Fumata blanca. Por fin. El PSC desencalló el conflicto entre el Gremi de Restauració y el Ayuntamiento de Barcelona. La rebaja del 75% de las tasas de las terrazas alivia a un sector muy tocado por la crisis del coronavirus. El acuerdo, muy celebrado el miércoles, se ha cocinado a fuego lento, con momentos de mucha tensión y un final satisfactorio. Jaume Collboni, primer teniente de alcalde del Ayuntamiento de Barcelona, y Roger Pallarols, director general del Gremi de Restauració, resolvieron el entuerto en una semana y media.
El 16 de abril, Collboni proclamó que el Ayuntamiento de Barcelona activaba un fondo especial de 25 millones para rescatar los pequeños negocios. Minutos después, y en declaraciones a Metrópoli Abierta, Pallarols calificaba el anuncio de “cortina de humo". El director del Gremi consideraba insuficientes y demagógicas las medidas anunciadas por el gobierno municipal. Su opinión era compartida por otros sectores de la economía barcelonesa. Por ejemplo, por el presidente de Barcelona Oberta, Gabriel Jené.
REUNIÓN CON DURAS ACUSACIONES
Las acusaciones de Pallarols, ex concejal socialista, sentaron muy mal en el PSC. Días después, en una entrevista a este medio, el director general del Gremi acusaba a comunes y socialistas de “jugar con fuego”. Les emplazaba a rectificar y buscar una solución real a los problemas de la restauración. Durante una semana, Collboni y Pallarols ni se hablaron.
El 25 de abril, según ha podido confirmar este medio con fuentes del Gremi y del PSC, se produjo una reunión telemática de tres horas en el que los restauradores profirieron duras acusaciones a los socialistas. En dicho encuentro, entre otros, participaron Collboni y la concejal Montserrat Ballarín por parte del PSC. Pere Chías, presidente del Gremi, y Pallarols lideraron las negociaciones por parte del lobby hostelero. En ese encuentro participaron figuras destacadas como la familia Sánchez (propietaria del restaurante Salamanca), Marta Farga y Ana Matamala.
“La reunión fue muy dura”, admiten todas las fuentes consultadas por Metrópoli Abierta: “Se dijeron cosas fuertes, pero se logró el compromiso de buscar una solución definitiva en un plazo máximo de 10 días”.
ACUERDO HISTÓRICO
Los restauradores confiaban en Collboni. De Colau no sabían nada. Tampoco de Janet Sanz, segunda teniente de alcalde del Ayuntamiento de Barcelona. Fue el líder del PSC quien trabajó en un acuerdo final. “El 2 de mayo hubo otra reunión”, explican en el Gremi. “El ambiente ya era mucho más distendido y por parte de Collboni había una predisposición total”.
Collboni y Pallarols, que mantienen una buena relación personal, profundizaron en un acuerdo histórico que fue presentado este miércoles 6 de mayo. “Estamos muy satisfechos porque no se trata de un parche, sino de aplicar unas medidas para salvar el máximo de locales posibles que estará vigente hasta el 31 de diciembre”, recalcan en el Gremi. El acuerdo incluso podría prolongarse unos meses más. Un detalle que no se les escapa a los hosteleros y que podría convertirse en la nueva batalla en un futuro próximo.
JANET SANZ Y COLAU
Colau, finalmente, ha bendecido el acuerdo. No le quedaba más remedio por las presiones de muchos restauradores. No obstante, la figura clave dentro de su formación ha sido Sanz, que avaló la entente después de unos meses muy tensos entre el gobierno municipal y el sector de la restauración. “Janet tiene una virtud: es pragmática”, destaca una fuente de la negociación.
En la rueda de prensa conjunta con Collboni, la segunda teniente de alcalde se mostró mucho más reservada y recalcó que el espacio que ganarán las terrazas irá en detrimento de los vehículos. Tocaba gesticular y recalcar una vez más las trabas de los comunes al coche privado. En un momento en el que muchos ciudadanos tienen miedo de coger el transporte público, Colau y los suyos persisten en su acoso a los vehículos motorizados, aunque la alcaldesa haya cambiado y ampliado recientemente la flota de automóviles oficiales en el Ayuntamiento de Barcelona. Sanz también proclamó recientemente que esperaba que el sector del automóvil no se reactivara tras las crisis del coronavirus, declaraciones que sentaron muy mal a los trabajadores de la SEAT y Nissan.