Veremos lo que da de sí la apuesta de Esquerra por Ernest Maragall en detrimento de Alfred Bosch, muy en la línea de los últimos años de los republicanos, que buscan por tierra, mar y aire hacerse con parte del pastel de un PSC que estaba en fase de voto claramente menguante. Pero el caso es que no lo han acabado de conseguir nunca, y además, con lo rápido que cambia todo hoy en día, camino de ello se encuentran que los socialistas vuelven a estar en el gobierno de España, ergo recuperando moral y posiciones. Eso por un lado, por el otro tienen a un Junts per Catalunya (JxCat) que las encuestas (no así las urnas) acostumbran a menospreciar en detrimento de ERC. Pero este es otro tema. Aquí, ahora, quiero dejar encima de la mesa una realidad incómoda, no solo para ERC, también para Ada Colau y los Comuns: de allí donde pescaron (o de donde se planteaban pescar) pinta ahora caladero de votos que se pone difícil.
Así las cosas, dos cambios de guión remueven el tablero respecto de la anterior campaña electoral: primero, en un contexto donde la reivindicación feminista ha cobrado especial importancia, Colau ya no es la novedad mujer con opciones de liderar el Ayuntamiento de Barcelona, y ahora tiene compitiendo con opciones de gobierno a Elsa Artadi (JxCat) y Laia Bonet (la 2 de un Jaume Collboni reforzado). Y segundo, está claro que en este contexto, el PSC difícilmente volverá a regalar votos a mansalva al colauismo, por ejemplo en plazas tradicionalmente pro-socialistas como Nou Barris. Ahí estuvo una de las claves de los pocos miles de votos que hace 4 años dieron la victoria a Colau sobre el alcalde Xavier Trias. Pero ahora Colau ya no esta sola compitiendo por el voto de izquierdas no soberanista en la ciudad. En las anteriores elecciones, el PSC casi pierde por incomparecencia, estrenando candidato entonces poco conocido y con el partido hecho unos zorros. Eso ya no pasa, como tantas otras cosas. Hay partido.