La falta de cobertura de salud mental en el sistema público sanitario está causando un impacto negativo considerable en millones de personas. Si bien el Sistema Nacional de Salud, divide en tres niveles la asistencia en salud mental: atención primaria, atención ambulatoria especializada y atención hospitalaria; la realidad es que solo un 60% de los centros sanitarios públicos españoles cuentan con la oferta de atención necesaria en esta área.

Según datos del Sistema Nacional de Salud, este 60% de servicios no es suficiente para el creciente problema de salud mental detectado en la población a raíz de la pandemia de covid-19. De hecho, los datos son preocupantes: el número de suicidios aumentó de 3.941 personas en 2020 a 4.003 en 2021. Este escenario ha empujado a la población a buscar alternativas en los seguros de salud privados.

Siguiendo el siguiente enlace: https://seguros-salud.arpem.com/ se puede contactar con un seguro de salud sin copago que puede ayudar a garantizar un acceso más justo y equitativo a la atención médica psicológica y psiquiátrica. A día de hoy, y mientras la sanidad pública no mejore sus servicios en esta área, los seguros privados están dando esta cobertura sanitaria tan necesaria.

La población española está deprimida

Un informe elaborado por Fundación Mutua Madrileña y la Confederación Salud Mental España constata que un 57% de la población se siente triste o deprimida, tres años después de finalizada la pandemia. Aunque el covid-19 supuso el 87,1% de los motivos para una mala salud mental, otras razones como los problemas económicos, la incertidumbre ante el futuro y las exigencias de la sociedad actual contribuyen a agravar estos problemas.

El citado informe añade que un 42%, o lo que es lo mismo, cuatro de cada diez personas han sufrido una depresión a lo largo de su vida. Otro porcentaje alarmante es el que confirma que el 47,6%, ha experimentado ataques de ansiedad o pánico. La mayoría buscan ayuda en la atención médica privada, como por ejemplo en el siguiente enlace: https://www.arpem.com/seguros-salud/seguro-medico-con-copago/

Diferencias entre hombres y mujeres

Por otra parte, el perfil sociodemográfico de la población afectada deja clara la desigualdad de género, con un 61,3% de mujeres frente al 38,3% de hombres. Y no es porque las mujeres sean más vulnerables al estrés, sino que asumen mayores cargas familiares y laborales. Mientras las mujeres se ocupan de trabajar fuera y dentro de casa y asumen los cuidados; los hombres se limitan a trabajar fuera de casa en la mayoría de los casos.

Además, dentro de estos porcentajes, las exigencias profesionales, académicas, escolares y las relaciones sociales y familiares son los principales factores desencadenantes de los problemas mentales. Otros factores de presión social en aumento, debido al abuso de las redes sociales entre los más jóvenes, son la disconformidad con la imagen física y el acoso escolar. En el caso de los adultos, el acoso laboral también juega un papel importante.

La salud mental sigue estando estigmatizada

Aunque la pandemia de covid-19 trajo consigo la visibilización de la salud mental y hoy en día las redes sociales están repletas de confesiones, consejos y todo tipo de historias al respecto. La realidad es que casi el 50% de las personas diagnosticadas con algún tipo de problema de salud mental, ha sentido rechazo social por parte de su entorno, sobre todo en el ámbito laboral. Con este panorama, es lógico que no haya confianza a la hora de compartir este problema.

Precisamente por este estigma social, unido a los pocos recursos que ofrece la sanidad pública, la mayoría de personas que sufren algún problema de salud mental acaba consumiendo fármacos como solución a sus problemas. Un claro ejemplo son los ansiolíticos y los antidepresivos, recetados como gominolas por los médicos de cabecera sin ningún tipo de control o seguimiento psicológico o psiquiátrico.

El consumo farmacológico ha subido

En este sentido, un reciente informe de la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes ha revelado que España encabeza el consumo mundial de hipnóticos, ansiolíticos, y sedantes prescritos con receta médica. Ser líderes mundiales en consumo de fármacos para amortiguar la angustia vital no habla nada bien de la sociedad española. Una sociedad cada vez más cercana al neoliberalismo salvaje estadounidense.

Y es que, dejando a un lado determinadas enfermedades mentales, que sí necesiten realmente de un tratamiento farmacológico, hay una inmensa cantidad de personas de todas las edades, incluyendo niños y adolescentes, sobrediagnosticados y sobremedicados. Un problema que en el futuro tendrá consecuencias inesperadas como ha sucedido con la crisis de los opioides en Estados Unidos.

Por último, también habría que añadir la desigualdad que sufre la población del medio rural, donde la falta de datos y servicios de asistencia sanitaria en general, y en particular en salud mental son muy preocupantes. La detección precoz y una mejora real de los servicios sanitarios, son de vital importancia si se quiere revertir esta otra pandemia mundial que está afectando a millones de personas.

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