El mandato de Ada Colau (y su liderazgo) ha envejecido mal y de forma prematura incluso para los que esperaban poco de él. ¿Una muestra? Las deserciones de dos destacados en su lista revelación de hace 4 años. Sus teóricas manos derecha e izquierda en el Ayuntamiento de Barcelona, Gerardo Pisarelo, Primer Tenient de Alcalde, y Laia Ortiz, Segunda teniente de Alcalde.
Su número 2, Pisarello, ya nos hizo saber hace semanas que lo deja para buscar acomodo en Bruselas. Allí, si consigue salir elegido eurodiputado, estará mejor remunerado que en el Ayuntamiento de Colau, donde ella y los suyos se pusieron la soga al cuello con su anuncio electoral de “ajuste” de salarios, cuando ni ellos pensaban que acabarían ganando. Luego, tampoco calcularon que 11 concejales tendrían que asumir en súper minoría la gestión de un Ayuntamiento gigante donde la mayoría está fijada en 21 ediles.
Pero como la líder parece tener alergia al pacto, no ha conseguido en todo su mandato ninguna alianza estable con otra fuerza política que descargara a los suyos de peso de gestión, excepto con un PSC al que sus bases expulsaron por la aplicación del 155. Así las cosas, con un sueldo mermado por la aportación que se va al partido (porque aquí, tranquilos que al contribuyente no se le ahorra nada), la trabajera ha sido de aúpa. Parece ser que en Bruselas, Pisarello ahora ve un destino más inspirador.
Y ahora hace dos días, Laia Ortiz, la segunda Teniente de Alcalde, justo por debajo en rango a Pisarello, explicaba en Facebook que a tocar de los 40, piensa que es momento para un cambio y “explorar nuevos caminos”. Deja la política. Y por supuesto que le deseo lo mejor, pero a la vez no puedo dejar de pensar en las causas o en las pobres perspectivas y motivación que pueden decidir a alguien joven a dejar la política cuando en teoría tiene la opción de incidir en ella y de transformarla desde una institución tan potente como el Ayuntamiento de Barcelona y al servicio de los ciudadanos de la mano de la administración más cercana. Solo habrá estado ahí 4 años.
Qué pena de experiencia ha debido tener Ortiz, ¿no? En todo caso, como lo de Pisarello, quizás indicativo. Porque, cuando tu círculo más inmediato en el poder salta del barco, o no lo has tratado muy bien, o tu (su) gestión es más bien pobre, o la perspectiva de futuro pinta triste, o quizás todo ello y algo más. En todo caso, nada bueno.