Se cumple un año de la investidura de Jaume Collboni como alcalde de Barcelona. Un mandato insólito, marcado por un gobierno en minoría y una tambaleante política de pactos. El socialista, con 10 concejales, podría elegir entre dos opciones que suman mayoría absoluta: a la derecha, con Trias (15); o a la izquierda, con los comunes (9) y Esquerra Republicana (5). No obstante, un año después, todo sigue igual. Pero la tardanza en materializar una ampliación del gobierno no ha dependido tanto de Collboni sino de las múltiples elecciones que se han llevado a cabo --las generales, las autonómicas y las europeas—que han impedido una negociación entre partidos, sumidos en campañas electorales constantes.
A la espera de cerrar (o no) el pacto con ERC y aun gobernando en minoría, el socialista ha conseguido sobrevivir este año. Durante estos meses ha ganado tiempo y ha marcado una hoja de ruta con las prioridades para el mandato. El PSC defiende la gestión hecha este último año, aunque ha tenido que tirar de instrumentos como la moción de confianza para aprobar los presupuestos de 2024. Ha gobernado con un horizonte claro, queriéndose distinguir de su predecesora Ada Colau, aunque la falta de mayorías ha impedido realizar grandes cambios en la ciudad en este primer año de mandato. Es, precisamente, esa ausencia de mayorías lo que recriminan los partidos de la oposición a este gobierno. En los plenos apenas se han aprobado políticas públicas de calado, lo que ha llevado a muchos a tildar de continuista este año de mandato. No obstante, la Carta Municipal de Barcelona --una ley que otorga mayores poderes al alcalde de la capital catalana-- han permitido a Collboni tirar adelante una serie de medidas con las que ha marcado perfil propio.
Pla Endreça, marca Collboni
Tras alzarse con la vara de alcalde en junio de 2023, Collboni optó por un inicio de mandato con el discurso de la estabilidad y con una medida estrella que ya se ha convertido en el mantra del gobierno municipal: el Pla Endreça. El alcalde ha señalado en varias ocasiones que el “orden y civismo” son uno de los objetivos de su gestión. Con una dotación millonaria, este proyecto municipal nació con la finalidad de buscar un cambio radical en el estado del espacio público, centrándose sobre todo en la limpieza y la seguridad. Un plan que recuerda a la campaña 'Barcelona posa’t guapa' que sirvió para que los barceloneses reconectaran y se sintieran orgullosos de su ciudad. Y así ha sido. Atrás quedan los ocho años de mandato de los comunes en los que la percepción de suciedad e inseguridad estaba al alza. Más del 40% de los barceloneses considera que la limpieza y el mantenimiento han mejorado, según las encuestas publicadas.
Con la seguridad hay más trabajo que hacer, aunque el equipo de Collboni tiene al frente de la concejalía a Albert Batlle, un hombre curtido y conocedor del mundo policial. El concejal cumple con los requisitos necesarios para dirigir la Guardia Urbana: experiencia y conocimiento sobre el cuerpo. Hace apenas unos días se presentó el Plan Local de Seguridad 2024-2027, que presta especial atención a la multirreincidencia, las okupaciones, el tráfico de drogas y la Copa América de vela. Precisamente, en un verano marcado por la celebración de grandes actos como el de la regata, el Ayuntamiento duplicará la plantilla de la Guardia Urbana y el servicio de limpieza en más de 200 efectivos cada uno.
Bandera blanca con la restauración
Collboni también se estrenó reuniéndose con uno de los actores más castigados durante el mandato de los comunes, el Gremi de Restauració. El motivo de la guerra abierta fue la reducción del horario en las zonas más tensionadas por el ruido nocturno de Ciutat Vella y la elevada tasa por las terrazas. Tras sellar un acuerdo con Junts, el gobierno municipal eliminó la bonificación del 75% de la tasa y definió que el precio que pagar dependería del espacio que se ocupe. Un acuerdo que rebajó sustancialmente el importe que pagaban los restauradores con Colau. No obstante, en una reciente entrevista con Metrópoli, el director del Gremi de Restauració, Roger Pallarols, lamentó el aumento del número de inspecciones a bares y restaurantes y denunció la persecución a este sector.
Collboni sabe que para que una ciudad prospere es necesario impulsar su actividad económica. El socialista se ha volcado en la recuperación de la ‘marca Barcelona’ para colocarse de nuevo en el mapa del mundo. Lo ha conseguido con la atracción de eventos de gran calado, como la celebración de la Copa América, la exhibición de Fórmula 1 o la salida del Tour de Francia. La apuesta por este tipo de eventos --que atraen a miles de aficionados-- se entiende como una ruptura respecto a los ocho años de parálisis anteriores.
