Con el fin del estado de alarma, volvemos a retomar nuestra vida cotidiana, ya podemos salir para ir a un bar o cenar en un restaurante y volver a casa más allá de las 22:00h de la noche. Pero esta vuelta a la normalidad no debe servir para que el incivismo utilice la puerta de atrás para colarse y hacer botellones, molestando a vecinos con el ruido y ensuciando parques y calles. Un problema que, con el verano a la vuelta de la esquina, puede agravarse y hasta enquistarse, como pasa casi todos los fines de semana (extendiéndose también alguna noche entre semana) en muchas playas de Barcelona, plazas y parques, como es el caso del parque del Poblenou, ubicado en Paseo Calvell.
Concretamente, en el parque del Poblenou cada fin de semana hay una fiesta. Sin respetar la distancia de seguridad, siendo el 90% de las personas que hacen botellón las que no llevan mascarillas, y en la mayoría de los casos bebiendo de la misma botella. También provocan mucho ruido en la zona ya que, o bien ponen la música a tope, o en alguna ocasión hay alguna trifulca entorpeciendo así la paz y descanso de los vecinos. Estos botellones no se quedan solo en ruido, sino que además la gente genera mucha suciedad dejando botellas, vasos y bebidas tiradas por el suelo, haciendo también imposible pasear por esa zona o practicar deporte hasta que el personal de limpieza retira toda la porquería.
Cuando finalizó el estado de alarma hubo grandes concentraciones de gente consumiendo alcohol en sitios céntricos como los paseos del Born y Lluís Companys, frente al MACBA... sitios donde los agentes dispersaron a gran cantidad de personas que luego se desplazaban a las playas y a zonas que son muy concurridas para los botellones, como los jardines ubicados en paseo Calvell, siendo ya una práctica habitual cada fin de semana.
Las restricciones, poco a poco, finalizan, pero no con ello la crisis sanitaria, aunque parece que este peligro provocado por los botellones no es entendido por mucha gente, que pone en riesgo su vida y la de los demás con este tipo de comportamientos irresponsables. Estos comportamientos deben ser perseguidos desde el gobierno de Colau. Debemos recordad que el botellón, de por sí, es ilegal, está prohibido y por ello se puede y se debe multar. Si a esto le añadimos la situación actual del covid, este tipo de comportamientos imprudentes, insensatos y egoístas se deben penar mucho más. Ya no se trata de desalojar o dispersar los botellones, se trata de acabar con el incivismo de todos aquellos que participan en ellos. Podemos salir a la calle a pasear, a tomar algo en una terraza, pero no podemos beber alcohol en una vía pública, y mucho menos sin mascarilla, sin distancia social y con un grupo numeroso de personas poniendo en riesgo la vida de mucha gente. Si esto no se cumple, debe ser el gobierno de Colau el que lo pare, ya que dispone de los medios suficientes para frenar esta situación, y que los fines de semana, para los vecinos del paseo Calvell, como de muchos otros en la ciudad de Barcelona, sean apacibles, tranquilos y cívicos.