Dije una vez que la movilidad de Barcelona es como la sangre al cuerpo humano: es imprescindible para todo. Sin sangre, no hay vida; y sin buena movilidad, Barcelona se muere. Los últimos acontecimientos en el fatídico túnel de las Glòries dan la razón a los que siempre hemos defendido una política de movilidad donde no se persiga al coche como si fuera el demonio y donde se luche contra la contaminación desde el rigor y los estudios, y no desde el populismo. Me hace mucha gracia cuando escucho a Colau o a la ideóloga de todo este caos, Janet Sanz, hablar que hacen todo esto para luchar contra la contaminación y para evitar no sé cuantas muertes al año. ¿No se dan cuenta que con el caos y los colapsos la contaminación aumenta? Lo dicen distintos estudios, y lo anunció el RACC hace poco más de un mes. Pero ellas no escuchan.
La estrategia del dúo Colau-Sanz es muy clara: colapsar Barcelona. Cabrear a vecinos de Barcelona y del área metropolitana y obligarlos a venir en un transporte público lento y defectuoso. El último capítulo de justificaciones del gobierno tiene delito: recomiendan a quien venga a Barcelona levantarse antes. Quieren controlarlo todo y mandarlo todo, ahora incluso nos obligan a levantarnos a la hora que ellas decidan. Y otro efecto más del delirio de grandeza y poder de la alcaldesa, poner cámaras en los laterales de Gran Vía para multar a aquellos conductores que intenten desviarse y evitarse el colapso del túnel. ¡Que no falte el afán recaudatorio! Porque para cobrar y para meter la mano en el bolsillo de los barceloneses sí que saben. Los impuestos más altos de la historia y las estrategias más vergonzosas, como recaudar 15 millones de euros más en multas de tráfico en 2020 (en plena pandemia) que en 2019.
Colau (presidenta de la AMB) ha decidido empezar la casa por el tejado y colapsar antes que invertir en mejorar la ciudad y la calidad de vida de los barceloneses y de los ciudadanos que trabajan aquí. ¿Dónde están las inversiones en transporte público? ¿Dónde están las conversaciones con la Generalitat para mejorar las conexiones con Barcelona? Y aparte de pasearse con su amiga Yolanda por el centro de Barcelona, ¿le ha exigido más inversión del gobierno de la Nación a Barcelona? Escuché ya hace unos meses a un regidor (el de los delitos ecológicos de Tersa, que es el mismo que se quería jubilar como funcionario en el Ayuntamiento) que decía que los parkings disuasorios se tenían que situar en Vic, Manresa o Blanes. Un desconocimiento total del territorio y de lo que piden los ciudadanos que cada día tardan más de una hora en llegar a sus puestos de trabajo. Si nos despistamos nos obliga a ir a aparcar a Roses o la Seu d’Urgell.
Lo de este gobierno no es una guerra contra la contaminación, es una guerra contra el coche (también el eléctrico, que no contamina). ¿Como puede ser que en toda Barcelona solo haya unos 60 puntos de carga eléctrica en superficie? Pónganse las pilas e inviertan, que aparte de los amigos del Observatorio DESC, Barcelona también necesita dinero para mejorar.
Esta semana fui a la presentación de Barcelona Oberta sobre las consecuencias para el comercio de las políticas de movilidad de Colau. Salí horrorizado. Hay casi 4.000 millones de euros en riesgo para el comercio si el gobierno sigue con su persecución al coche. El 51% de clientes va a comprar en coche y el dato más preocupante: el 67% admite que ha reducido las compras en Barcelona por los colapsos y la falta de aparcamiento. Definitivamente, estamos gobernados por políticos sin altura de miras, sin preparación, y sin ningún tipo de miramiento para destrozar la economía de nuestra ciudad. Barcelona se desangra, mientras Colau, con estas políticas sectarias de movilidad, le clava la puntilla definitiva para dejar la ciudad en la cuneta durante la próxima década.