Las posiciones se han fijado con determinación. En las últimas semanas todo se ha decantado, y el alcalde de Barcelona, Jaume Collboni, ha logrado un acuerdo con Esquerra Republicana para sacar adelante los presupuestos de la ciudad, lo que supone aprovechar una partida muy elevada para inversiones, un total de 770 millones de euros, que deben destinarse, entre otros proyectos, a la cobertura de la Ronda de Dalt, la reforma de la Rambla, el Nuevo Port Olímpic o la estación de la Sagrera. Con la luz verde para los presupuestos, en la comisión de Economía, con el sí de ERC y también el voto a favor de los comunes, el PSC es consciente de que todo se dirimirá en el pleno definitivo del 22 de marzo, y aquí las cosas son muy claras: Collboni no tiene intención de incorporar a los comunes al gobierno municipal. Sólo desea en el ejecutivo local a Esquerra. El muro para gobernar con los comunes es total.

Esa posición supone una asunción de riesgos elevados, aunque pueden ser controlados, según las fuentes consultadas de los socialistas. Y los comunes también son conscientes de lo que pasará. Fuentes de los comunes se dejan de eufemismos y señalan que la no entrada de la formación de Ada Colau en el gobierno municipal implicará el voto en contra a los presupuestos en el pleno del 22 de marzo. Lo señaló la portavoz de los comunes, Janet Sanz, y se corrobora sin ambigüedades: “Se pasará del voto a favor en comisión, al voto en contra en el pleno, con la asunción de que se irá a la oposición”, se añade con convicción.

Las partidas sociales de los presupuestos

Esa tesitura la conoce el PSC, aunque hay una cierta confianza en que en el lapso que falta, hasta el 22 de marzo, los comunes podrían entender que la ciudad “merece” esos presupuestos, sin que se deban vincular a una entrada en el gobierno local. En esa partida de inversiones figura un plan de barrios, dotado con 33 millones de euros, que se considera “vital” para los próximos años, y otra partida de 153 millones de euros para la construcción de vivienda social y generación de suelo urbano, donde se prevé poner en pie hasta 1.000 pisos.

El alcalde de Barcelona, Jaume Collboni EUROPA PRESS

Los socialistas inciden, precisamente, en el plan de barrios, que nació en 2016, con los gobiernos de los comunes. Se trata de pequeñas actuaciones que atienen reivindicaciones vecinales, y que había sido una seña de identidad del partido de Ada Colau. Ese plan de barrios, que comprende obras para urbanizar una plaza o la edificación de centros cívicos, como muestra de ese urbanismo más apegado al suelo, se asocia también a otros proyectos como la climatización de escuelas, con una inversión de 13,6 millones de euros en 2024.

Los comunes son conscientes de esas mejoras, pero lo que está en juego ahora es el propio proyecto político del partido de Colau, y también su propia carrera política. Los comunes están dispuestos a pasar a la oposición, y Colau, como concejal, puede proponerse un mandato municipal duro, con la voluntad de volver a ser, de nuevo, candidata a la alcaldía. Si Jaume Collboni, como señalan las fuentes socialistas consultadas, esgrime ese muro para gobernar sólo con ERC, y buscar acuerdos a izquierda y derecha durante su mandato, los comunes se ven capaces de proyectarse como alternativa pensando en las elecciones siguientes, en 2027.

Sin alternativa a Collboni

Es lo que se podrá proyectar a partir del pleno del 22 de marzo. El PSC admite que puede usar su última baza, la moción de confianza para sacar adelante los presupuestos una vez compruebe que los comunes rechazan las cuentas de 2024, por un criterio estrictamente político. Y dado que Junts per Catalunya, la formación que dirige Xavier Trias, ya ha decidido pasar a la oposición, Collboni optará por esa opción que ya utilizó, precisamente, el propio Trias en parte de su mandato como alcalde entre 2011 y 2015.

La líder de los comunes, Ada Colau, se cruza con el alcalde, Jaume Collboni, durante el pleno de investidura EFE

La cuestión es que Collboni ha llegado donde quería. Con la aprobación de los presupuestos en la comisión de economía, que permite la tramitación de las cuentas, y con el apoyo de ERC, dispuesta ya a jugar la carta del gobierno de coalición, la moción de confianza reflejará que “no hay alternativa al alcalde Collboni”. Y con esa carta, al no tener en 30 días –el tiempo de la moción de confianza—un nuevo alcalde, Collboni seguirá en su cargo y con sus primeros presupuestos del mandato aprobados de forma automática.

¿Podría seguir en esa posición? Ganaría el primer año, se incide desde el PSC, y se estaría a la espera de lo que suceda en el contexto de la política catalana, con las elecciones autonómicas previstas para otoño de 2024 o principios de 2025.