la Selección negando el permiso a mediodía del miércoles. El correo señalaba que “una vez consultados con el IBE (les pongo copia) los acuerdos en relación a los partidos para los que hay acuerdo de colocar la pantalla en el campo del Àliga, nos comunican que éstos se limitan a: la final, semifinales, cuartos de final y primer partido de la selección (ya realizado). En este sentido, resulta que el partido de octavos de final no está incluido y, por lo tanto, deberíamos trabajar en el escenario de cuartos, esperando que la selección consiga este objetivo. Por este motivo, deberemos desestimar la petición de licencia para el partido de octavos del próximo 4 de julio”.
EXPLICACIONES PEREGRINAS
Más claro, el agua. “Los pactos a que se refiere fueron verbales y eran que el Ayuntamiento nos permitiría disfrutar del cuatro partido siempre y cuando el recinto que ocupáramos fuese público. Se comprometió a facilitárnoslo, pero como pasaban los días y no decía nada, nos tuvimos que buscar nosotros un recinto, con el que el Ayuntamiento no soportaba ningún gasto. De ese modo, al no ser un recinto público, los pactos quedaban anulados”, explica a Metrópoli Abierta Manel Hernández, portavoz de Barcelona con la Selección.
En el Ayuntamiento se achacó luego la denegación a un problema de coordinación, ya que la petición de permiso para el próximo partido fue realizada directamente al distrito, sin tener conocimiento de Marta Carranza, la comisionada de Deportes que negoció con la entidad los partidos que podrían ver. De ese modo, el gerente denegó el permiso atendiendo a los pactos alcanzados. Aún así, queda la pregunta del millón: ¿Cómo pudo el gerente de Gràcia conocer con detalle los pactos si no había copia escrita de los mismos?. Evidentemente, le tuvo que notificar todos los detalles el área de Deportes y, por tanto, en ella estaban al corriente de la solicitud de permiso.
El hecho es que, ante la evidencia del boicot, después de que Barcelona con la Selección hiciese pública la decisión del Ayuntamiento, se ha revocado la denegación del permiso y se ha accedido a que haya de nuevo una pantalla gigante en el campo del Àliga. Eso sí, con algunas condiciones: el aforo será limitado a 2.300 personas (para el primer partido se concedió un permiso para 1.500 personas y acudieron 4.000, que en su gran mayoría tuvieron que quedarse fuera del recinto), deberá haber limitadores de sonido, instalación de lavabos, presencia de servicios sanitarios y un plan de evacuación.