Determinados colectivos independentistas han declarado la guerra a la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, tras su investidura el pasado 15 de junio. La alianza con el PSC y el apoyo de tres concejales de la lista de Ciutadans, con Manuel Valls a la cabeza, determinó que Colau birlase literalmente la alcaldía al republicano Ernest Maragall, que ganó las elecciones con apenas 5.000 votos de diferencia pero que sacó los mismos 10 concejales que Barcelona en Comú (BeC).
El frente antiMaragall, no obstante, soliviantó a algunas bases independentistas, que no toleran cualquier desplante a sus intereses. En la propia plaza Sant Jaume, las regidoras de BeC fueron insultadas por algunos exaltados, que dirigieron improperios y graves insultos, algunos con claro trasfondo machista.
TRASPASAR EL LÍMITE DE LA CONVIVENCIA
Era el síntoma de que hay un sector hiperventilado de la sociedad catalana que ha traspasado el límite de la convivencia para acercarse a un peligroso sectarismo pseudopolítico. Curiosamente, una parte del independentismo, aún en su vertiente radical, está en contra de algunas de las actitudes y manifestaciones de los ultrarradicales y las combate incluso a través de las redes sociales y de denuncias en los propios medios de comunicación soberanistas.
El último colectivo en sumarse a la cruzada antiColau ha sido el de los moteros. En este sector, hay dos grandes grupos alineados con el independentismo: los Escamots Catalans y La Coronela Catalunya. De hecho, los moteros han sido utilizados desde hace algunos meses como servicio de orden en eventos organizados por distintas plataformas o por la Asamblea Nacional Catalana (ANC). Pero también, por su lado, se han encargado ellos de organizar encuentros y eventos radicales de apoyo a los presos o simplemente actos de protesta contar el Estado español.
COMANDOS MUY ACTIVOS
Los Escamots Catalans, uno de estos grupos que oficia de tropa de choque del independentismo fueron los encargados de vigilar que el acto de ocupación de la Sagrada Familia el pasado 14 de junio se desarrollase según lo previsto. Estos Escamots también se organizan y desplazan a grupos por el territorio catalán con el objetivo de enfrentarse a las brigadas quitalazos. La trifulca que hubo en Verges hace pocas semanas tuvo como protagonistas a un grupo de estos moteros, a pesar de que los vídeos lanzados por las redes mostraban a vecinos enfrentándose a los quitalazos. Lo cierto es que los golpes fueron con un grupo de motards desplazados ex profeso a aquella localidad.
Otro grupo de 16 activistas fueron también a recibir al convoy que devolvía a los presos a Cataluña este miércoles: escoltaron a la comitiva policial desde Soses, el primer pueblo de Lleida, hasta la cárcel de Can Brians. También organizaron el pasado 16 de junio un “almuerzo amarillo” en Amer, el pueblo natal de Carles Puigdemont, donde homenajearon a Xavier Trias, Beatriz Talegón y Gonzalo Boye. Entre los presentes se encontraban el propio presidente de la Generalitat, Quim Torra, la cabeza de lista de JxCat en el Congreso, Laura Borràs, y el abogado de Puigdemont y actual diputado Jaume Alonso-Cuevillas. Pero también asistieron al acto activistas como el exterrorista Freddy Bentanachs (al que apuntan como uno de los dirigentes de los moteros), el portavoz de Mossos por la Independencia, Albert Donaire, o el bloguero Mark Serra, que precisamente protagonizó un altercado el 15 de junio en la plaza de Sant Jaume.
COLAU, EN EL PUNTO DE MIRA
Los motards han puesto la diana en la alcaldesa de Barcelona. “Al 15-M, quizá mejor le sacamos la M y le ponemos un 5, ¿verdad, Ada Colau? Se ha de tener un coño como una calabaza… Hipócrita, mentirosa, trepa, cínica… tranquila, que ya caerás, ya… Es cuestión de tiempo… Y nosotros no olvidamos ni perdonamos. Eso ya lo sabes, ¿vrdad?. #filldeputismo comuns”, tuiteaban los Escamots Catalans días antes de la investidura. En aquellos momentos, ya era notorio que Maragall no podría contar con los votos de Colau para su investidura y se estudiaba la posibilidad de que la líder de BeC repitiese candidatura, puesto que podría contar con los votos del PSC y Valls le garantizaba tres concejales más de forma totalmente gratuita y altruista.
De ese modo, el independentismo se preparaba para lo peor. Pero el mensaje a Colau, aparte de los insultos de índole personal, tenían una frase muy definida: “Ni olvidamos ni perdonamos”. Ése es, precisamente, el lema que los motards llevan en su camiseta oficial.
Otro tuit posterior ya daba por hecho que Colau se presentaba a la reelección y contaría con los votos suficientes par ser investida. “Creo que si Ada Colau es alcaldesa, tendríamos que hacer Barcelona ingobernable. Por dignidad. La desobediencia es una herramienta democrática que hemos de comenzar a hacer servir. La sociedad civil se ha de apoderar de derechos, libertades y dar un golpe a los fundamentos de un nuevo 155”.
UNA OLLA A PRESIÓN
La amenaza en este segundo aviso ya es más directa: los motards se ufanan de trabajar codo con codo con los Comités de Defensa de la República (CDR), lo que quiere decir que su relación se extiende a colectivos antisistema, anarquistas e independentistas radicales. El caldo de cultivo de las algaradas callejeras está ya en la olla a presión que es Barcelona. Sólo hace falta la chispa que encienda el barril.
La última camiseta estrenada por los Escamots este viernes 28 de junio es un ejemplo de lo que le puede esperar a la alcaldesa: encima de un puño y de la bandera negra independentista (creada a partir de la enseña de la organización terrorista Bandera Negra), el lema no puede ser más idóneo: “Si un día no vuelvo, no encendáis velas. ¡¡¡Incendiad barricadas!!!”.