Lista realizada, lista movilizada. Barcelona en Comu (BeC) no pierde el tiempo y ha puesto a trabajar a los integrantes de su lista para las elecciones municipales del próximo 28 de mayo. Gemma Tarafa, Pau González y Sílvia Casorrán, tres de los candidatos que engrosan la lista de Ada Colau, rompen el fuego y comienzan a pisar calle, a trillar territorio para trabar contacto con la ciudadanía, explicar su programa y atraer voto. Este viernes 24 de febrero realizan su primer encuentro preelectoral: serán los anfitriones de una “charla-chocolatada” en la plaza Sant Bernat Calbó, en la que se dará merienda gratis y se organizan “actividades para la canalla”. O sea, para los niños. Al elenco también ha sido invitada para participar en un coloquio Maria Truñó, comisionada de Educación.

Colau no pierde comba: necesita todo el apoyo popular que le pueda brindar la ciudadanía y su equipo debe trabajar intensamente porque ella ya lo hace. En sus redes sociales ha vendido ya “la primera cooperativa de vivienda inclusiva”. En otras palabras, presenta un tema que hace referencia a una de las propuestas estrella de los comunes (la de hacer miles de viviendas sociales), pero también a uno de los más sonoros fracasos. “Estamos orgullosas de anunciar que, por fin, en Barcelona, en el barrio de Sant Andreu, tendremos la primera cooperativa de vivienda mixta inclusiva, una promoción donde 20 de las 80 viviendas estarán reservadas a personas con discapacidad intelectual”.

ES SÓLO UN PROYECTO

A la alcaldesa se le olvidó decir que es sólo un proyecto, aunque la medalla que se ha autoimpuesto es muy grande y vistosa: “Desde el Ayuntamiento hemos cedido un solar ubicado en los antiguos cuarteles de Sant Andreu a las cooperativas Teb Cooperativa y Sostre Cívic para hacer posible este proyecto de vivienda cooperativa e inclusiva, el más grande de todo el Estado”.

Pisos contenedor de Glòries / AJUNTAMENT DE BARCELONA

El mérito se lo atribuye a una de las concejalas que se ha ganado a pulso el ser el más fuerte pilar de Colau en el consistorio: Lucía Martín, la misma que fue denunciada por el fondo buitre Vauras por supuestamente haber dicho a los representantes de éstos su simpatía por los movimientos okupas que le estaban birlando los pisos de los edificios que compraba el fondo finlandés. Huelga decir que Teb Cooperativa y Sostre Cívic son dos de las cooperativas amigas del consistorio, que han recibido un exquisito trato de los munícipes barceloneses.

Pero hay otro detalle que impresiona: la noticia en la cuenta personal de Colau es acompañada por una foto donde cuatro cooperativistas miran hacia lontananza en un solar de tierra. Es decir, que, de momento, vende humo: las viviendas ni siquiera se han comenzado a construir. Ni tan solo se han comenzado a mover las tierras. Pero estamos en época preelectoral y esa iniciativa es una noticia que vende. O, al menos, vende ideología de los comunes, que es lo que importa. Si el PP vendió e inauguró varias veces una terminal del aeropuerto de Madrid, en buena correspondencia Ada Colau puede vender e inaugurar, llegado el caso, dos veces una promoción de viviendas.

UN FRACASO ESCONDIDO

No es la única medalla que se cuelgan los comunes. Alardean, según su última eslogan a la militancia, de que “hoy podemos decir, con orgullo, que Barcelona es la ciudad con más parque público de vivienda de todo el Estado. Se han acabado las fórmulas fracasadas de regalar suelo público a empresas privadas para especular. Barcelona necesita vivienda pública a precios asequibles. Y eso es lo que estamos haciendo”. A pesar de que en la última campaña electoral Colau prometió 8.000 viviendas públicas para 2024, ese objetivo está muy lejos de alcanzarse. Es más: es casi imposible de conseguir.

La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau / EUROPA PRESS

El libro Manifiesto contra Colau y el colauismo, de reciente aparición, señala a este respecto que la actual alcaldesa “prometió construir más de 1.000 pisos sociales hasta el año 2025 (…) En 2021, el Ayuntamiento de Barcelona no quiere dar la cifra de vivienda pública construida desde 2016, pero las estimaciones van de nada a muy poco, lejos de sus promesas. Un año, consiguieron construir 16 pisos fabricados con contenedores reciclados. Nunca se han construido más de 200 pisos al año”. Para compensar, Colau resucitó un proyecto de Xavier Trias que había descartado por cuestiones de ideología: la construcción de 2.300 pisos para 2024. Pero eso es, de momento, otra utopía. “En el mejor de los casos, y si todo va viento en popa, no habrán construido ni una cuarta parte de lo que habían prometido construir”, reseña la obra citada.

EL ENGAÑO DEL TRANSPORTE

El caso de la ampliación de la edad para utilizar la T-Jove es otro ejemplo de distorsión de la realidad: los comunes enviaron a sus activistas el mensaje de que “gracias al trabajo de Barcelona en Comú, logramos hacer realidad una demanda histórica de las jóvenes, que podrán utilizar la T-Jove hasta los 30 años a 40 euros durante 2023 gracias a la rebaja del precio del transporte público”. La rebaja del precio no se debió a BeC, sino que es bonificada por el Gobierno central. Es más: Colau se negó a rebajar su parte del precio de la T-Casual, por lo que el Gobierno central retiró su rebaja y gracias al Ayuntamiento de Barcelona es la única que no ha sido rebajada, aunque es la más utilizada, por lo que quienes salen perdiendo son los ciudadanos.

La alcaldesa, por su parte, vuelve a pisar calle. Asiste a eventos sociales de copete, de los que antes huía porque olían a derecha abominable. Y baja al barrio a charlas con los yayos en un bar popular o recibe a los ganadores de un Goya en el Ayuntamiento. Claro que el Goya es compartido. O, al menos, eso dice Colau: se trata de la estatuilla otorgada por la academia del cine a Maldita: A love song to Sarajevo. El director de programas de cooperación de Medicus Mundi, Iván Zahinos, fue recibido por la primera edil para presentarle el Goya al mejor corto documental.

LA MEDALLA DE COLAU

Colau, ni corta no perezosa, se arrogó poco menos que el mérito de la estatuilla: “El Ayuntamiento, desde la concejalía de Feminismos y LGTBI y la dirección de Justica Social y Cooperación Internacional, creímos desde el principio en este proyecto y lo ayudamos a financiar, porque Barcelona tiene un vínculo de solidaridad con Sarajevo que queremos reivindicar como parte de nuestra identidad”, argumentó la alcaldesa.

En otras palabras: que gracias al ayuntamiento de Barcelona se pudo realizar este corto. Dicho así, como lo expresó la primera edil, da la sensación de que Medicus Mundi fue solo un brazo ejecutor al servicio de la ‘intelligentsia’ municipal. Estamos en época preelectoral, pero la alcaldesa sigue pecando de poco tacto a la hora de plantear sus reflexiones más profundas. En el fondo, distorsiona la canción de Amaral: ‘Sin mí no eres nada. Una gota de lluvia mojando la cara’.

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