Barcelona ha votado socialista. Por Salvador Illa. El PSC ha ganado con el 23,56% de los votos emitidos en la capital, casi 28.000 más que ERC. Mucho más contundente ha sido el triunfo socialista en el conjunto del área metropolitana, con poblaciones (por ejemplo en L’Hospitalet de Llobregat y Sant Adrià del Besòs) en las que prácticamente triplicaba el número de votos de los republicanos.

El PSC recupera el poder perdido en los últimos años. Vuelve a ser la fuerza mayoritaria, la gran referencia de la izquierda. Los comunes ni tan siquiera han logrado el 10% de los votos en Barcelona. Su fuerza en las autonómicas, no obstante, siempre mengua en beneficio de los socialistas, que enfocan ya las elecciones municipales de 2023 con el objetivo de superar a Colau. En mayo de 2019 lograron dos concejales menos que la actual alcaldesa, un resultado que ya constató su recuperación tras la hecatombe de 2015 (cuatro concejales).

El de Colau y Collboni es un matrimonio de convivencia, con importantes discrepancias en temas económicos, de movilidad y de seguridad. Muchas veces da la sensación de que los comunes tienen más afinidad con ERC que con el PSC, incómodo con algunas medidas de Colau que no cuadran con su pasado.

El PSC rema con el viento a favor. Collboni no tiene el carisma de Colau, inteligente en la gesticulación y torpe en la gestión de los problemas reales de los barceloneses, pero la historia avala al PSC, un partido mucho más solvente en la resolución de conflictos, sobre todo en tiempos difíciles como los actuales.

Barcelona necesita un cambio. Precisa más determinación y menos ideología. Más soluciones y menos conflictos. De momento, no se vislumbran cambios inmediatos, pero todo apunta a que el PSC se desmarcará de Colau dentro de un año. No sería la primera ruptura entre comunes y socialistas. Hace seis años, Colau aseguró que no optaría a un tercer mandato, pero ahora ha cambiado su mensaje con la excusa de la pandemia. Sin ella, Barcelona en Comú tiene menos gancho electoral, pero el desgaste es importante. El PSC, mientras, opta por un perfil bajo y por no quemarse. Tras su victoria (tal vez estéril) en las autonómicas, los socialistas preparan ya la batalla de Barcelona.