La ambigüedad del president Pere Aragonès en el tema de los Juegos Olímpicos de Invierno puede estar motivada en parte porque sus dos socios, la CUP y los comunes, son contrarios al proyecto, además de la alergia por gobernar que tiene el president. Así las cosas dinamitó las relaciones con Aragón para erigir a Cataluña como líder indiscutible de los Juegos y al tiempo daba al territorio la capacidad de decidir sobre unos Juegos que Aragonès no quiere que se le atraganten.

La posición de Jordi Martí en el pleno del Ayuntamiento lo dice todo. Su gran argumento es que no nevará en 2030. Y eso que tiene que ver con modernizar la industria de la nieve adaptándola a nuevas necesidades medioambientales, que tiene que ver con dar una salida a los ciudadanos de esas zonas; que guarda relación con poner a Barcelona otra vez en el mapa, y que tiene que ver con dotar a las comarcas pirenaicas de las infraestructuras de comunicación, tanto físicas como tecnológicas, que necesitan.

Los pueblos del Pirineo no son solo un lugar paa ir los fines de semana. Sus pobladores no son solo personas amables que reciben cada fin de semana a los urbanistas que suben al monte investidos de ecologismo patrio. Preservar el medio ambiente no es condenar a sus ciudadanos al ostracismo ni considerarlos como ciudadanos de segunda. El Pirineo no es solo el patio particular de los urbanitas.

El Gobierno no parece que tenga un plan, ni Aragonès tiene ganas de tomar ninguna decisión. Ha pasado la pelota a una consulta sin conocer la posición del Govern y sin conocer su plan B si se descartan los juegos, o se pierden. Si hay plan B, el Govern lo ha ocultado en los presupuestos de 2022 porque en ellos no hay nada de nada, y no se le espera. Los juegos tienen unas inversiones previstas de más de 1.300 millones y a su amparo los Gobiernos podrían poner en marcha un plan de modernización. Sin los juegos, la oportunidad pasará para las comarcas del norte y para Barcelona pasará --otra vez tras el aeropuerto, el Hermitage-- una oportunidad de volver a ser la mirada del mundo. Para los apasionados de la decadencia, o mejor dicho del empobrecimiento, será una buena noticia que los turistas no nos miren. ¡Dónde va a parar! Mucho mejor la imagen actual de las Ramblas o de Ciutat Vella que la de antes.

Hemos apostado por las luces cortas y no por las luces largas. Luces al señor Jordi Martí le faltaron. Condenar a los ciudadanos del Pirineo al ostracismo, a la supervivencia y a la emigración no es la alternativa. Solo lo es para los urbanitas porque como decía la Síndica de Arán, María Vergès, “Barcelona no se juega nada, el Pirineo todo”. Martí se ha erigido en líder de la medianía y de la veleidad. Con el amparo de Colau, que ante un debate, prefiere el mutis por el foro.

El que no calló fue Jaume Collboni. El socio de Colau no renunció ni a Juegos, ni a Hermitage ni a la ampliación del aeropuerto. A esta última llegamos tarde, como con el Hermitage y encima que no tengamos que pagar una multa por el bloqueo, y a los Juegos veremos si estamos a tiempo. La posición de Collboni está en la sensatez, pero el líder socialista no explicó como va a defender estos proyectos. Dos los tenemos de salida y otro en el alero por la alianza Colau-Aragonès que no es lesiva para Cataluña, no, ni para el Pirineo ni para Barcelona, es simplemente letal. Perdimos las inversiones del aeropuerto, hacemos lo posible por perder las de los Juegos y el Hermitage casi lo conjugamos en pasado nostálgico.

Aragonès ha dinamitado el consenso alcanzado seguramente para contentar a Colau y a los cuperos, dando vida a los ultraecologistas en una consulta que ni está planteada ni consensuada con el territorio. Por cierto, basta con ver su representación en las comarcas que votarán para decidir lo que no decide el Govern de la Generalitat, y basta con ver la reacción del territorio que apuesta por decir sí a los Juegos y con un proceso de participación ciudadana definir qué inversiones y dónde se realizan. Bueno, con tanta perfomance, a lo mejor no dará tiempo ni a esa votación porque al COI la sola convocatoria de la consulta no le ha gustado ni un colín. Como no le ha gustado que se haya roto el consenso institucional y la actitud de Cataluña de erigirse en líder de los Juegos, cuando la candidatura la presenta el Comité Olímpico Español mal que les pese a los inquilinos urbanitas de la Plaza de Sant Jaume. Eso sí, no lo duden, si nos quedamos sin Juegos ya encontraremos culpable. Y como en el aeropuerto, no seremos los catalanes. ¡Solo faltaría!