Ada Colau y su ideólogo, Eloi Badia, ya están en campaña. A tres meses para la celebración de las elecciones municipales, los comuns se mueven por motivos partidistas. Priorizan las cuestiones dogmáticas a los problemas de los barceloneses, preocupados por la inseguridad y el elevado precio de la vivienda, materias que castigan la gestión del actual gobierno municipal. En un escenario nada favorable para sus intereses, Colau hace caso omiso a las encuestas y busca el cuerpo a cuerpo con el PSC, la formación con la que competirá, el 26 de mayo, por el voto progresista.

La alcaldesa de Barcelona erró el tiro con su proyecto exprés de funeraria pública. Su acoso al PSC tuvo un efecto bumerán para los comuns, que ni tan siquiera lograron la complicidad de ERC.

Colau, sin embargo, repitió hasta la saciedad que los socialistas habían traicionado a sus electores. Lo hizo con medias verdades o falsedades. Y silenciando la responsabilidad de Cementiris de Barcelona, empresa municipal, en el hundimiento de 144 nichos el 15 de septiembre de 2017. La primera edil también se recreó en recordar la abstención de ERC, el otro partido con el que pugnará por un buen número de votos.

EL DERRUMBE DE MONTJUÏC

Sònia Recasens, regidora del PDeCAT, fue muy elocuente cuando recordó el vídeo de Colau en el que presionaba a la oposición para que aprobara su funeraria pública. Entonces, Recasens lamentó que la primera edil “ni grabara ningún vídeo ni publicara un simple tuit con el derrumbe de Montjuïc”. La llamada alcaldesa del pueblo ni tan siquiera se ha disculpado ante los afectados y, mucho menos, ha asumido responsabilidades por el incidente ni por la falta de mantenimiento de los camposantos barceloneses.

En su campaña de difamación, Colau y Badia han ocultado que el 80% de los barceloneses está satisfecho con los servicios funerarios de la ciudad. También han silenciado que el Ayuntamiento, desde 2015, ha dado el visto bueno a las tarifas de SFB, empresa mixta en la que el consistorio tiene el 15% de las acciones.

EL SERVICIO DEL AGUA

Igual de sesgada es la campaña, activada por el mismo Badia, sobre la remunicipalización del servicio del agua, el mejor valorado por los barceloneses. Los ciudadanos califican con un 6,5 la calidad del agua y con un 7 el servicio de Aigües de Barcelona, una de las empresas con mayor reputación de la Ciudad Condal.

La campaña a favor de la remunicipalización del agua comenzó en la sede de la PAH. Impulsada por la plataforma Aigüa és vida, sus convocatorias siempre han sido minoritarias. Rara vez ha congregado a 25 o más personas, pero Colau y Badia también activaron toda la maquinaria municipal para acorralar al PDeCAT y al PSC, que cambiaron su voto (finalmente se abstuvieron), en un polémico pleno celebrado el 26 de octubre, tras ser intimidados con amenazas de índole técnica.

INSEGURIDAD Y VIVIENDA

Colau, curiosamente, ha dedicado mucho más tiempo, esfuerzos y gesticulaciones en provocar problemas que no existían que en resolver los graves capítulos de inseguridad que se han vivido durante los últimos meses en Barcelona. Los comuns también han desviado el foco para ocultar sus promesas incumplidas en materia de vivienda. Otro asunto que preocupa a los ciudadanos es el de la suciedad, una de las mayores quejas de los barceloneses cuando les preguntan por los problemas de sus barrios. “Ellos quieren que sus simpatizantes y votantes visualicen que van contra las grandes empresas. Ya están en campaña y les interesa gesticular mucho para ocultar su mala gestión”, explica a Metrópoli Abierta una fuente de la oposición.

 

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