El portal de transparencia de TMB es una broma. Una broma muy pesada. Indigna de una empresa pública que gestiona la movilidad de los barceloneses y las poblaciones del área metropolitana. La información sobre los sueldos de los directivos es tan opaca como desfasada está, puesto que no se actualiza desde agosto de 2016. Curiosamente, en el departamento de prensa aseguraron a Metrópoli Abierta que se revisaría en cuestión de días.

Retraso al margen, más allá de un prolongado descuido, sorprende que en las retribuciones no figure el nombre de las personas. Solo aparece el cargo y el sueldo, pero la cosa no acaba ahí. Se informa de que la persona que percibe una nómina más alta (algo más de 135.000 euros) es la directora de la red de bus. Hoy este cargo lo ocupa un hombre.

Si cuestionables son estos hechos, que contrastan con la información detallada de la página de transparencia municipal, menos elegante fue la reacción del director del gabinete de prensa, Oriol Pàmies, cuando una redactora de Metrópoli Abierta preguntó por la falta de rigor del portal al consejero delegado de TMB, Enrique Cañas. Antes de que el máximo ejecutivo pudiera responder, Pàmies cortó la conversación y se remitió a un anterior correo electrónico enviado a esta redacción en el que nada aclaraba.

Las malas praxis de TMB no son nuevas. El 13 de junio de 2017, por ejemplo, este medio informó de que la directora financiera de TMB (Dolores Bravo González) había nombrado a dedo a su marido (Andrés Blanco Díaz) como nuevo encargado de compras. La respuesta que recibió Metrópoli Abierta fue que la señora Bravo consideraba al señor Blanco una persona muy competente. Faltaría más.

También molestó en las altas esferas de TMB la información (3 de julio de 2018) que retrataba la actitud racista de dos revisores del metro que solo pidieron los billetes a dos inmigrantes y a una mujer latina ante la sorpresa, e indignación, de muchos pasajeros.

Los sueldos de los altos cargos TMB en los años más duros de la crisis económica suscitaron mucho revuelo cuando salieron a la luz pública. En la empresa pública nadie salió trasquilado. Su difusión indignó a muchos trabajadores, los mismos que en los últimos años han denunciado la gestión de Cañas, un ejecutivo que salió escaldado de Zaragoza, destituido un año después de su designación. En Barcelona cuenta con mayor protección.