Si hay un arquitecto asociado a Barcelona, ese es, sin duda, Antoni Gaudí. Sus grandes obras, como La Pedrera, el Park Güell y la Sagrada Família, son iconos conocidos internacionalmente que atraen diariamente a miles de visitantes. No obstante, en la ciudad también hay varias obras del máximo representante del modernismo catalán no tan conocidas y que, a menudo, pasan desapercibidas.
Dragón de hierro forjado
Una de ellas se esconde en el barrio de Pedralbes, en el distrito de Les Corts. Junto a la Diagonal, el Palacio Real de Pedralbes ostenta una de las obras de Gaudí más secretas de la capital catalana.
Se encuentra en la reja de la puerta de entrada y se trata del dragón de hierro con ojos de vidrio, en honor al mitológico dragón guardián del jardín de las Hespérides. Esta puerta de acceso fue proyectada por Gaudí entre los años 1884 y 1887, junto a los dos pabellones del Palacio de Pedralbes.
El conde Eusebi Güell encargó al arquitecto Antoni Gaudí a finales del siglo XIX su construcción. Los pabellones son famosos por su colorido y las formas fieles al estilo más curioso del arquitecto, estos pabellones están llenos de detalles mitológicos y estéticos que los convierten en una de las joyas de la arquitectura de Barcelona.
Este fue el primer encargo que Gaudí recibió de Eusebi Güell y significó el inicio de una larga colaboración y mecenazgo que ha dejado grandes obras en la ciudad.
La primera obra de Gaudí en Barcelona
En la plaza Reial de Barcelona, situada en el barrio Gòtic, se encuentra la primera obra de Gaudí. Se trata de las farolas que se encargan de iluminar cada noche el espacio, diseñadas por el arquitecto catalán en 1879. Mediante un encargo del Ayuntamiento de Barcelona, Gaudí proyectó dos modelos de farolas de tres y seis brazos, con el objetivo inicial de ser instaladas en diversas vías públicas de la ciudad.
Finalmente, solo se colocaron dos en la plaza Reial, de seis brazos. Diez años más tarde se instalaron cuatro de tres brazos en Pla de Palau, de las que actualmente se conservan dos.