Los vecinos de Torre Baró claman contra la falta de autobuses en el barrio
El periférico barrio barcelonés del distrito de Nou Barris cuenta solo con una flota conformada por seis buses
27 mayo, 2023 23:00Noticias relacionadas
Torre Baró es un barrio atrasado, abandonado. Eso, por lo menos, es lo que han relatado en varias ocasiones los vecinos en conversaciones con Metrópoli. Larga es la lista de problemáticas que atormentan a los aproximadamente 2.500 habitantes de la periferia barcelonesa. Desde la constante presencia de jabalíes que pueden llegar a ser agresivos, pasando por la ausencia de limpieza en las calles y la escasa presencia de contenedores de reciclaje hasta la falta de vivienda social, quienes allí viven llevan años en lo que parece una sempiterna lucha orientada no ya para mejorar el barrio, sino a conseguir unos servicios aceptables.
Una de las tribulaciones que más afectan a su calidad de vida, no obstante, es la deficiente movilidad en el barrio. Torre Baró tiene, pese a estar ubicada en una zona de montaña y con una gran verticalidad, solo seis autobuses en funcionamiento. La asociación de vecinos del barrio ha explicado a este medio que por allí transitan solo las líneas 180, 182 y 183, cada una de ellas dotada con solo dos vehículos. La distribución es desigual, y es que mientras que la zona norte cuenta con 5 de los seis transportes, por la zona sur circula un único bus que funciona a demanda.
GRANDES RETRASOS
El bus a demanda funciona de una forma "muy deficitaria", según relatan a este digital. Se trata de un servicio que presta TMB por el que, a través de una App llamada Shotl, los vecinos pueden programar las rutas para el autobús a 15 días vista. Por otro lado, cuando un habitante necesita transporte para cuestiones como ir al médico, puede solicitar a través de la aplicación que el vehículo vaya a buscarle a una zona de recogida y le lleve hasta la destinación deseada.
Sin embargo, los tiempos de espera oscilan muy frecuentemente entre los 60 y los 90 minutos. Estos retrasos no suelen producirse cuando se programan las rutas con antelación, pero al haber un único vehículo, cada noche, a las 00:00 horas, los vecinos "compiten" por ser el primero en programar una ruta y que esta sea aceptada. A pesar de que habitualmente se ponen de acuerdo para que el transporte público pueda satisfacer las necesidades del mayor número posible de personas, siempre hay quien se queda fuera. TMB ha asegurado a este medio que viajes con tiempos de espera superiores a una hora se corresponden con el 2% de los casos, que el 90% de los viajes tienen tiempos inferiores a 25 minutos y que el tiempo medio de espera para un viaje inmediato es entre 14 y 16 minutos, algo que dista mucho del testimonio que han dado varios vecinos. La operadora también niega que sea necesario que los vecinos se pongan de acuerdo para poder programar rutas, argumentando que los tiempos de espera y las cifras de pasajeros indican que se satisfacen las necesidades del barrio.
Así, cuestiones como llevar a personas mayores o con movilidad reducida a citas médicas -- o a sus casas cuando cae la noche y los jabalíes convierten las calles en peligrosas -- quedan en manos de los vecinos, que se ofrecen a hacer de chóferes, una suerte de red de apoyo mútuo. Sucede, además, que buena parte de los afectados son personas mayores, que no entienden o no se desenvuelven bien con nuevas tecnología, una situación que se conoce como brecha digital. Al respecto, la compañía pública defiende que se pueden hacer llamadas a través de la app y que se hicieron seis talleres formativos a los ciudadanos y hubo informadores en los vehículos.
En la zona norte, allá por donde transitan los cinco autobuses restantes, la frecuencia de paso es de, aproximadamente, unos 45 minutos. TMB asumió hace aproximadamente dos años el control del servicio de transporte público, que antes ostentaba la empresa Sagalés. Con el cambio de propiedad se redujo el número de efectivos, algo que se intentó suplir con el bus a demanda con --siempre según narran quienes allí viven-- nulo éxito.
El barrio también tiene zonas con nula o baja cobertura, lo que hace que el sistema de GPS del bus a demanda deje de funcionar. ¿El resultado? Los conductores noveles suelen perderse y los vecinos tienen que guiar por el callejero municipal a los chóferes para evitar desvíos. En este sentido, TMB considera que, si ha sucedido, se trata de casos puntuales.
También faltan marquesinas, necesarias para ofrecer refugio en días de lluvia. Toni, habitante de la zona sur, explica a este digital que el pasado martes se quedó esperando casi una hora y media a que llegara el bus, bajo la lluvia y "con el agua hasta las rodillas", pues el punto de recogida se ubicaba en una calle inundada por la falta de alcantarillado.
AVERÍAS
Torre Baró, como gran parte de los barrios de montaña, presenta una orografía especial. Se trata de un barrio muy vertical, con grandes, largas y pronunciadas pendientes que sus habitantes tienen que recorrer cada día para llegar a sus casas. Cuando los autobuses son antiguos, no son pocas las veces que se averían por gran variedad de motivos, como desprendimientos de los montículos aledaños que dañan llantas y ruedas o la falta de potencia de los motores necesaria para remontar los desniveles. Eso acentúa más la falta de vehículos y los retrasos.
HORARIOS
Todas las líneas dejan de operar entre las 22:00 y las 23:00 horas. En concreto, la 180 finaliza a las 22:15, el 183 a las 22:30 y el 182 a las 23:00 horas. Torre Baró no tiene ningún bus nocturno, por lo que la escasa movilidad existente desaparece a partir de esas horas.
Una joven que habita en el barrio comentaba a este medio que ella no puede salir de fiesta, a cenar o a ningún plan social por la capital catalana si no encuentra a alguien que la lleve. En fines de semana, el primer autobús comienza a circular hasta las 9:00 horas, lo que implica que el barrio se queda sin transporte público durante 10 u 11 horas.
EN SACO ROTO
Este problema histórico, que ha sido el protagonista de muchas manifestaciones y cortes de la avenida Meridiana durante las últimas décadas, parece distar de tener solución. Los vecinos tienen habilitado un grupo de Whatsapp con cargos municipales y de la compañía pública para notificar incidencias, pero aseguran que caen siempre en saco roto. Acusan, en este sentido, a miembros de ambas instituciones de ejercer de "filtros" para que las reclamaciones no lleguen al gobierno municipal.
La alternativa que han planteado es volver a cortar la Meridiana, una de las principales vías de acceso a la ciudad pero "en las últimas ocasiones, creemos que por motivos electorales, siempre se nos ha denegado el permiso".
Con todo, aseguran que seguirán luchando por tener un transporte público de calidad. "Volverán las movilizaciones una vez pasen los comicios de este domingo (...) solo pedimos un transporte público digno", sentencian.