El primer teniente de alcalde de Barcelona, Gerardo Pisarello, ofreció a PSC, ERC y PDeCAT un pacto para aprobarse mutuamente los presupuestos. Este jueves fue un día de intensas reuniones: el teniente de alcalde se afanó en negociar con sus rivales una salida airosa para la alcaldesa, Ada Colau, que ya va con las cuentas prorrogadas y no podido pactar ninguna acción de gobierno en los últimos tiempos. Pero la oposición no se fía: ve una maniobra política ante la iniciativa de Pisarello y Colau y advierten de que “nos ha intentado colar las cuentas del Gran Capitán: da por hecho que le darán determinados fondos que no se sabe si llegarán. Sobre el papel, todo muy correcto. Pero a la hora de la verdad, el equipo de gobierno cuenta con partidas de otras administraciones que no están aprobadas. Todo está en el aire”, explica a Metrópoli Abierta una persona presente en una de las reuniones.
Pisarello programó una jornada de intensa actividad y puso sobre la mesa un canje: el PSC, ERC y PDeCAT debían votar a favor de los presupuestos que presentará la alcaldesa, Ada Colau, mientras se comprometía a que los comunes votarían a favor de los presupuestos generales del Estado y de los presupuestos de la Generalitat.
“Los presupuestos no se pueden negociar así. Lo que proponía Pisarello era un cambio de cromos: aprobar las cuentas de las tres instituciones, como si eso se pudiese solventar con una reunión una tarde casi a finales de año”, explican fuentes conocedoras de las negociaciones a Metrópoli Abierta.
140 MILLONES DE REGALO
El Ayuntamiento barcelonés negocia a muchas bandas sus números: quiere tener un 2,8% más de ingresos (76 millones de euros en números corrientes) pero supedita esta posibilidad a la aprobación de los presupuestos español y catalán. Sus deseos son recibir 140 millones más de las otras dos administraciones durante el ejercicio próximo. De ellos, 100 millones deberían llegar de los presupuestos generales del Estado, según Pisarello, que se corresponderían a 60 por el aumento de transferencias y a 40 por la compensación del impuesto de plusvalías.
“Las cosas no se pueden negociar así. Primero, porque no es serio que en el mes de octubre el Ayuntamiento de Barcelona no tenga ya preparados los números. Estamos casi a finales de año y no podemos permitir ese retraso. Y segundo, porque no se pueden hacer unos presupuestos pensando en los números de los presupuestos generales del Estado. Lo que tendrían que haber hecho los responsables municipales es confeccionar sus presupuestos contando con sus ingresos y sus gastos. Eso sería lo serio”, afirman fuentes socialistas a este diario.
Fuentes de ERC explican también que “los números que nos han presentado incluyen supuestas aportaciones de los presupuestos generales del Estado. Pero a estas alturas, sin haberlos aprobado, no se puede saber si llegarán o no. Lo que vemos es una maniobra política de Ada Colau”. Su portavoz, Jordi Coronas, declaró públicamente su sorpresa por el hecho de que Colau “fíe la aprobación de sus presupuestos a que se aprueben los del Estado español en el Congreso y a los de la Generalitat en el Parlament”. Para el dirigente republicano, “es normal buscar el acuerdo político, pero habría que buscarlo sobre unas cifras realistas”. La conclusión fue que tanto los republicanos como los socialistas como los posconvergentes dieron con la puerta en las narices a Pisarello.
Alberto Fernández Díaz, líder del PP municipal, explica que lo que intenta Colau es “utilizar a Barcelona como moneda de cambio para negociar los presupuestos generales del Estado”. Y metía el dedo en el ojo de la alcaldesa: “El presupuesto representa más las cuentas sectarias y excluyentes de Colau que las cuentas de Barcelona”. Según Fernández Díaz, los números municipales para el año que viene “congelan inversiones, mantienen la fiscalidad al máximo, disminuye el capítulo 2 (51,2, con una disminución del 7,6%), donde se encuentran los servicios municipales, y aumenta el capítulo 4 (73,6, un 6,7% más), en el que se incluyen las subvenciones y los contratos a entidades afines”. Para el líder del PP, la ciudad “necesita más un presupuesto que active la economía y genere trabajo, fortalezca las políticas sociales, mejore la seguridad y dedique más inversión a barrios y vivienda”.
LA DESESPERADA JUGADA A TRES DE COLAU
Pisarello, por su parte, desgranó luego ante la prensa los números del cuento de la lechera: si se aprueban los presupuestos generales del Estado, Catalunya recibirá 2.200 millones de euros extra, con lo que Barcelona se podría beneficiar de esa partida. Llegó a dejar caer que ese dinero serviría para pagar guarderías (en estos momentos, la deuda de la Generalitat con el Ayuntamiento de Barcelona por los atrasos en materia de guarderías es de unos 45 millones de euros). Lástima que todo parta de la base condicional de “si se aprueban” los presupuestos generales del Estado.
De ahí el interés de Colau en convencer a los independentistas de que voten a favor de los números de Pedro Sánchez. “En realidad, lo que teme Colau es quedarse descolgada de los acuerdos firmados en Madrid por Pablo Iglesias y Pedro Sánchez –afirma una fuente de ERC-. Cuando ve que no se cuenta con ella, propone la jugada a tres y presenta unas cuentas que incluye partidas del Estado o de la Generalitat que no tiene ni pies ni cabeza, porque no sabemos si los presupuestos estatales se aprobarán así”.