El mismo día que se multiplican las informaciones sobre el posible fallecimiento de Kim Jong-un, Ada Colau ha rendido su particular homenaje al dictador de Corea del Norte con un tuit ofensivo para justificar la inversión que hace el Ayuntamiento de Barcelona para modernizar su flota automovilística. En plena pandemia del coronavirus, la alcaldesa ha cambiado su contaminante SEAT Alhambra por un elegante Peugeot 308 Hybrid4, valorado en 47.000 euros. Y el descubrimiento, le molesta.
Ante la imposibilidad de desmentir la información avanzada por Crónica Global y recogida por algunos medios, como Metrópoli Abierta, Colau ha optado por denunciar “una campaña de la derecha” como respuesta. Alega que su contratación se ha hecho a través de un sistema de renting, dentro de una campaña de “renovación” de toda su flota de vehículos.
A finales de febrero, Metrópoli Abierta ya informó de que Colau estaba probando algunos vehículos. Entre ellos, el Peugeot 308 y un Kia Niro. La investigación fue confirmada por la Guardia Urbana, pero el departamento de prensa de la alcaldesa no quiso dar ninguna información, alegando motivos de seguridad.
Ante la certeza de estas informaciones, Colau ha optado por la pataleta. Por la descalificación gratuita. Sin argumentos en su nueva campaña de acoso y derribo contra los vehículos motorizados de los barceloneses, tilda las informaciones veraces como fake news para contentar a su parroquia (a Colau, curiosamente, la critican las asociaciones de vecinos del Eixample de plegarse a los deseos de la Sagrada Família para construir su imponente escalinata).
Colau, obviamente, ya no se acuerda de sus promesas electorales de 2015. No digamos ya en materia de vivienda. Hace cinco años, y con su activismo muy impregnado en sus discursos, la alcaldesa expresó el compromiso de acabar con los coches oficiales en el Ayuntamiento de Barcelona. De lo dicho entonces, ni sabe ni se acuerda.
En 2020, Colau rara vez viaja en metro. Tampoco debe hacerlo una alcaldesa de Barcelona por sus compromisos oficiales. Si alguna vez lo hace, como el 8 de marzo de 2019, es para fotografiarse al lado de mujeres trabajadoras en una jornada reivindicativa. Entonces, y como si de una gesta se tratara, la alcaldesa inmortalizó la fotografía en sus redes sociales porque siempre queda bien simular que todavía es muy progre.
Colau tampoco se desplaza en patinete o con el deficitario servicio del Bicing. Prefiere el coche caro, de alto standing, con todas las comodidades para sus desplazamientos. Eso sí, que sea lo más ecológico posible, que para vehículo contaminante ya nos basta con el de su concejal de Emergencia Climática. Porque Badia es otro personaje contradictorio de los que da lecciones y no predica con el ejemplo. Ni cuando habla de una vida sostenible ni mucho menos en la gestión del dolor por la muerte. Su gestión como presidente de Cementiris de Barcelona acabará quemándolo, pero esa es otra historia. Otra historia de terror.