Los patinetes eléctricos son trending topic en Barcelona. Es un hecho que se puede constatar: cada vez es más común ver a jóvenes y a mayores utilizando este método de transporte en la ciudad. Tanto a locales como a turistas. Y ahora que empieza el buen tiempo y la brisa se ha vuelto agradable, más. Si aún no tienes uno, seguro que te habrás preguntado en algún momento: ¿por qué triunfa tanto?
Hay varios motivos: por su comodidad para desplazarse de forma rápida y sin esfuerzo físico, por su nula contaminación al medio ambiente, por su precio y el ahorro que supone no ir en transporte público o privado, porque es más barato que una bicicleta eléctrica y porque es más práctico para llevar y guardar. Además, eléctricos o no –admitámoslo– los patinetes molan y, si tienes estilo, podrás parecer algo más cool.
Sin embargo, más allá de la tendencia, el aspecto que preocupa a los barceloneses es la convivencia de estos patinetes eléctricos –o segways– con los peatones. Según la nueva Ordenanza de Circulación de Viandantes y Vehículos –impulsada por el Ayuntamiento de Barcelona que dirige Ada Colau– desde el 1 de julio de 2017 los vehículos eléctricos no pueden circular por la acera.
UNA NORMATIVA CONTROVERTIDA
Esta normativa beneficia a los propietarios de patinetes porque pueden campar a sus anchas por los carriles bici, mientras que perjudica a los que alquilan: solo pueden recorrer la ciudad siguiendo los itinerarios específicos que establece la normativa. Algunos vecinos están a favor –la mayoría– pero los comerciantes y los turistas no opinan lo mismo.
“El alquiler de patinetes eléctricos descendió un 70 % desde julio”, ha explicado Luis Moreira, encargado de la tienda Rent Electric, a Metrópoli Abierta. Mientras que el alquiler ha caído en picado, la venta de patinetes eléctricos en esta tienda ha aumentado ligeramente.
Una de las que se decidió hace poco a probar el patinete eléctrico es Laura Almà. La joven, acostumbrada a moverse en bicicleta por un tema de ecologismo, ha optado por el transporte eléctrico por una cuestión de rapidez. “Ahora voy por la calle y... ¡la gente me pregunta dónde me lo he comprado y cuánto me ha costado!”, ha contado la psicóloga a Metrópoli Abierta.
A Almà el patinete le llegó desde China porque le “salía mejor de precio”. Aproximadamente, unos 340 euros. En España, el coste de los patinetes eléctricos ligeros oscila entre los 400 euros y los 800. “Depende sobre todo de la potencia del motor en las subidas”, ha especificado Eloi Grabolosa, encargado de la tienda de vehículos eléctricos Battery Things, a Metrópoli Abierta. En el caso de esta tienda, desde mediados del año pasado, las ventas de patinetes pequeños han aumentado un 50 %. Justo cuando entró en vigor la normativa.
Según Grabolosa, un 80 % de los compradores son locales y, la mayoría de ellos, “utilizan el patinete para moverse por Barcelona”. Además, la edad de los compradores varía entre los 25 años y los 45. Es decir, a grandes rasgos, son los jóvenes locales los que más utilizan este método de transporte.
EL CASCO, OTRA POLÉMICA
“No entiendo por qué los conductores de patinetes eléctricos tienen que ir con casco y las bicicletas, que alcanzan la misma velocidad, pueden circular sin casco”, ha exclamado indignado el encargado de la tienda Rent Electric, Luis Moreira.
Según dicta la normativa, “los patinetes eléctricos tanto pequeños como grandes, las ruedas eléctricas, las plataformas eléctricas y los segways” tienen la obligación –o recomendación– de llevar casco, mientras que en el caso de “los ciclos de más de dos ruedas” es opcional en todos los casos. “Este Ayuntamiento está en contra del turismo y se nota”, ha añadido Moreira.
La nueva ordenanza incluye sanciones desde 100 euros –las más leves– hasta 500 euros –las más graves. Pero parece ser que no ha sido motivo de peso suficiente para turistas y locales, puesto que algunos siguen circulando por las aceras sin casco. Y sin importarles demasiado.
Los patinetes eléctricos son una tendencia en auge que ha despertado tanto amor como odio entre los barceloneses. La convivencia entre los vecinos y los patinetes eléctricos... ¿sigue descontrolada? Por otro lado, la convivencia entre bicicletas tradicionales y elementos eléctricos que tienen que compartir carril empieza a caldearse. El buen tiempo, en cualquier caso, será el que intensificará esta situación. Para bien o para mal. Veremos.