Pásate al MODO AHORRO
Varios niños saliendo de un colegio en Barcelona

Varios niños saliendo de un colegio en Barcelona EUROPA PRESS

Opinión

La Generalitat y el sexo infantil

"Antes había policías políticos, era por Dios, la Patria y el caudillo. Ahora, por Palestina, por los homosexuales, lesbianas, transexuales y lobbies como la Fundación Bofill y Rosa Sensat"

Publicada

El gobierno de la Generalitat de Catalunya pregunta al alumnado de 10 años y menos: “¿Cómo te sientes? Niño, niña. No me siento ni niño ni niña. No lo sé. No lo quiero decir”. De nuevo, la pulsión controladora de socialistas, comunes, cuperos y la Universidad Autónoma de Barcelona.

La coartada de tan descarado control ideológico y social es una Enquesta d’Educació, de Salut i Social dels infants a Catalunya. Que en su Bloc Sociodemogràfic pregunta: “¿Qué año naciste? ¿Cómo te sientes? ¿Cuándo naciste qué te dijeron que eres? Un niño, una niña. No lo quiero decir”.  

En los tres apartados se permite No quiero responder y No quiero decirlo. Pero en cada uno hay un asterisco en rojo y con letra pequeña donde se lee: “Hay que responder”. Espiando y manipulando así la inocencia de las criaturas.

Como cuando la dictadura franquista. En algunos colegios religiosos y laicos, algunos curas y falangistas obligaban a los menores a escribir un deseo o cosas sobre su familia. Y guardaban las respuestas en sobres en blanco.

Decían que eran anónimos, pero conocían perfectamente la caligrafía de cada estudiante. Las amagaban tras una imagen religiosa, asegurando que así se cumplirían sus deseos y se arreglarían los asuntos familiares.

A la vuelta de vacaciones, los sobres ya no estaban. Eran los supuestos docentes que actuaban como policías políticos. Nunca descubrían a los colegas pederastas y permitían el acoso a los críos débiles. No eran todos ni muchos, pero haberlos los había.

Como los hay ahora. Son los que violan los derechos a la intimidad de los menores. Los que adoctrinan políticamente. Los que tergiversan la formación de las criaturas. Y los que permiten colgar carteles y banderas políticas en los patios y en las aulas.

Antes era por Dios, la Patria y el caudillo. Ahora, por Palestina, por los homosexuales, lesbianas, transexuales y lobbies como la Fundación Bofill y Rosa Sensat. Antes, por la causa religiosa. Ahora, por los obsesos sexuales de las nuevas religiones y sectas woke.

No es la primera vez. La Consejería de Educación ya se vio obligada a retirar un “programa afectivo-sexual” y un taller para niños de entre tres y seis años que enseñaba a masturbarse. Pero el Parlament ha aprobado que la “educación sexual integral” se imparta en Infantil, Primaria y Eso. Habrá que ver los programas.

Por si fuese poco, el chiringuito parapolicial llamado Plataforma per la Llengua se dedica al espionaje y a la delación sobre qué idioma hablan los niños en el recreo, en sus casas y en qué lengua imparten las clases los docentes.

A estas prácticas del sector socialista autoritario, se suman los antidemócratas comunes y cuperos. Resultados: Fracaso escolar asegurado. Seguir en la cola de los informes Pisa. Cada vez más alumnos y profesorado con problemas de salud mental.

Ante semejante panorama, que sólo tiene visos de empeorar, hay que proteger a las criaturas y no dejar que se acerquen a los neo-frailes, neo-monjas y apóstoles del ellas, ellos y elles.