La primera edil de Barcelona ha solventado la primera reprobación del año, presentada por Junts per Catalunya. Fue muy feo que la alcaldesa burlara el confinamiento, pero la propuesta de Junts tenía un tufillo de ataque personal y, sobre todo, electoralista. Solo Ciudadanos, necesitado también de empuje electoral, se apuntó al carro.
Pero, ciertamente, quien necesita empuje electoral es la alcaldesa de Barcelona y líder de su formación, los comunes. No pasan los morados catalanes por su mejor momento, y lejos quedan aquellas expectativas de victoria en las generales, en las municipales y no digamos en las autonómicas, donde nunca han obtenido un resultado superior al que tuvo su antecesora, Iniciativa per Catalunya.
Por eso, la alcaldesa deja de ser alcaldesa y se dedica en cuerpo y alma a las elecciones del 14F. Pablo Iglesias le dejó los pies llenos de barro comparando a Puigdemont con los exiliados republicanos, y Colau se ha afanado a solventar la situación. Primero, acusando a Salvador Illa y a Pedro Sánchez de electoralismo por la celebración del Comité Federal en Barcelona. De hecho, fue un comité telemático, aunque para la alcaldesa fue irresponsable. Quizás no le gustó ni una pizca que los socialistas se definieran como “la izquierda”, erosionando sin duda sus bases electorales. El CIS le dio aire a Colau manteniendo su presencia actual en el Parlament con un leve ascenso, pero la volatilidad del electorado indica que los comunes pueden perder entre 30.000 y 50.000 votos, algo letal para sus mermadas fuerzas.
En esta tesitura, la alcaldesa busca cualquier resquicio no para hacer de alcaldesa, sino para hacer de candidata. El sábado lanzó un tuit pidiendo que el Gobierno ratifique el Tratado de Prohibición de Armas Nucleares de la ONU. No consta que Colau haya hablado con el vicepresidente Iglesias sobre un tema que no cuenta con la ratificación de los países con armas nucleares, ni con el visto bueno de la OTAN ni de los países que son miembros natos del Comité de Seguridad. Vamos, que la firma o no de España es baladí, porque tampoco consta que España tenga armas nucleares. El buenismo de la propuesta es intrascendente, solo entendible porque estamos en puertas del 14F.
Siguiendo el repaso semanal, no se han visto iniciativas políticas de la alcaldesa en la gestión cotidiana de la ciudad. El resultado es cero. Los comerciantes y los restauradores, los más afectados por la pandemia, no encuentran un aliado en el consistorio. Los ciudadanos seguimos viviendo rodeados de bloques de hormigón, y el Ayuntamiento pasa de todo en materia de personas vulnerables. Aunque les parezca mentira, de todos los ayuntamientos del Área Metropolitana de Barcelona, el único que no ha firmado el protocolo de protección de los ciudadanos en peor situación para evitar cortes en suministros básicos como el agua es el Ayuntamiento de Barcelona. Estaría bien que la alcaldesa nos explicara el por qué de este bloqueo. La empresa, por responsabilidad, no corta el suministro, pero no firmar el protocolo impide que el consistorio pueda tener información actualizada sobre los colectivos que, víctimas de la pandemia, se están viendo afectados por la situación y entran en este umbral de la vulnerabilidad social. Colau está más preocupada por otras cosas. Y eso, señora alcaldesa, sí es irresponsable.