El puerto de Rotterdam y la ciudad vivían de espaldas. Ahora están felizmente casados, la ciudad ha recuperado el río y el frente marítimo y el puerto tiene unas instalaciones modernas, competitivas, con tecnología avanzada respetuosa con el medio ambiente. “Puerto y ciudad conviven para co-evolucionar de una manera orgánica y armónica”, dice el blog urban-e, territorio, paisaje, sostenibilidad y diseño urbano, titulado “una verdadera historia de amor”. No fue un romance exento de problemas. Así lo describe la página web del puerto “En 2004, la construcción del segundo Masvlakte recibió la aprobación inicial, pero el Consejo de Estado detuvo el proyecto en 2005 porque los planes no tenían suficientemente en cuenta el impacto ambiental. Sin embargo, el 10 de octubre de 2006 se consiguió la aprobación para comenzar su construcción en 2008, con el propósito de atracar el primer barco en 2013. O sea, Europa actuó de Celestina y hoy progreso económico, desarrollo social y urbano, y protección al medio ambiente son una realidad.
Rotterdam tiene un puerto que es el motor de su ciudad. Y tenían una ciudad asqueada del puerto. Ahora la ciudad tiene una relación de convivencia con una actividad económica mucho más moderna que ha traído como consecuencia la atracción de nuevos nichos productivos, y el entorno medioambiental no solo se ha protegido sino que se ha recuperado, ampliado y dotado de los elementos necesarios para integrarlo en el entorno urbano e industrial. Europa lo hizo posible.
"Una tercera pista no es realista, Europa no lo permitiría. No provoquemos falsos debates”, dijo la pasada semana la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau convirtiéndose en portavoz de la Unión Europea. La ignorancia suele ser atrevida y el activismo casa poco con la gestión eficaz. Ante la debilidad de sus argumentos, nuestra señora alcaldesa se refugia en Europa para vetar el progreso social, económico y medioambiental. Los activistas y los ecologistas han puesto el grito en el cielo porque la prolongación del aeropuerto cuestiona el entorno ambiental de la zona. ¿En serio? La Ricarda no es la panacea del entorno ambiental. Decir esto es una veleidad. Baste ver en qué estado está la zona. Lo que Europa va a exigirnos es el máximo consenso para afrontar una dura negociación. El problema es que Colau no quiere tener una historia de amor con el aeropuerto, ni con el Puerto, ni con nada que signifique no volver al pasado.
Tenemos una oportunidad de oro que no nos podemos permitir perder. Como dijo Sánchez Llibre está semana “tenemos de todo, menos tiempo”, porque el president Aragonés también se ha puesto de perfil. Ni sí, ni no, ni todo lo contrario. Lejos quedan aquellos años en los que Josep Rull clamaba por más inversiones en el aeropuerto y culpaba a “Madrid” de no tenerlas. Ahora que tenemos la posibilidad algunos se han empecinado en cercenar cualquier posibilidad de mejora. De tener un espacio armónico que compagine la actividad agrícola y la protección ambiental con el desarrollo económico, amén de armonizar un nuevo entorno urbano en la conurbación de Barcelona más allá de una laguna artificial que está en estado penoso. Colau dice que no es posible. Quizás le convendría leer, y estudiar, el proceso de Rotterdam para que Barcelona integre a sus polos industriales. Tiene un ejemplo. Lo hizo Pasqual Maragall en el proyecto olímpico. Recuerde Rotterdam señora Colau. No le vendría mal tampoco a Ernest Maragall volver a su propio pasado. La ciudad holandesa vivió su historia de amor. Barcelona está a punto de vivir un divorcio.