La Rambla, una obra de mandato
El mandato del PSC también ha venido marcado por grandes obras pendientes desde hacía años. La reforma de determinadas vías de la ciudad ha sido un dolor de cabeza para el Ayuntamiento, con críticas generalizadas. Uno de los cometidos que prometió Collboni en campaña electoral fue acelerar la reforma de La Rambla y reducir a la mitad el calendario fijado por Colau. Los comunes proyectaron las obras por tramos, eternizando los trabajos durante seis años. El actual alcalde decidió pisar el acelerador. Ahora, las obras comenzarán el lunes 17 de junio y finalizarán en 2027, a pocos meses de las municipales.
Gestionar el turismo
Sobre la carpeta de turismo, el alcalde entiende que la ciudad ha llegado a su límite de capacidad. Una de las medidas anunciadas recientemente es el nuevo Plan EGA, con el que se pretende poner freno a la masificación. El Ayuntamiento ha definido 16 Espacios de Gran Afluencia y desarrollará un modelo de gestión específico para estas zonas. El plan ya ha arrancado y ha priorizado tres zonas: el entorno de la Sagrada Família, el Park Güell y la zona comprendida entre el mercado de la Boqueria y la plaza de la Gardunya.
En la llegada de turistas a la ciudad también influyen los cruceristas. Aunque inicialmente el gobierno municipal no era partidario de imponer límites, Collboni es consciente que debe actuar ante unas cifras que ya alcanzan su máximo histórico. A pesar de que por ahora no es más bien que voluntad política, el gobierno municipal mantiene negociaciones con el Port de Barcelona para marcar un tope en el amarre de cruceros de escala, es decir, aquellos que no utilizan hoteles, aeropuerto o los restaurantes y realizan un gasto económico menor.
Esta restricción marca también un antes y un después entre el mandato socialista y el de los comunes. Si bien estos últimos emprendieron una lucha contra el sector crucerístico, esta se caracterizó por ser más encarnizada y por una falta de diálogo, algo imprescindible para llegar a acuerdos y conseguir cambios.
Alcalde y rey, una imagen insólita
Pero lo que define un mandato no sólo son los proyectos y las obras. También hay actos más simbólicos que dicen mucho sobre las intenciones del partido que gobierna. Lo que más ha diferenciado a Collboni es la recuperación de la imagen institucional de Barcelona con el recibimiento del rey.
La última vez que se produjo un encuentro institucional fue en 2006 entre el rey emérito Juan Carlos I y Jordi Hereu. Han tenido que pasar casi 20 años para que un alcalde de Barcelona vuelva a recibir a la Corona. Fue en septiembre de 2023, cuando Collboni recibió al rey Felipe VI en el palacete Albéniz. Un gesto de normalización institucional tras la decisión de la exalcaldesa Colau de no participar en los actos con presencia del jefe del Estado a raíz del procés independentista.
Durante los ocho años que duró el plantón de Colau al rey, Collboni –como teniente—jugó el papel de cara visible (y amable) del gobierno municipal, no sólo ante la Corona, sino también con los poderes económicos de la ciudad. Uno de los más potentes Editorial Planeta, que organiza los Premios Planeta en Barcelona. En este caso, Colau también se mantuvo ajena a esta cita literaria. Durante el mandato de los comunes, la exalcaldesa boicoteó activamente el Premio Planeta durante tres ediciones, hasta que alguien le recomendó que asistiese (a desgana). Collboni, consciente de la imagen de Barcelona proyectada durante los últimos años, ha tenido un gesto muy significativo: otorgar la Medalla de Oro de la Ciudad a Editorial Planeta por reconocer su trayectoria empresarial.
Todavía quedan tres años de mandato por delante y con muchos objetivos por cumplir. La construcción de vivienda pública, mejorar los datos de seguridad, culminar la conexión del tranvía o cubrir la ronda de Dalt son sólo algunos ejemplos de los deberes para los siguientes años.
Por ahora, Collboni tiene los ojos puestos en los próximos meses. Mientras avanza en las negociaciones con Esquerra Republicana --espera una respuesta definitiva de los republicanos tras la frustrada votación de su militancia-- seguirá gobernando en minoría como hasta ahora.