El glorioso Ayuntamiento falazmente feminista de Ada Colau se ha lucido ante la Justicia por traspasar ilegalmente sus trabajadoras a una agencia externa dedicada a atender prostitutas en estado de necesidad. Tan progresista como miente ser, los jueces han descubierto que Colau y su coro de danzas políticas retrógradas y pacatas se desprendían de las profesionales que deberían estar en nómina municipal. Simulando ayudar a las prostitutas pobres, precarizan a las pobres asistentas sociales que se ocupaban de ellas. De este modo, violan las leyes, como siempre que les conviene, y se dedican al tráfico ilegal de mano de obra. Como otros maleantes se dedican a la trata de blancas. Por el contrario y por suerte para la ciudad, la Policía Nacional, con sede en Vía Layetana, ha liberado el mismo día a veinticinco mujeres forzadas a prostituirse en pisos de Barcelona.
Coincide esta su enésima canallada con el estreno de su “centro de reeducación de hombres”. Un chiringuito llamado Masculí Plural urdido para promover “otros significados de ser hombre” y contra el género masculino que consideran “estricto y caduco”. De este negocio surgido de las obsesiones sexuales de Colau y su camarilla de hembristas (no feministas) chuparán dinero público supuestas/os activistas/os, investigadoras/es y expertas/os en teorías negacionistas de género que sostienen que “ser varón es solo una ficción”, y predican “la desaparición de los géneros”. De ser así, los propósitos colauistas de reeducación de hombres coinciden con la nueva Ley de Protección y Derechos de los Animales, que define a los bichos como “seres sintientes”, especie en la que podrán etiquetar a los varones.
Como la historia ha demostrado que la imbecilidad cambia de ideas en cada época para disimular, en Barcelona se censura ahora hasta al mismísimo Bond, James Bond y al escritor y académico Arturo Pérez Reverte. Tiene lugar semejante asnada en una librería cuyo nombre mejor no recordar. Pasó que el último Bond no gustó al veterano reportero de guerra acostumbrado a escenas y hombres duros de pelar, y consideró a 007 un flojeras melodramático. Rasgos que sintetizó en la palabra moñas. (“Dicho de una persona blandengue, sensiblera. Dicho de un hombre afeminado”, según la RAE). Pero la librería de marras consideró que Pérez Reverte es machista y homófobo, y boicoteó su nueva novela, El italiano. Como respuesta, el escritor leyó el catálogo de ese lugar donde trafican con libros sin saber ni lo que hacen y vio que expenden obras como Mi lucha, de Hitler; Diario de 1945, de Joseph Goebbels o Citas del presidente Mao Tse-Tung. Tres ejemplos de exterminadores de masas que, al parecer, no eran machistas, homófobos ni moñas.
Podría ser una anécdota si no fuese un reflejo de la cúpula municipal cuyo lema es arrogancia, sectarismo e ignorancia. Además de un autoritarismo de aquellos que la historia nunca absolverá por mucho que dijese Fidel Castro (asesino de homosexuales y enfermos de sida) ni tampoco a sus cutres admiradoras barcelonesas. Algunas de ellas son las que más berrean contra el hetero-patriarcado porque no conocieron a su padre.