Tunel del metro de Barcelona en imagen de archivo
La línea del metro de Barcelona que ha cumplido 30 años y fue referente en modernidad: tenía seis estaciones
La línea del suburbano incorporó ascensores en todas las estaciones y máquinas expendedoras que aceptaban monedas, billetes y tarjetas de crédito
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Hace justo tres décadas, el 25 de septiembre de 1995, Barcelona estrenaba una de las infraestructuras más esperadas: la línea 2 del metro, identificada por el color violeta.
Con un primer tramo entre Sant Antoni y Sagrada Família, sus seis estaciones se convirtieron en un escaparate de innovación y accesibilidad que situó a la red barcelonesa entre las más avanzadas de Europa.
Una línea pensada para todos
La L2 fue la primera línea accesible del metro de Barcelona: incorporó ascensores en todas las estaciones y máquinas expendedoras que aceptaban monedas, billetes y tarjetas de crédito, algo insólito en la época.
Un convoy del metro de Barcelona en la estación
Todo ello acompañado de sistemas de control centralizados que garantizaban la seguridad y comodidad de los pasajeros.
Los trenes “tipo gusano”
La llegada de los trenes de la serie 2000 marcó un antes y un después. Su diseño continuo, con pasillos que conectaban los vagones, ofrecía por primera vez la posibilidad de recorrer el convoy de punta a punta.
Este formato, pionero en España y segundo en Europa tras París, mejoraba la movilidad interior y aumentaba la sensación de seguridad de los usuarios.
Una historia de obstáculos
El proyecto de la L2 no fue sencillo. Concebida en los años 50 para unir Horta y Sant Andreu con el centro de la ciudad, sufrió múltiples retrasos, parones presupuestarios y problemas técnicos, como filtraciones de agua y hallazgos arqueológicos que obligaron a modificar su trazado.
Solo con el impulso de los Juegos Olímpicos de 1992 la iniciativa volvió a cobrar fuerza, aunque la línea no se estrenó hasta tres años después.
Una taquilla del metro de Barcelona donde se compran los billetes / CRÓNICA GLOBAL
De seis estaciones a 18
Lo que comenzó como un recorrido de seis paradas se ha convertido hoy en una línea de 18 estaciones y casi 13 kilómetros de longitud. En 1997 se amplió hasta La Pau, en 2002 absorbió el tramo hasta Pep Ventura y en 2010 llegó a Badalona Pompeu Fabra, configurando el trazado actual.
Una inauguración multitudinaria
Antes de abrir al público, Transports Metropolitans de Barcelona (TMB) organizó jornadas de puertas abiertas que atrajeron a unas 60.000 personas.
La inauguración oficial, marcada por un ambiente festivo, reunió a figuras políticas como el presidente Jordi Pujol, el alcalde Pasqual Maragall y el ministro Josep Borrell, testigos de un hito urbano que marcó a toda una generación.
Estación de metro de Barcelona en una imagen de archivo
El inicio de una nueva imagen
Con la L2 llegó también un cambio estético para el metro de Barcelona: el rediseño del rombo rojo sobre fondo blanco y la modernización de la señalización que hoy sigue presente en toda la red.
Treinta años después, la L2 sigue siendo recordada como la línea de la modernidad: accesible, tecnológica y pionera.
Más allá de transportar miles de pasajeros cada día, representa un símbolo de la transformación urbana de la Barcelona de los 90, una ciudad que se proyectaba al mundo con la mirada puesta en la innovación y la integración.