La arquitecta Mar Santamaría Varas será, al menos durante el próximo año y medio, la responsable de la planificación y regulación de las actividades de pública concurrencia en el distrito del Eixample. O sea, será la responsable de planificar el nuevo Eixample de Ada Colau. En la recta final de la legislatura, la alcaldesa ha puesto toda la carne en el asador y ha contratado a esta técnica, multipremiada los últimos años, para diseñar la nueva Barcelona, habida cuenta de que el equipo municipal considera que el plan Cerdà ha quedado desfasado y quiere idear otra ciudad. De su labor, brotará el plan de usos del Eixample, la biblia de ese neourbanismo aplicado por Colau para hacer una Barcelona diferente.
Santamaría es fundadora de la compañía Trescientosmilkilometrosporsegundo, un despacho de arquitectura creado hace 7 años que atesora premios a destajo de la mano de la arquitecta: fue premio Catalunya de Urbanismo Manuel de Solà-Morales, premio Lluís Carulla, premio Beau, premio A+T+Arts 19, concedido por la Comisión Europea y, por último, premio Urbanismo Español de 2019. Con esa tarjeta de presentación, el Ayuntamiento le otorgó el pasado 3 de noviembre un contrato de 55.316 euros para la planificación de las actividades en el distrito.
OBJETIVO: UN PLAN ESPECIAL URBANÍSTICO
El Eixample no tiene plan de usos, por lo que esa planificación servirá para realizar un Plan Especial Urbanístico que dé cabida a las cuatro superillas que quieren construir en él. El objetivo final es evitar los efectos colaterales que puedan tener las actuaciones municipales en el distrito. Hasta el momento, los primeros planes de usos aprobados han sido el del barrio de Sant Antoni (para prevenir efectos de la reapertura del Mercado y de la implantación de la superilla), el de la Avenida del Paral·lel y el de los entornos de la calle de Girona (que garantiza la concentración de locales de restauración, ocio y servicios y que se transformará en un futuro en el marco del programa superillas para convertirse en un ‘eje verde’). Todos ellos, muy locales y parciales. Pero el conjunto del Eixample es más complejo: según el Ayuntamiento, es el distrito que soporta una mayor presión del tráfico rodado, con mayor contaminación y ruido, y tiene escasez de espacios verdes.
En la planificación municipal, se prevé la implantación de cuatro superillas con 21 ejes verdes que suponen 33 kilómetros de recorrido y que suman 3,9 hectáreas. La intención es ‘pacificar’ calles en el centro de Barcelona, vetándolas al tráfico. “Surgirán nuevos espacios de unos 2.000 metros cuadrados, ahora destinados totalmente al tráfico pero que se convertirán en espacios de estancia confortables donde el verde, los pavimentos permeables o el juego tendrán un papel principal”, explican los informes del Ayuntamiento que tratan de la planificación urbanística del futuro. El Ayuntamiento ya adjudicó los trabajos de las cuatro plazas (de 2.000 metros cuadrados cada una) que quiere construir.
SIN ESPACIO PARA EL COCHE
Ahora le toca el turno a un proyecto mucho más ambicioso, que abarque todo el distrito. El trabajo que realice el nuevo fichaje de Colau deberá refundir los planteamientos de esos planes parciales que se han hecho y adecuarlos “a las propuestas de regulación que salgan del diagnóstico efectuado”. El Ayuntamiento le ha dado el índice del plan de usos a redactar. Santamaría deberá llenar ese índice con sus propuestas, en el que se incluye la normativa que luego será aprobada por el consistorio, desde la clasificación de los establecimientos hasta el listado de actividades, el control de obras o los mecanismos para realizar actividades u obtener licencias.
Se trata de no conceder espacios para el coche. La política colauista de la guerra al vehículo muestra todo su esplendor con la contratación de Mar Santamaría. “La aplicación del modelo superillas a la trama Cerdà permite definir una nueva visión y un proyecto de futuro, reorganizando la movilidad general para generar nuevos ejes verdes y nuevas plazas en los cruces. El objetivo es que los ciudadanos de la trama Cerdà dispongan de una plaza o un eje verde a 200 metros como máximo, mejorando de forma especialmente significativa la oferta de espacios de encuentro y disfrute en la zona central del Eixample”, dicen las bases del contrato.
A los barceloneses, pues, les esperan más recortes de carriles de circulación, más calles pacificadas y más impedimentos para que el tráfico rodado se adueñe del centro de la ciudad. El insigne arquitecto que diseñó la ciudad ordenada, con espacios verdes en el interior de las manzanas de edificios, ha sido superado por la izquierda por los políticos del siglo XXI que quieren desterrar a los coches. Y quien le enmienda la plana es una colega multipremiada que, además, es profesora asociada de Urbanismo en la UPF, profesora invitada en EPFL de Lausanne (Suiza) y ha colaborado en la redacción de las Agendas Urbanas 2030 española y catalana. A pesar de presentar su contratación como un concurso, no se presentó nadie más a la licitación. Su despacho está considerado un auténtico think tank “que reflexiona sobre los nuevos retos de las ciudades contemporáneas a través del análisis y la visualización de datos”.