Esta semana he hecho la prueba. He pasado a mis alumnos de la Facultat de Ciències Polítiques i de l’Administració de la UPF uno de los tres vídeos estilo youtuber que la alcaldesa Ada Colau lleva colgados en esta plataforma de vídeos en línea. El resultado ha sido bastante unánime, en una aula con unos 50 jóvenes de entre 20 y 22 años. Y un concepto ha sobrevolado la conversación: desubicación. Por dos motivos principales.

Cabe apuntar que yo personalmente no encuentro los vídeos de Colau como un gran desatino. Los candidatos hoy día comunican a públicos muy diferentes por canales que también pueden no tener nada que ver los unos con los otros, y que en consecuencia tienen sus propias normas de funcionamiento, códigos o registros. Yo, además, consumo Youtube, sigo diferentes cuentas de youtubers jóvenes y no tan jóvenes, y es evidente que Colau y su equipo han sabido captar cosas que ahí funcionan. Dicho lo cual, ante la duda y las críticas leídas en redes y medios a la iniciativa de la alcaldesa, he querido preguntar a una pequeña muestra de gente joven. Resultado: poco o nada de argumentos a favor y, entre los argumentos en contra, uno que me ha impactado por lo simple, claro y directo: “Somos jóvenes, no idiotas”. Es decir, que Colau, queriendo hablar a los jóvenes, haciéndose pasar por una de ellos, no cuela.

O sea, que será muy progre y enrollada y lo que sea, pero quizás como adulta que es, hablando de según qué maneras a un público que ella cree que igual se expresa así, más que generar confianza provoca desconfianza, recelo y hasta un cierto punto de indignación por aquello de hablar a los jóvenes como si fueran criaturas. Hay maneras más actuales y contundentes de describirlo, pero yo aquí le pondré una etiqueta que hace pocos años cuajó y que no es tan ofensiva: viejoven. Gente de una edad que quiere ir de muchachada… y no. La cosa no va.

En segundo lugar. La adecuación al cargo que se ocupa. La muestra de jóvenes universitarios que ha visualizado conmigo un vídeo de Colau en Youtube, no solo ha objetado que la alcaldesa se ha equivocado al querer parecer (de forma mal interpretada) un pre-, post- o adolescente en ciernes. Ellos, en general y según el cliché, poco dados a la liturgia institucional, han apuntado que quizás ese registro tan informal queda fuera de lugar, por no decir directamente impropio, sobreactuado y poco creíble.

Vamos, que no se creen que la alcaldesa de Barcelona, ahora, a dos días de las elecciones, haya asumido este registro comunicacional de forma sincera ni que transmita verdad. Los comuns se vendían como “lo nuevo” hace cuatro años. Han gobernado bastante como siempre, ¿y ahora van de guais? ¿Proyecto viejoven? El caso es que tampoco por ahí compra mi muestra. Y sí, es muy limitada y no sé decantada hacia dónde, aunque ahí no me ha parecido percibir ni neocons ni gente conservadora. Seguiré informando. A la espera de nuevas ideas geniales que tengan los candidatos para aproximarse a los votantes.