Si algo pone de acuerdo a una gran mayoría en este país es la pasión por la selección española de fútbol. Selección que nos ha hecho vivir momentos amargos y momentos dulces. Selección que ha hecho que las calles de nuestro país (también las calles de Barcelona) se llenasen de banderas españolas incluso en momentos en los que parecía ser más complicado de lo habitual. Complejos fuera. Cuando la selección juega España se une.

Y esque no es para menos. Estoy seguro de que muchos recordamos perfectamente dónde estábamos en el momento en que Iniesta marcó el gol que nos daba el mundial en julio del 2010. Pero las gestas de la selección y los momentos felices que nos ha hecho vivir vienen de mucho antes. En el 92, la selección de Guardiola, de Kiko, de Toni, de Cañizares, conquistó el oro olímpico en las que probablemente han sido las mejores olimpiadas de la historia. Las olimpiadas de Barcelona 92.

La historia de la selección española tiene una relación especial con nuestra ciudad tras esa medalla. Sin embargo, durante los últimos años parecía que nuestra selección se había olvidado de nuestra ciudad. La selección no juega en Barcelona desde el año 2004, y eso es mucho tiempo.

Pero la afición no ha desaparecido en la ciudad. Al contrario. Pese a la compleja situación política que hemos vivido durante los últimos años miles y miles de aficionados han abarrotado los bares en los que retransmitían los partidos de la selección. Y frente a una situación compleja (que no viven en otras zonas de España) muchos se quitaron los miedos y los complejos. Las banderas volvieron a los balcones durante los partidos de la selección. Las camisetas de la selección volvieron a salir a las calles y acudimos en masa a ver los partidos con amigos sin problema ninguno por más que siempre hubiera algún iluminado que lanzara algún comentario desagradable.

Y en ese momento fuimos muchos los que nos preguntamos ¿por qué no vuelve la selección a jugar en nuestra casa?

Y frente a esta pregunta un grupo de jóvenes decidió organizarse para reclamar a la selección que volviera a venir a Barcelona para verlos en directo sin tener que desplazarnos. Fundaron la asociación Barcelona con la selección y desde dicha plataforma invirtieron horas y dinero para conseguir que la selección volviese de nuevo a la ciudad.

Organizaron reuniones con todos los responsables a los que tuvieron acceso, se colaron en medios de comunicación para trasladar un mensaje tan transgresor en su momento como necesario: Barcelona es España, y su selección debía acudir a jugar a la capital catalana. Más aún cuando había quienes no querían ver ni en pintura nada que se pudiera asociar a nuestro país.

Su valentía no les salió gratis. En una de las carpas informativas en las que recogían firmas para pedir que la selección jugase de nuevo en Barcelona sufrieron una intolerable agresión hacia Ruth y María Rosa. Dos mujeres cuya “gran provocación” fue instalarse legalmente en una carpa con cuatro banderas de España recogiendo firmas. Eso hizo que cinco energúmenos decidiesen atacar y agredir a dos mujeres indefensas. Hechos por los que se les condenó por delitos cometidos contra los derechos fundamentales y libertades públicas y tres delitos de lesiones leves, uno de daños leves y uno de hurto.

Pero no se amedrentaron. Todo lo contrario. La intolerancia hecha violencia vivida en sus propias carnes sólo sirvió para darles más fuerza, cosa que siempre he admirado. Frente al terror valentía. Y frente al rechazo perseverancia.

Barcelona con la selección siguió trabajando en su reclamación, y paralelamente se encargaron de buscar el modo de que pudiéramos vivir juntos los triunfos y derrotas de la selección. Mientras en otras ciudades de España se ponían pantallas gigantes para seguir a la selección en Barcelona fueron ellos quienes las organizaron, teniendo que hacer frente a gastos que no hacían más que complicarles la vida. Pero la pasión por el deporte y el compromiso para con aquellos que les seguían les hacían organizar pantalla tras pantalla espacios de ilusión que, como ellos suelen decir, nos unían a todos.

Y esque bajo esa máxima, “el deporte nos une a todos” han sido capaces de aunar voluntades y esfuerzos para mantener en muchos de nosotros la pasión por los partidos de la selección.

Ahora, tras 18 años la selección vuelve a Barcelona. Y esto es una gran noticia. Nunca sabremos en qué medida se ha debido al trabajo de estos jóvenes, pero siempre les tendremos que reconocer que hicieron lo imposible para que esto fuese una realidad.

Hoy podemos decir que lo han conseguido. La selección vuelve a Barcelona. La normalidad vuelve a nuestra casa. Y esa, probablemente, sea la mejor noticia de todas.