Barcelona se ha convertido en una de las principales ciudades europeas en eventos deportivos internacionales. Sólo en dos años se organizarán competiciones como la Copa América de vela o el Tour de Francia, sin contar la ya asentada Fórmula 1 en Montmeló o la Maratón. Una de las figuras claves en esta apuesta es la del concejal de Deportes del Ayuntamiento, David Escudé (Barcelona, 1975). Ligado a esta cartera desde hace ocho años, el concejal asegura que con el nuevo gobierno en solitario de Jaume Collboni, la promoción deportiva ha crecido exponencialmente. Tiene claro que la capital catalana debe proyectarse al mundo, y qué mejor forma de hacerlo que a través del deporte. En esta entrevista con Metrópoli, Escudé reflexiona sobre el trabajo hecho hasta ahora y afirma que le preocupa "cero" que los eventos puedan apostar por Madrid. El concejal se muestra optimista y asegura que desde su equipo van "a por todas".
Usted ya fue concejal de Deportes en el anterior mandato con Colau de alcaldesa. Ahora, con el primer mandato de Jaume Collboni en solitario, se están consolidando grandes eventos deportivos en Barcelona. ¿Con el nuevo gobierno ha sido más fácil o era algo que ya se venía trabajando?
Ha sido fácil gracias al alcalde que tenemos. Collboni facilita las cosas porque se implica en las decisiones que se toman.
En este último año se ha hablado mucho de grandes competiciones, pero en Barcelona podemos sacar pecho de la Maratón. Es la primera de España y la segunda de Europa. ¿Qué tiene de especial?
Barcelona es una de las ciudades más bonitas del mundo, con una climatología envidiable. La Maratón es una oferta irresistible para el participante, porque te permite correr por los edificios más emblemáticos de la ciudad. Realmente es una forma diferente de hacer turismo. Esto fomenta que vengan las familias de los corredores. Es una experiencia de ciudad y esto es una de las claves del éxito.
Precisamente, a veces resulta inevitable que los grandes eventos deportivos atraigan a turistas. De hecho, es una de las críticas que se han escuchado sobre todo con la llegada de la Copa América de vela.
La crítica que debemos hacer es al turismo de crucero de escala, que sólo está unas horas, no hace gasto y se va. El turismo que viene a una competición deportiva se aloja unos días en la ciudad, por lo que no afecta en negativo al día a día del ciudadano y aporta al PIB.
¿Cuál será el impacto económico de la regata?
Existe un estudio de la Universitat Pompeu Fabra encargado por la Fundación Barcelona Capital Nautica (FBCN) que dice que se espera un impacto de 1.200 millones de euros. En cualquier caso, una vez finalice la competición, el Ayuntamiento encargará un informe propio para conocer el impacto final.
Precisamente, este mismo informe de la UPF señala que llegarán 2,5 millones de visitantes, una cifra que algunos expertos consideran sobredimensionada. Sobre este dato, ¿tienen idea de cuántas personas podrían visitar Barcelona?
Sabemos desde dónde pueden llegar la mayoría de visitantes. Países como Francia tendrán mucha presencia, ya que tienen una larga tradición con el deporte de vela. Para tener unas previsiones nos fijamos en el resultado de la regata en otros países, y no sólo en cuestiones de turismo, sino también de reputación. En la última edición de la Copa América hubo casi 900 millones de impactos televisivos, es decir, Barcelona se verá por todo el mundo.
Desde el gobierno municipal han mostrado partidarios de acoger otra vez la competición de vela. ¿Contáis con el compromiso de algún equipo? ¿Y de Grant Dalton?
Equipos como el francés o italiano, con una larga tradición en este deporte, lucharán por mantener la competición en su país. Por su parte, Grant Dalton y el equipo suizo están interesados en Barcelona. Nosotros somos optimistas en este sentido.
Barcelona deberá luchar por mantener la Fórmula 1, después del anuncio de un nuevo Gran Premio en Madrid a partir de 2026. ¿Qué supondría esta pérdida para la ciudad? ¿Es compatible tener dos Grandes Premios?
Madrid no tendrá un Gran Premio. El anuncio ha sido como un vino espumoso, que sube rápido, pero vuelve a bajar. Se decía que no había capital público y después se ha demostrado que sí, que las administraciones tienen que entrar. En mi caso no me preocupa Madrid. El Circuit de Catalunya ha dado un cambio importante, se ha modernizado, que es una de las cosas que se nos pedía porque se había quedado anticuado. Con el Road Show quedó demostrado que vamos por buen camino. A mí lo que haga Madrid me preocupa cero.
¿Cuál era el objetivo del Road Show?
Organizamos el espectáculo por varios motivos. Sobre todo queríamos popularizar una competición que vivía de espaldas a la ciudad. Sabíamos que se celebraba un Gran Premio en Catalunya porque veíamos a turistas paseando por Barcelona con las camisetas de escuderías. Con el Road Show hemos conseguido que familias que por algún motivo no han ido nunca al Circuit hayan podido ver un monoplaza de cerca o vivir la experiencia de la F1. Si a todo esto le sumas que Stefano Domenicali (presidente y consejero delegado de F1) quedó impresionado, mucho mejor.
Con esta gran acogida, ¿se replantean volver a organizar un Road Show en 2025?
Todavía no hemos asimilado todo lo que ha pasado. Las críticas han sido positivas. Más de 40.000 personas asistieron al espectáculo. Dijimos que sería algo excepcional, muy extraordinario, pero sí que tenemos que valorar qué hacer el año que viene.
