Hace dos semanas Jeroni Ferré decidió desempolvar sus cuchillos de sushi para salvar su bar de tapas. Ubicado a unos metros de Drassanes, en la calle Montserrat, al bar Pimiento le iba bien. Sus raciones se habían consolidado entre su clientela. Pero como al resto de bares de Barcelona, la pandemia obligó a cerrar sus persianas el 14 de marzo, un año después de su apertura. 

Tras la llegada del coronavirus, que ha atropellado con dureza el sector de la restauración, y ante la imposibilidad de un descuento del alquiler del local, Ferré tenía dos opciones. "El escenario nos señalaba que no volveríamos a la normalidad hasta pasado agosto. Sin turistas, o nos reintentábamos o dejábamos el bar", comenta. Animado por su pasado enrollando makis y nigiris, este vecino de Gràcia de 39 años optó por lo primero.

MAMBO SUSHI

Delante de su local sonríe contento junto a su cocinero Xavi Lloveras. Por encima de sus cabezas se lee Pimiento Tapas Restaurant Bar. Debajo, unas grandes letras blancas informan al visitante del cambio de nombre del negocio: Mambo sushi, con una oferta de cuatro nigiris de gorra con el pedido.

Platos de sushi del nuevo Mambo Sushi, fotografíados por uno de sus clientes / G.A



En las redes sociales ya lucen los suculentos platos de sushi que se preparan en este local del Raval. Hace cuatro días que empezaron a entregar los primeros pedidos y parece que la faena marcha. De momento hacen entre 12 y 15 pedidos por la noche. "Esperamos llegar a las 35 comandas. Esta semana nos activamos ya de forma definitiva", lanza ilusionado el dueño del Mambo Sushi.

NUEVA ENCIMERA

Ferré ha dado un giro de 360 grados a su negocio para salvarlo. Para lograrlo cuenta, además, con la experiencia de Lloveras, con varias temporadas como jefe de cocina en un restaurante noruego a sus espaldas. Con una sencilla adaptación de la encimera para cortar con comodidad el pescado fresco y elaborar el sushi, la pareja de restauradores se pusieron manos a la obra con agilidad. "En dos minutos hemos recuperado la técnica", chulea en tono bromista.

Los huevos estrellados, el churrasco y los mejillones han quedado apartados. Con el anhelado fin del confinamiento, Ferré no descarta seguir con su oferta japonesa en función de los resultados. A partir de Sant Jordi, comenta, muchos restaurantes emperazon a reaccionar con los pedidos a domicilio que se empiezan a generalizar en algunas zonas. "Mucha gente se está readaptando, la oferta se redirige al domicilio", explica.

NUEVO LOGO

Este miércoles empezarán a intensificar la publicidad del nuevo Mambo Sushi con una nueva imagen de marca. Ferré cuenta que los mayoristas son los que están sufriendo más los efectos de la pandemia."Los proveedores han salido aun más tocados, están peores que los bares".

Plato de sushi del negocio de Jeroni Ferré / G.A



Ferré no cree que se recupere hasta pasados unos meses. "Esto es para mantenernos, quizá da para asumir algunos pequeños sueldos", pronostica el dueño de un bar. Mantener el suyo cada día cuesta unos 150 euros diarios, una cifra que ilustra la pesadilla de bares y restaurantes que sufren el estado de alarma desde hace más de 50 días.

MIEDO

"La gente tiene ganas de trabajar, pero hay miedo. Sin ayudas, afrontamos muchos gastos", señala. Ahora trabajan con una empresa de servicio de mensajería, pero en unos días Ferré se montará en su moto para repartir su nuevo producto estrella. De momento, el futuro de su negocio tiene acento japonés.

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