El PSC marca perfil propio en el Ayuntamiento de Barcelona. Tras dos años de sumisión casi total a Ada Colau y los comunes, los socialistas han aireado sus diferencias con la actual alcaldesa por su rechazo al Hermitage, su oposición a la ampliación del aeropuerto, su defensa a ultranza del urbanismo táctico y otros asuntos como la recogida de basuras en Sant Andreu. En las filas del PSC acusan a Barcelona en Comú de “falta de diálogo” para gestionar los grandes temas de la ciudad.
“Es normal que haya discrepancias entre el PSC y Barcelona en Comú, por ejemplo en temas de movilidad, pero el gran problema es la falta de diálogo”, denuncia una fuente municipal del PSC consultada por Metrópoli. “Incluso las mejores ideas aplicadas desde el despotismo ilustrado no funcionan”, añade la misma persona.
EL HERMITAGE
El creciente malestar del PSC empezó a visualizarse la semana pasada con el rechazo frontal de Colau al Hermitage tras recibir el visto bueno del Port de Barcelona. Tras asegurar que el Hermitage “será un revulsivo para la oferta cultural de la ciudad”, el primer teniente de alcalde añadió: “Barcelona no ha sabido estar a la altura con el museo”.
Los comunes siempre han puesto trabas al proyecto del Hermitage. Janet Sanz y Joan Subirats exhibieron cuatro informes, que costaron 42.000 euros, contrarios a la construcción del museo. Alegaban problemas de movilidad y obligaron al Port a presentar unas modificaciones que fueron aceptadas por la entidad portuaria. No obstante, persiste la negativa de Barcelona en Comú a un proyecto que generaría 400 puestos de trabajo y tendría un retorno de 300 millones de euros. En el PSC, en cambio, consideran que el Hermitage tendría un impacto muy positivo para la recuperación económica en Barcelona, muy vinculada al turismo.
URBANISMO TÁCTICO
En los últimos días, el PSC también ha expresado sus discrepancias con el urbanismo táctico de Colau, muy criticado por amplios sectores de Barcelona. Entre ellos, el comercio. De momento, la alcaldesa solo ha anunciado que cambiará el diseño de los New Jerseys, pero no es partidaria de asumir nuevos compromisos. En su discurso, Colau incluso negó que el motorista que falleció el pasado 17 de diciembre en la calle Balmes se debiera al impacto que sufrió tras chocar contra un New Jersey. Fuentes presenciales del accidente aseguraron que el impacto del coche con el motorista fue leve.
El proyecto de las superillas del Eixample, una de las grandes banderas de los comunes, también molesta a los socialistas. Rosa Alarcón, concejal de Movilidad, discrepa de los postulados de Janet Sanz y, en una entrevista concedida recientemente a Metrópoli, expuso: “Barcelona tiene una gran tradición de accesibilidad universal y las superillas no pueden ser un impedimento a la misma”. Los comunes, por su parte, reprochan a los socialistas el escaso mantenimiento de la superilla del Poblenou. El distrito de Sant Martí está bajo control del PSC.
RECOGIDA DE BASURAS
Otro punto de tensión entre Barcelona en Comú y el PSC es la gestión de la recogida de basuras, puerta a puerta, que se ha introducido en Sant Andreu. “El problema, insistimos, es que no ha habido consulta previa con los vecinos. Es otra imposición clara que suscita mucho rechazo”, remarcan en las filas del PSC. “Los temas más conflictivos, curiosamente, son los que gestionan los comunes. El problema está en la falta de diálogo, de amplios consensos. No quieren acuerdos transversales. El PSC tiene mucha más capacidad de diálogo”.
Barcelona en Comú ya rompió con el PSC en el primer mandato de Colau. El detonante fue el apoyo de los socialistas al artículo 155 de la Constitución cuando el proceso secesionista alcanzó su cénit. Ahora, las grandes discrepancias se centran en temas económicos y de movilidad. En el PSC, no obstante, esperan que el actual matrimonio de convivencia siga hasta 2023 "por el bien de Barcelona".
TENSIONES QUE SUBEN DE TONO
Colau fue reelegida alcaldesa de Barcelona a pesar de que su candidatura obtuvo menos votos que la liderada por Ernest Maragall (ERC) en 2019, gracias a los votos del PSC y de Manuel Valls. Ambos partidos se blindaron para evitar una nueva ruptura, pero su falta de sintonía es sobradamente conocida por todos los partidos con representación en el Ayuntamiento de Barcelona. En los últimos días, las tensiones han subido de tono y los socialistas acusan a sus socios de "anteponer la ideología a las necesidades reales de Barcelona".