El sexismo es cotidiano y se da en todos los niveles sociales, incluso entre la élite política. ¿Avergüenza? No lo suficiente, si continúa mostrándose “normalmente” en público y ante los medios de comunicación.
Hace muy pocas semanas, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, sufrió un nuevo desaire machista ante la pasividad del presidente del Consejo Europeo, Charles Michel; esta vez en la Cumbre de la UE con la Unión Africana, celebrada en Bruselas. El ministro de Exteriores de Uganda, Jeje Odongo, pasó de largo sin dirigir ni una sola palabra a Von der Leyen, para ir a saludar directamente con un fuerte apretón de manos y conversar con los hombres que acompañaban a la líder: el propio Michel y el presidente francés, Emmanuel Macron. Hace un año, durante una visita al presidente Recep Tayyup Erdogan en Ankara, a la presidenta se la relegó a sentarse en un sofá, mientras el presidente del Consejo ocupaba una silla junto al dirigente turco. Michel tampoco reacción en aquella ocasión.
Nueve de cada diez personas tienen prejuicios contra las mujeres
Y ahí van los datos: solo el 14% de las mujeres y el 10% de los hombres del mundo no tienen ningún sesgo o discriminación en relación al género de las personas. O sea, cerca del 90% de la población mantiene algún tipo de prejuicio contra las mujeres según un informe de la ONU (2020) que analiza el “techo de cristal” de las mujeres y cómo romperlo. El estudio del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), que incluye a 75 países que comprenden a un 80% de la población mundial, destaca también que, aproximadamente la mitad de los hombres y las mujeres del mundo consideran que los hombres son mejores líderes políticos que las mujeres. Asimismo, más del 40% opina que los hombres son mejores ejecutivos empresariales y que tienen más derecho a ocupar un empleo cuando el trabajo escasea.
Otros estudios se sitúan en la misma línea, la de otorgar a las mujeres una menor capacidad en el ejercicio del poder y del liderazgo, circunstancia que justificaría su escasa presencia en los puestos directivos, tanto políticos como empresariales. A partir de esa creencia, se justifica el status quo de que las mujeres estén tan poco representadas en los consejos de dirección de las grandes empresas, porcentaje inferior al 25% actualmente en más de la mitad de las empresas españolas
En época de crisis, las mujeres lideran mejor
En los primeros meses de la pandemia, cuando se empezaban a analizar las diferentes respuestas que los países daban a la crisis, resultó sorprendente comprobar que aquéllos que gestionaban mejor la situación con medidas muy creativas estaban liderados por mujeres. Nos referimos a Alemania, Taiwan, Nueva Zelanda, Islandia, Finlandia, Noruega o Dinamarca. ¿Qué ocurre en las situaciones de crisis? ¿Por qué las mujeres acceden más a cargos directivos cuando las empresas están en grave riesgo?
La crisis económica de 2008 nos da algunas pistas. Cuando en 2009, Islandia nacionalizó a tres de sus bancos caídos en bancarrota, puso al frente de dos de ellos a directivas. El New York Times tituló a propósito de que la compañía de servicios financieros estadounidense Lehman Brothers entrara en bancarrota ese mismo año… “Le habría ido mejor como Lehman Sisters”. Parecería cierto que las líderes deben superar más obstáculos hacia el poder, lo cual las haría más resilientes y flexibles, cualidades esenciales para afrontar una crisis. Además, desarrollan mejor las llamadas soft skills, las habilidades directivas que les permiten entender y situarse emocionalmente cerca de sus equipos para cohesionarlos, ofrecerles confianza y otorgarles seguridad. En consecuencia, trabajan mejor. Un estudio reciente (2021) del Observatorio del Liderazgo en la Empresa, de la UPF‑BSM realizado con 178 directivos y directivas muestra que unánimemente las mujeres consideran que ellas lideran mejor en época de crisis y, en amplia mayoría (78%), los hombres también se decantan por las mujeres.
El glass cliff
Pero ¿existe una tendencia a reservar para las mujeres los peores puestos o aquéllos en los que existe mayor riesgo de fracaso? No creo que nos equivoquemos si respondemos afirmativamente. Liderar en época de crisis puede ser una oportunidad para las mujeres, pero también una trampa. A este fenómeno se le denomina glass cliff, el precipicio de cristal. Las mujeres deben resolver las situaciones complejas a partir de una mayor inteligencia emocional liderando, pero una vez han alcanzado los resultados, se las precipitaría suavemente hacia abajo; para muchos “su lugar natural”.
En el día que anualmente ponemos el foco en las mujeres, en sus derechos y en las discriminaciones que continúan sufriendo por razón de género, hay que señalar que el sexismo continúa vivo entre nosotros, es cotidiano y lejos está de desaparecer. Hay que actuar con decisión e inteligencia todos los días del año y en todas las circunstancias, para romper los techos de cristal y no permitir que tramposamente nos deslicen por los precipicios.