El servicio de correo postal es uno de los más antiguos y, todavía, vigentes del mundo. Aunque ha cambiado un poco el modo de funcionamiento y, hoy en día, contamos con sistemas mucho más eficientes, continúa siendo fundamental para la entrega de documentos y para transmitir información que puede ser de interés para el usuario.
Es bueno destacar que el impacto del correo va más allá de simplemente hacer entregas de documentos importantes. Y es que, son muchas las empresas que también hacen uso activo de esta herramienta para promocionar e impulsar sus productos y servicios a través del buzoneo. No en vano, se ha demostrado que el buzoneo en Madrid, así como en muchas otras ciudades, se posiciona como una de las estrategias de marketing más efectivas en lo que respecta a retorno de inversión, sin contar con que también es una de las más económicas.
Pese al avance de las nuevas tecnologías, especialmente en lo que respecta a la digitalización, el correo continúa posicionándose como un servicio valioso para la sociedad actual. Un servicio clave para comunicarnos de forma efectiva e impulsar el comercio.
Es un servicio que cumple con un rol crucial para la conectividad global y el comercio en general. Las actividades de buzoneo Barcelona y en cualquier otra ciudad, sin importar su tamaño, son un buen ejemplo de cómo ha evolucionado este servicio, pero continúa siendo tan vigente como lo fue en sus orígenes.
El origen asiático
Antes de adentrarnos en la historia del correo postal en España, conviene conocer el origen de este servicio que es tan antiguo que se remonta a 4000 a. C. en China. Se tiene importante evidencia en el que ya, en aquel entonces, hombres a caballo que recibían el nombre de “Ching Pao“, se dedicaban a recorrer los caminos.
En un principio, estos heraldos transmitían misivas muy simples, pero posteriormente también se dedicaban a transmitir mensajes oficiales. Sin embargo, es importante destacar que el primer establecimiento que hace referencia de las postas, es decir, un establecimiento dedicado a la recolección de mensajes para luego enviarlos, se registró en la antigua Persia. En este caso, el conocido historiador Xenofonte, indica que Ciro el Grande, conocido por ser el instaurador de la dinastía aqueménida, fue el que impulsó este establecimiento.
La Grecia antigua
En el mismo contexto anterior, el también historiador Heródoto, explicaba que había, nada más y nada menos, que ciento cinco casas de postas. Estas casas estaban, aproximadamente, a un día de camino unas de otras. Este sistema, sin duda alguna, es el más parecido a cómo, posteriormente, evolucionó el servicio en el resto del mundo.
Por otro lado, en lo que respecta a Grecia, uno de los imperios más avanzados, el sistema de transmisión de mensajes lo hacían personas que eran conocidas por caminar sin descanso. A estas personas, el gobierno y los particulares les pagaban por este servicio, el equivalente al cartero actual.
Roma toma el relevo
En el imperio romano sí que había casas de postas que eran conocidas como stationes y también había un correo militar conocido como statores. No fue, sino hasta que gobernó Augusto, que el servicio de correo se extendió al resto de las regiones o provincias que pertenecían al imperio. Al principio, los mensajes eran transmitidos por mensajeros que se trasladaban a pie, pero luego hicieron uso de los caballos.
Como dato curioso, una de las leyes del código teodosiano, el cual hace referencia a las leyes que estaban vigentes durante el Bajo Imperio, fija las distancias que debían existir entre las correspondientes postas, así como también el tiempo estimado de llegada entre unas y otras por parte de los mensajeros.
El correo postal en La Edad Media y su llegada a España
Luego no fue, sino hasta el siglo X cuando, tras la aparición del papel, cuando este servicio se extendió más entre todos los particulares que quisieran comunicarse. La precursora de esto fue La Universidad de París, que al recibir a tantos estudiantes que querían comunicarse con sus familias, debió ingeniarse un sistema más eficiente.
En un principio, la forma de transmitir los mensajes era a través de mensajeros que estaban matriculados para cumplir con dicha tarea, se llamaban los nuntii volantes. Luego, en el año 1166, Bernat Marcús, un burgués barcelonés, creó un sistema de correos especialmente diseñado para las personas que pertenecían a las cortes reales. El sistema que creó Marcús fue sumamente importante porque, entre otras cosas, estandarizó las rutas y precios. Se trató de la primera red más parecida al modo de funcionamiento del correo moderno. Sin embargo, no fue sino hasta después de la Reconquista, cuando los Reyes Católicos establecieron por primera vez el correo en la península.
De servicio Real a público
Luego, en el año 1506, la reina Juana I de Castilla, nombró como correo mayor a Francisco de Castilla de la casa Thurn y Taxis, quien se había destacado por organizar los correos centroeuropeos.
Posteriormente, en el año 1610 se implementó un sistema que consistía en el envío de la correspondencia en valijas cerradas conocida como la estafeta. Cuando llegaron los Borbones al poder, establecieron el servicio de correo como un servicio público de Estado y fue cuando nació la empresa Correos, específicamente en 1716.
También por mar
Otra de las fechas más destacadas dentro de la historia del correo postal en España es el año 1764, cuando se promulgó el Reglamento Provisional del Correo Marítimo. En este reglamentó se establecieron directrices que marcarían las comunicaciones entre España y los territorios que tenían en América. Luego, en 1777 fue cuando se promulgaron las regulaciones definitivas del Correo Marítimo.
En definitiva, el correo postal ha sido clave para el desarrollo del mundo y de las comunicaciones. A diferencia de otros servicios, hoy en día continúa siendo esencial para la sociedad, ya sea para recibir comunicaciones importantes o simplemente para recibir información de productos y servicios que puedan ser de su interés. Es una de las formas más básicas, simples y al mismo tiempo, efectivas, que tenemos para comunicarnos con el resto del mundo.
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