Eloi Badia era un concejal activo. Ciertamente, era el líder de las polémicas del equipo de Ada Colau, con iniciativas rocambolescas, actuaciones sectarias y ante los conflictos era un crack, porque todo lo que tocaba se le complicaba. Ahora, Badia parece que ha pasado a segundo plano. No sabemos si por obligación o por devoción, porque los comunes no están para tirar cohetes y Badia en esto de cohetes lo hace tan bien que siempre le acaban cayendo en el pie.

En el último mes, las cosas se le han complicado por dos querellas. Una en Gracia, denunciado por unos vecinos, por ceder un local a unos okupas. Se supone, of course, que los citados vecinos deben estar al servicio de alguna multinacional que no ve con buenos ojos la aguerrida posición de Colau y los suyos ante los poderosos. Argumentario del Ayuntamiento dixit.

La segunda por contaminación de la incineradora del Besòs, gestionada por Tersa de la que es presidente el concejal de Emergencia Climática y Transición Ecológica, o sea el señor Badia. La denuncia fue presentada por una asociación de vecinos, que seguramente también está al servicio de una multinacional. Ni que decir tiene que Badia está en contra de la contaminación y que Tersa es un prodigio. De hecho, Badia ha salido en su defensa presentando un fantástico informe, con el aval de la Dirección de Calidad Ambiental y Cambio Climático de la Generalitat. Quizás si el informe se hubiera presentado antes de la querella, se hubiera hablado con Airenet y se hubiera informado a los vecinos la querella hubiera quedado en nada. Pero, todo hace pensar que el movimiento público de Badia en defensa de su idoneidad como presidente de Tersa huele a ponerse la tirita porque la herida se está ampliando. Vamos, una excusa más a las que nos tiene acostumbrados el concejal cuando se enfrenta a los desaguisados. En lenguaje habitual, una cortina de humo que le ayude a superar su proceso judicial.

Su gran paraguas tras el informe es que la calidad del aire está “dentro de los parámetros de la Unión Europea”. Bien, pues le sugiero que se lo presente al juez que dirá si vale que las mediciones en las que se basa el informe --en el entorno de la calle Antonio Machado-- sirven como apagafuegos.

A lo mejor en esta ocasión, Badia tiene razón aunque se me antoja decir esto un oxímoron en sí mismo. La nacionalización del agua, tan briosa en la anterior legislatura, ha pasado casi a la historia tras las burdas manipulaciones de un referéndum que no era tal, mentiras sobre la gestión y palos en las ruedas en favor de sus tesis. Lo acaecido en el cementerio que dejó a las familias alucinadas con sus explicaciones también es otra pica en Flandes del señor Badia, y qué decir de su apuesta por presentarse como funcionario. Y ahora, casi silencio. Nada de iniciativas, nada de inventos del tebeo, nada de nada.

Quizá hasta los comunes han pensado que Badia ya no es un activo, es más bien un lastre y lo han puesto en el rincón de pensar dejando la voz cantante a otros concejales como Jordi Martí y Janet Sanz, encargada de gestionar los desaguisados del urbanismo irracional de Barcelona. Su única actuación pública se ha limitado a defenderse como presidente de Tersa, esa empresa que iba a generar energía limpia en Barcelona. ¿Se acuerdan? Pues donde dije digo, digo Diego, y la energía limpia ha brillado por su ausencia y ha sido un fiasco más en su gestión. Badia no ha sido cesado, no ha dimitido, pero ahora la pregunta es ¿repetirá como candidato? No está tan claro. Veremos, pero que quisiera sacarse una plaza por “la patilla” en el consistorio como funcionario nos da una pista. Quizá pueda, en este año que queda hasta la nueva cita electoral, sacar un juego muy barcelonés. ¿Dónde está Badia?, un remake de dónde está Wally, escondiéndose en los locales okupados costeados por el consistorio, en las ruinas de los nichos de Montjuïc, tras los bloques de hormigón o tras las obras para construir carriles bici, y si me apuran dentro de Tersa. O, quién sabe, en algún despacho del consistorio esperando que alguien se acuerde de él tras el 28M de 2023. De momento, estamos expectantes esperando cuál será el nuevo lío que montará Badia.