La CUP ha vuelto a poner al turismo en su punto de mira. De hecho, está lista para disparar en el pleno de este mismo viernes, en el que propondrá la erradicación del consorcio Turisme de Barcelona, una entidad de carácter público-privada de la que forma parte el consistorio municipal y que tiene como objetivo establecer las políticas de promoción turística de la ciudad.
Eulàlia Reguant, líder del grupo municipal cupaire, ha recalcado este jueves que la capital catalana “tiene un problema de masificación turística. También ha dicho que la promoción de esta actividad beneficia a los grandes hoteleros y al sector privado en general, dejando de lado la dirección del Ayuntamiento y el interés colectivo.
TURISMOFOBIA
Por mucho que insistan en negarlo y en hablar de “capitalismofobia”, la turismofobia que sufre la totalidad del partido es más que evidente. Y no sólo por las criticas que se han hecho desde la formación, sino también por los actos vandálicos que han llevado a cabo las juventudes de Arran.
BUS TURÍSTICO
El servicio de bus turístico es uno de los principales afectados por las acciones incívicas y violentas llevadas a cabo por las juventudes cupaires.
En verano de 2017, varios componentes de Arran asaltaron uno de estos vehículos cerca del Camp Nou. Como resultado de esta acción, el autobús acabó con tres ruedas pinchadas y una pintada donde se podía leer “el turismo mata a los barrios”. O, traducido en lo que este ataque supone para las arcas públicas municipales, 1.800 euros en gastos de reparación sumando, por supuesto, la intimidación al conductor y a los viajeros que, simplemente, estaban disfrutando de un recorrido por la ciudad.
No contentos con esta acción, Arran decidió volver a la carga este pasado verano, con la intención de reeditar aquello que habían hecho un año atrás. Y así fue. Miembros de las juventudes de la CUP detuvieron a otro autobús turístico y lo ocuparon irrumpiendo con botes de humo y una pancarta en la que se explicitaba la frase “detengamos la masificación turística”.
BICICLETAS
En verano de 2018, además del acto en el autobús turístico, esta misma organización volvió a materializar su turismofobia, esta vez en forma de robo.
Miembros de Arran robaron cinco bicicletas de alquiler turístico para, posteriormente, sortearlas. Un acto vandálico más sumado a los anteriores contra la empresa Smart Cycles, encargada del alquiler de éstas, que cifra en 15.000 euros los daños traducidos en 600 ataques vandálicos a las bicicletas por parte de las juventudes de la CUP.
RESPUESTA INSUFICIENTE
Lejos de dar una respuesta contundente a todos estos actos violentos, el gobierno de Colau no condenó frontalmente estos casos. Gerardo Pisarello, primer Teniente de Alcalde de la ciudad, ejemplificó de forma clara la actitud del consistorio respecto a estas situaciones tras la ocupación del bus turístico el pasado verano. El número dos de Colau lo calificó de “iniciativa simbólica” y se mostró favorable a abrir un debate sobre el modelo turístico a partir de esta acción, lejos de condenar de manera rotunda los actos vandálicos que sufrió Barcelona.