Un nuevo verano caliente amenaza el normal funcionamiento del aeropuerto de El Prat. Los trabajadores encargados de la seguridad de la instalación ven con preocupación como la renovación de la concesión actual, que finaliza en el mes de junio, puede acarrear serios problemas.
La razón es que las principales empresas del sector, Eulen, la actual concesionaria, Prosegur y Securitas, no aceptan las condiciones laborales que sindicatos, patronal y Gobierno pactaron el pasado año. Las tres empresas consideran que los nuevos pluses salariales establecidos en dicho acuerdo no les permitirían lograr beneficios teniendo en cuenta al valor de la concesión. Aena paga casi 41,5 millones de euros por dicha concesión, pero estas empresas lo consideran insuficiente.
Por ello, los trabajadores ven con preocupación como la concesión podría ir a parar a empresas de menor tamaño y capacidad, que, según los propios trabajadores, "pagan mal y tarde", lo que sería una nueva fuente de conflictos.
Los empleados de seguridad de estas empresas ven en todo esto una medida de presión de las empresas del sector para reducir el sueldo de los trabajadores y aumentar sustancialmente los beneficios empresariales.
El asesor del comité de huelga de Eulen, Juan Carlos Giménez, considera que ante esta nueva amenaza de conflicto Aena podría optar por retirarse de las negociaciones, aduciendo que se trata de un conflicto entre empresa y trabajadores. Sin embargo, los trabajadores consideran que el origen del conflicto está en las licitaciones, por lo que creen que Aena debe implicarse para mediar entre las partes en caso de conflicto.
CONFLICTOS PERMANENTES
Los confictos entre los diversos colectivos de trabajadores que hay en el aeropuerto de El Prat son recurrentes. Cuando no son los servicios de limpieza, son los de restauración, o los taxistas, o el servicio de autobuses.
Los principales perjudicados de todas estas huelgas son los viajeros, que se ven obligados a soportar largas colas y a estar en el aeropuerto con varias horas de antelación para evitar que los retrasos en los controles de seguridad les impidan tomar sus respectivos vuelos. Aunque la mayoría de ellos suelen tomarse la situación con cierta resignación, también hay quien vive esos momentos con angustia, sobre todo aquellas personas que viajan con niños pequeños o co personas mayores.
Durante las huelgas que colapsaron el aeropuerto en el mes de agosto del pasado año, el Gobierno se vio obligado a echar mano de la Guardia Civil para evitar que se produjeran situaciones en las que la seguridad de la instalación se viera comprometida.