En una sola semana. Uno: El absolutismo populista de Ada Colau y sus esbirros han impedido que un juez de larga y sólida trayectoria democrática presente una novela en el barrio del Raval. Dos: Comienzan a descubrirse las falsas webs y portales ubicados en Francia, Estados Unidos y Madrid que forman parte de la red de alcantarillas que conducen a las inmundas cloacas de adalibanes, comuneros y podemitas. Tres: Capitostes de la fraudulenta izquierda municipal se infiltran en el sistema mediante presentarse a unas oposiciones convocadas y preparadas durante su estancia en el poder. Cuatro: la Justicia ha demostrado la inseguridad jurídica que crea la casta colauita hasta en asuntos como las zonas de bajas emisiones. Sus responsables persisten en la injusticia de multar y perpetrar otro robo a la ciudadanía. Son cuatro actos que demuestran que para esta costra su ética y su terror son primos hermanos.

Son también los penúltimos coletazos desesperados de una panda de sectarios que, convertidos ya en burgueses más que acomodados, pretenden seguir viviendo y parasitando a cargo del sistema para boicotear el sistema desde dentro cuando llegue el nuevo consistorio. Demostrados sus fracasos e ineptitudes como políticos y como gestores, su ficticia actitud revolucionaria es otra prueba palpable de que intentan cobijarse en la carrera administrativa, ya que cualquier empresa privada les despediría sin indemnización. Como ejemplo, el indeseable concejal, que no supo qué hacer cuando se le hundían los bloques de nichos en el cementerio ni cuando las calles desbordan basura, aspira ahora a ser técnico superior como ingeniero. Entrenados como burócratas de fingidas revoluciones en incubadoras como el Observatorio Desc y otros negocios bajo mano, su trama burocrática resulta más cara a la ciudad que la clase alta a la que tanto odian y atacan.

Furiosos y airados, su prepotencia y su petulancia caracterizan a toda clase social que desciende o asciende. Y cuando se oyen aplausos y piropos a Colau, hasta gran parte de sus antiguos votantes saben con seguridad que acaba de decir tonterías y mentiras. Más pronto que tarde, muchos de ellos acabarán avergonzados de haber creído en ella. Porque la mayoría han sido engañados y no forman parte de esas cuadrillas formadas por okupas, lumpen, grupúsculos violentos, delincuentes habituales y gente de malvivir  que atemorizan al vecindario disconforme con estos tiranillos de andar por casa. Más o menos como aquella su admirada FAI cuyos bandidos  y asesinos olvida su tergiversada memoria histórica. Y cuando recurren al insulto como método, demuestran su ignorancia hasta en el talento de saber vivir en paz y libertad. Por eso, ahora que les llega la hora de malvivir se les agría su ocaso y ven que de todos ellos sólo podrán sobrevivir los que mejor repten en sus propios fondos de reptiles.

De alma filistea y baja calidad humana, sus imposturas benevolentes, filantrópicas y sentimentalistas son disfraces de sus prácticas antidemocráticas. Más conformistas que sus ideólogos de supuesta izquierda, pretenden que el Ayuntamiento les garantice y pague una existencia burguesa. Grotescos hasta a la hora de no saber ni retirarse a tiempo, ven descubiertas sus sucias armas totalitarias para difamar, denigrar, amenazar y acabar con sus opositores. Traspasadas ya todas las líneas rojas de la política honrada, de la decencia, de la honestidad y del respeto a la ciudadanía disconforme, cada vez que hablan de ética, pueblo, justicia, libertad, participación y otras falacias y patrañas ya sólo causan asco. Simplemente, asco.