Barcelona sigue siendo atractiva para las empresas de patinetes eléctricos compartidos. La ciudad ha vivido diferentes etapas con la presencia de estos vehículos que viven un momento dulce. A la irrupción de algunas compañías en las calles de la ciudad le siguió una progresiva marcha de estas plataformas. El motivo: la falta de regulación de un sector económico que sí se ha instalado en otras urbes como Madrid. Ahora, la irlandesa Zipp proyecta una oficina en la capital catalana para continuar el desembarco de sus patinetes en el sur de Europa. La compañía también quiere estar presente en diferentes municipios del área metropolitana.
Nacido en 2019 en la Universidad de Dublín, Zipp está presente en Reino Unido, Polonia y Portugal. La compañía pretende ser un "complemento al transporte público". Lo explica Sergi Monferrer, el director general de la empresa en España. De momento ya han iniciado conversaciones con municipios del AMB como Molins de Rei, Sant Vicenç dels Horts, Cornellà de Llobregat, Vilanova i la Geltrú y Sant Feliu de Llobregat.
231 KILÓMETROS DE CARRIL BICI
Los 231 kilómetros de carriles bici de Barcelona representan una potente carta de presentación para las empresas. "Es una ciudad con una infraestructura muy buena para los vehículos de movilidad personal (VMP), buen clima, diferentes núcleos de población dentro de la misma ciudad y una población joven que ya conoce el servicio", subraya Monferrer. Este joven empresario está convencido de que la Ciudad Condal puede absorber más de 3.000 patinetes, la cifra de VMP compartidos que convivieron durante un tiempo en la ciudad.
Como el resto de empresas de la competencia, la plataforma irlandesa espera que el gobierno de Ada Colau convoque un concurso público que permita una llegada ordenada de las interesadas. "La convocatoria de un concurso de licencias se debe hacer en condiciones y garantizando que sea bueno para la ciudad, los vecinos y las empresas", señalan fuentes municipales.
EL PRECEDENTE DEL 'MOTOSHARING'
El Ayuntamiento no quiere tropezar con la misma piedra dos veces y quiere evitar el escenario de 2020 con el concurso de las licencias del motosharing, el alquiler de motocicletas compartidas. En junio de 2020 Barcelona concedió 6.958 licencias de motosharing entre 12 compañías de manera. Otorgó las mismas licencias para todas, lo que provocó un enfado mayúsculo entre las empresa pioneras que llevaban tiempo preparándose para la actividad y que tenían preparado un gran número de vehículos que, a posteriori, no pudieron aprovechar.
De vuelta al mundo de los patinetes, el pasado marzo, la última empresa, Reby, abandonaba Barcelona. Un mes después la patronal presionaba al Ayuntamiento para "acelerar" la regulación. La situación de Barcelona contrasta con la de Madrid, donde operan 14 empresas distintas (4.821 patinetes eléctricos). En la Ciudad Condal Monferrer explica que Reby y Bird aprovecharon un "vacío legal" para estacionar sus patinetes en la vía pública. Los patinetes se registraban en el Ayuntamiento, pero no contaban con una licencia propia de actividad económica. Alarcón argumentó entonces que la ley obliga al consistorio a hacer un concurso sobre las licencias de uso de espacio público, no sobre la actividad. "Nos obliga a hacer una cosa parecida al sharing de motos y bicicletas. Es decir, todas las empresas que se presenten tendrían que ganar el concurso".
A 20 KM/H
Los patinetes de Zipp circulan a una velocidad máxima de 20 kilómetros por hora (el Ayuntamiento fijó que estos VMP no pueden superar los 25 km/h). La empresa dispone de vallas virtuales que se activan cuando los patinetes cruzan la zona de circulación permitida, dificultando que incívicos y ladrones se lleven los vehículos. Esta medida de seguridad debería solucionar el "alto vandalismo" de Barcelona que preocupa a Monferrer, reflejado hace semanas en las fiestas de la Mercè. En los disturbios de plaza Espanya y también en la semana caliente del pasado febrero a raíz de las protestas contra el encarcelamiento del rapero Pablo Hásel, las motocicletas compartidas estacionadas en la calle sufrieron la ira de los violentos.
Coger un patinete de la marca irlandesa tendrá un coste similar al viaje de bus y metro. La empresa también estudia una tarifa plana mensual y trimestral. Monferrer es partidario de que la Guardia Urbana ejerza una mayor presión contra los infractores que circulan a bordo de un patinete. "Las autoridades deben presionar más", observa.
PERFIL JOVEN Y SIN CARNÉ DE COCHE
El perfil actual del usuario de patinete es el de una persona de entre 18 y 44 años, con especial presencia de la franja de edad 18-25 años, cada vez menos interesados en sacarse el carné de conducir. La empresa ha iniciado desde hace semanas una ronda de entrevistas para contratar a una cuarentena de personas. Zipp no acudirá a empresas subcontratadas y contratará directamente a su personal. Su director en nuestro país pone como ejemplo el modelo de Tarragona donde cuatro empresas se desplegaron con relativa rapidez y donde el servicio funciona de manera eficiente.