Se ha hablado mucho durante estos últimos días sobre el barómetro municipal de la ciudad de Barcelona. Leía incluso en este mismo medio artículos de opinión de otros compañeros columnistas que decían no entender exactamente qué estaba pasando con el barómetro publicado hace unos días.
El resumen es sencillo. Los datos son claros y las interpretaciones, como siempre, son otra cosa. Hubo medios que se lanzaron a titular que Ada Colau ganaría las elecciones según los datos recogidos en el barómetro de diciembre. Hay veces en que el problema no son tanto los datos sino los malos titulares.
Pedía Ramón de España una explicación sencilla del barómetro. Ahí va la mía. Ada Colau se lleva este diciembre su peor valoración como alcaldesa y la opción mayoritaria en cuanto a intención de voto se llama “no sabe no contesta”.
Por ampliar un poco. Los resultados en lo que a intención de voto se refiere son difíciles de analizar teniendo en cuenta que la encuesta refleja un 10% de abstencionistas, y un 43,5% en la categoría de no sabe o no contesta. Es decir, que el titular correcto tras la lectura del barómetro sería “el no sabe no contesta ganaría las elecciones”.
Es cierto que este barómetro ha llegado con polémica. Tras la publicación del mismo muchos se dieron cuenta de que el recuerdo de voto de los comunes estaba muy por encima del que a priori tendría sentido en una encuesta como esta. De las personas encuestadas, un 20% afirman haber votado a Colau, mientras que el resultado en las municipales del 2019 fue del 13,7%. ¿Cómo es posible que haya más gente que dice haber votado a Colau que gente que la votó? Esto hace que muchos cuestionen cómo se ha realizado este estudio. La muestras de los comunes está sobrerrepresentada, y eso es una obviedad.
Evidentemente es imposible conseguir una muestra exactamente igual a la de las elecciones pasadas, pero hay que reconocer que la desviación es importante. Y eso condiciona los resultados de todo el barómetro, no solo los de la intención directa de voto.
Es decir, tenemos una muestra con más gente pro-Colau de lo que a priori sería deseable para que el estudio contara con mayor credibilidad. En cualquier caso, mi interés en esta pieza no es el de cuestionar la forma en que se han tomado los datos. Mi interés es ver cómo, pese a que los datos a priori deberían favorecer a los comunes, nos dejan algunas pistas que dibujan un escenario muy diferente al del titular de El Periódico que afirmaba con rotundidad que Ada Colau ganaría las elecciones si se produjesen ahora mismo.
Si en este barómetro hay una muestra mayor de ciudadanos pro-Colau, lo lógico sería que las puntuaciones sobre el gobierno de la ciudad fueran mejores que en barómetros anteriores (siguiendo la lógica de lo que ha pasado con la intención de voto). Sin embargo la sobreestimación de Barcelona en Comú no comporta una mejora de sus indicadores. De hecho sucede todo lo contrario.
El 50% de los encuestados desaprueban a Ada Colau, y casi dos de cada diez encuestados la valoran con un cero. La valoración global de la alcaldesa cae a un 4,2, el peor valor cosechado por Colau y el peor valor obtenido por un alcalde desde tiempos de Jordi Hereu. Y para sus propios votantes la tendencia va en la misma dirección. Los votantes de Barcelona en Comú valoran peor a Colau que hace unos meses, pasando de un 7,1 a un 6,6 y las opiniones positivas sobre la gestión del gobierno pasan del 76% al 67% entre sus propios votantes.
El error en la muestra nos sirve para ver que Ada Colau no está fuerte entre sus votantes, y que, como ya sabíamos, el grupo anti-Colau sigue muy presente en la ciudad.
Resumiendo de nuevo. El partido está más abierto que nunca y los jugadores clave tienen nombre y apellidos. Comunes, ERC y PSC se encuentran muy cerca. Colau aparece tocada incluso entre los suyos, ERC aparece sólida como marca pese a su aparente falta de candidato, y el PSC consigue que su líder siga siendo uno de los líderes municipales mejor valorados. Se vislumbra un triple empate que sólo podrá dirimirse por el movimiento de todos aquellos que consideran que no saben a quién votar.
Por el momento estos son en intención directa quienes ganarían las elecciones. Los del “no sabe no contesta”. El resto, por el momento, son tendencias.
Y nos dejan una gran incógnita. Es lógico que haya quienes no estén de acuerdo con las decisiones tomadas por el gobierno municipal. Es lógico que haya quienes quieran un cambio en el gobierno. Lo que no es tan normal es que haya tanta gente sin saber a quién votar. La oposición no es vista como alternativa por la ciudadanía, y esto pone el foco de nuevo en los tres grandes.
Son ellos quienes lo tendrán de cara para mover ficha y empezar a seducir a quienes no están decididos. En realidad, con una oposición desdibujada, será desde el gobierno desde dónde se podrá inclinar la balanza. Para bien o para mal.