Da la sensación de que hasta que Madrid no hizo ese anuncio, ni Barcelona ni la Generalitat se han puesto las pilas en un evento con el que ya se contaba, pero que quizás estaba olvidado.
Los sucesivos gobiernos anteriores, como el de Junts per Catalunya por ejemplo, querían dejar de hacer el Gran Premio en el Circuit. Montmeló vivía de la inercia de la Fórmula 1 y de algún gran acontecimiento como Moto GP, pero se iba degradando. El anuncio de un Gran Premio en Madrid ha servido como punto de inflexión para sentarnos y buscar estrategias futuras compartidas.
A la par que se hizo el Road Show, se hizo pública la noticia de la acogida del Tour de Francia en 2026. Usted decía que ha sido un trabajo de picar piedra, en el sentido que ha costado conseguirlo. ¿Cómo van los preparativos?
Estamos 'a tope'. Se prepara con años de antelación. No es sólo la salida y las tres etapas, sino también todas las previas. La gente todavía no alcanza a ver las dimensiones que tiene una salida del Tour.
¿Se conoce el recorrido?
No. Tenemos septiembre como límite para cerrarlo.
Una buena organización implica evitar lo que pasó en La Vuelta, cuando los ciclistas se quedaron completamente a oscuras.
Ninguna de las previsiones que teníamos indicaba lluvias con esa intensidad, nos salía para al día siguiente en Mataró y allí sí que íbamos preparados. Tampoco nos imaginábamos que nos quedaríamos completamente a oscuras en un mes de agosto. No se había vivido un episodio así desde hacía años. A pesar de todo, la experiencia fue espectacular. Prueba de ello es que el Tour de Francia haya apostado por Barcelona.
Otra competición que busca atraer Barcelona es la Final Four de Baloncesto. Pero se compite con ciudades como Abu Dabi y Belgrado, dispuestas a poner mucho más dinero encima de la mesa...
La oferta de Abu Dabi es inasumible y tampoco pretendemos igualarla. La de Belgrado también es muy superior. La oferta de Barcelona no pasa por ser económica. Tendrá que ser la Euroliga y los clubes quienes decidan si repetir en Belgrado –ya se celebró hace dos años—, irse a la ventura de Abu Dabi en busca de dinero o hacerlo en una ciudad como Barcelona que garantiza una organización excelente.
Estas ofertas económicas son un peligro para implementar esta política de un gran evento deportivo al año, como pretende Collboni. Se está fuera de juego en cuestiones económicas.
La aventura de otros deportes en este tipo de países ha fracasado. No todo se puede comprar con dinero. También se hizo el Mundial de Atletismo en Qatar y todo era bastante artificioso. Incluso tuvieron que cambiar los biorritmos a los participantes para adaptarse a las condiciones del desierto.
Precisamente el Mundial de Atletismo es otro de los eventos que se quiere traer a Barcelona.
En este caso, no depende de nosotros. Vamos de la mano del presidente de la Federación Española de Atletismo y tenemos que sumar a todas las administraciones. Estaríamos hablando de una inversión de 100 millones de euros, algo inasumible para una ciudad. El problema que hay es la situación política actual. Lo teníamos atado con el presidente del Comité Olímpico Español, con el Gobierno de España, con la Generalitat y la Diputación, pero llegaron los diferentes ciclos electorales. Estamos a la espera de saber el marco político para volver a ponerlo encima de la mesa. No podemos ir si no vamos de la mano del Estado y de la Generalitat.
En lo que sí se compite con Madrid es en atraer la final del Mundial de Fútbol de 2030.
Soy muy optimista y creo que Barcelona vivirá por primera vez la final de un Mundial. Vamos a por todas desde el primer día. Creo que Madrid no es el gran rival de Barcelona para acoger la final del Mundial por el número de localidades. De hecho, en mi opinión competimos más contra Marruecos y el nuevo estadio que están construyendo en Casablanca.
También lucharemos por tener dos sedes para el torneo: el estadio del RCD Espanyol de Cornellà y el nuevo Camp Nou del Barça.
Hablando de fútbol. Uno de los problemas que tiene Barcelona es la falta de campos ante la gran demanda, sobre todo con la creación de equipos femeninos. ¿Se construirán más instalaciones?
No tenemos espacio. Lo que hacemos es que cuando se construya una nueva urbanización, ver que cuente con un equipamiento deportivo si no hay uno cerca. Todo esto también es fruto de la promoción deportiva. Lo que sí que pedimos a los clubs es que antes de crecer infinitamente vean que tengamos sitio disponible. También pedimos la solidaridad de los centros educativos para utilizar las instalaciones deportivas fuera de horario lectivo. O mirar espacios que no son núcleo urbano, municipios limítrofes, como el Besòs, y que los espacios sean usados por los barrios colindantes, como Sant Andreu y Sant Martí.
Más allá de la atracción de eventos, ¿la industria del deporte está creciendo en Barcelona?
Supera todas las expectativas. Un ejemplo es la buen funcionamiento del Barcelona Sports Hub. Nosotros vemos el deporte como generador de riqueza económica con una gran implicación de empresas, desde la organización de eventos, el textil y nuevas tecnologías. A nadie se le había ocurrido pilotarlo. Sumamos desde startups hasta grandes empresas como el Barça. Estamos muy contentos porque hemos levantado la bandera de que el deporte en Barcelona no sólo es promoción sino también actividad económica.