Con tal de no hacer algo útil para la ciudad y la ciudadanía, Ada Colau y su comparsa de pacotilla eliminarán la plaza del negrero legal y generoso mecenas Antonio López, marqués de Comillas, para dividirla en dos. Una se llamará Idrissa Diallo, en memoria de un inmigrante que falleció en un centro de internamiento de Barcelona. La otra, Correos (no Correus), porque hay la sede central y centralista de uno de las pocos servicios estatales que quedan en Cataluña. En ambos casos, se incrementará el gasto, la confusión y las complicaciones a taxistas, carteras/os y personal en general. Otra vez, la alcaldesa más hembrista que feminista desprecia la iniciativa de quienes reclaman una calle o un monumento para Copito de Nieve. El gorila albino que el alcalde Clos elevó a categoría de ciudadano y fue el personaje más querido por varias generaciones de criaturas. Hasta el punto que también era el icono y mascota de la gauche divine, formada por barcelonesas/eses que eran gente culta, guapa y de izquierdas. Justo al contrario de las comunas, que no son cultas, ni radicalmente atractivas ni de izquierdas.

La inquina de Colau y su cuadrilla de arribistas indocumentadas puede deberse a que Copito era blanco, macho, gran fornicador heterosexual y tan empedernido masturbador que su semen se conserva por si la ciencia decidiese experimentar sobre asuntos genéticos y de género. Pero fieles a su divisa: “Arrogancia sin límites. Sectarismo rabioso. Ignorancia enciclopédica”, pierden la oportunidad de ganarse ni media gota de simpatía de las/los fans de Copito, y la posibilidad de glorificar su batalla falsariamente feminista. Porque ahora lo tienen más fácil que nunca a la hora de cambiar nombres y sexos para rebautizar a Copito de Nieve como Copita de las Nieves o Copite de las Nieves, si cumplen la órdenes de asesinar el lenguaje que dicta la ministra esposa y madre de los hijos de aquel vicepresidente de aciaga memoria. Todo ello visibilizaría más su lucha en pro de las metamorfosis de género y la transexualidad. Además, se podría convocar una consulta popular de aquellas que tanto gustan a Colau y sus malas compañías para decidir si es Copita o Copite, y hacer exactamente lo contrario de lo que vote la mayoría. Como con el tranvía o las basuras de Sant Andreu. Sin olvidar otro referéndum sobre la versión catalana de Floqueta/e de Neu.

Hay sólidas razones para tan necesario cambio, porque ayudaría a tergiversar más la historia como suelen hacer las antipáticas comadres municipales, y Barcelona sería el gran tótem universal de las variantes sexuales. Otro argumento es que el guineano Idrissa Diallo murió en la Zona Franca, lugar muy alejado del Zoo donde vivió y feneció su compatriota Copito de Nieve. Si modificasen la ubicación, Copita o Copite de las Nieves estaría más cerca de su histórica residencia habitual, y se podría situar a Idrissa en otro sitio de mucha parafernalia y demagogia acogedora. En cualquier caso, Copito de Nieve siempre será mejor ciudadano si hubiese buena/e alcaldesa/e.