"Ha sido un gol por toda la escuadra a la Lgtbifobia". La literalidad de la frase no es mía, sino que la ha pronunciado recientemente el waterpolista profesional del CN Terrassa Víctor Gutiérrez. Y ciertamente no le faltan razones. Después de hacerse oficial la primera sanción por homofobia del deporte profesional en España, impuesta por la Federación Española de Natación contra el también jugador de waterpolo Nemanja Ubovic, del CN Sabadell, por proferir este último insultos homófobos contra el waterpolista del club egarense durante y después del partido que enfrentó a los dos equipos vallesanos en la liga regular.
Indudablemente la sanción de cuatro partidos anunciada por la Federación Española de Natación supone un hito en la lucha contra la erradicación de la Lgtbifobia en el mundo del deporte. Un punto de inflexión que debe servir para poner coto a la situación de impunidad instalada en los recintos deportivos de nuestro país y, por tanto, en las competiciones deportivas profesionales y amateurs, convertidas durante demasiados años en escenarios y focos de la violencia verbal contra las personas #LGTBI.
De repente, el castigo federativo a Nemanja Ubovic lanza un mensaje claro y contundente contra las conductas de discriminación por motivo de orientación sexual en el mundo del deporte. Esta sanción significa un precedente y representa un punto de no retorno. A largo plazo, un paso definitivo para que las instalaciones deportivas sean espacios seguros, libres de conductas de odio y Lgtbifobia.
Es evidente que aún falta mucho por hacer a nivel legislativo, como por ejemplo automatizar este tipo de sanciones; de la misma forma que un árbitro o árbitra castiga un codazo en el baloncesto, o una patada malintencionada en el fútbol, se debe poder hacer lo mismo con un insulto de odio. Necesitamos una ley del deporte que señale y corte de raíz los comportamientos lgtbifóbicos.
Hay algo más. En un ámbito como el deportivo en el que la visibilidad se reduce prácticamente a la insignificancia, es necesario poner en valor el coraje y la valentía de Víctor Gutiérrez a la hora de denunciar unos hechos que han permitido poner nombre y apellidos a la lgtbifobia. Una decisión que debe contribuir a hacer del deporte un lugar mejor para todos y todas. En definitiva, ha sido un gol por toda la escuadra.