El suicidio era un método de ejecución donde se le daba a la víctima la posibilidad de escoger entre suicidarse o enfrentarse a una alternativa peor; la ejecución pública, la tortura o algún daño a su entorno más próximo. Era una práctica habitual en Grecia y Roma entre individuos de alta alcurnia sentenciados a la pena capital que, para no ser ejecutados públicamente y conservar cierto honor se suicidaran bebiendo algún veneno, arrojándose sobre su espada o abriéndose las venas. De ese modo su cuerpo no podía ser deshonrado públicamente.

En Roma, el suicidio no se consideraba un crimen o un pecado contra los dioses, y, en determinadas situaciones, incluso se consideraba justificable y pragmático, como en el caso de personajes relevantes para evitar la ejecución pública y conservar la dignidad. En Barcelona tampoco debería serlo. La situación actual de la ciudad de Barcelona de degradación, decadencia, violencia, delincuencia, incivismo, faltas de respeto y de convivencia, los botellones, las agresiones sexuales, la suciedad de las calles, el caos circulatorio, y tantos otros problemas que justifican plenamente que aquellos que mantienen el colauismo gobernando con ellos, el PSC, utilicen esta salida para conservar su dignidad y su patrimonio antes de presentarse a las próximas elecciones municipales. La única opción digna que tiene el PSC es abandonar el gobierno y el colauismo de manera inmediata, de lo contrario, únicamente les quedará la deshonra pública.

En Roma, el suicidio estaba prohibido para los esclavos, al ser considerados una “propiedad” de sus amos y porque iba en contra de los intereses de estos. Los soldados eran considerados traidores o desertores y se les confiscaban todos los bienes a favor de la República o el emperador de turno, pudiendo únicamente mantener sus propiedades si se suicidaban antes del juicio, ante una más que previsible condena a muerte, asegurando que los suyos no se quedaban sin nada.

El colauismo considera a los barceloneses de su “propiedad”, por eso nos trata como a sus esclavos o soldados. La diferencia con Roma, es que esto ya no es así. El pueblo tenemos la capacidad de evitarlo, tenemos la llave en las próximas elecciones municipales, y así poder evitar que se prolongue más este periodo negro de la historia de Barcelona y abrir un nuevo ciclo de gobierno en el que el colauismo ya no exista, ni tampoco aquellos que ni tan siquiera han sido capaces de obtener una mínima dignidad política, manteniendo el colauismo hasta el final, en cualquiera de sus formas. Gobernando con ellos, como el PSC; gobernando desde fuera en un “tripartito de facto”, como en el caso de ERC; votando a favor de su investidura como alcaldesa y salvando sus últimos presupuestos a cambio de nada, como en el caso de Valents; pactando a cuatro bandas el impuestazo que supuso para todos los barceloneses el presupuesto del año 2.020, como en el caso de Junts; o avalando las políticas nefastas del colauismo, como en el caso del PP.

Cualquiera de estas opciones supone un nuevo suicidio, no tanto para ellos al carecer de toda dignidad política, sino para los barceloneses y la ciudad, acabando de sumirla en la más absoluta de las decadencias. Más allá de sus palabras, enmarcadas en un periodo previo a las elecciones, tenemos que ser conscientes de sus hechos, y estos son claros, colaboración con el colauismo y ninguna capacidad de redención. Si tenemos claro que el objetivo de las próximas elecciones municipales es acabar con el colauismo y recuperar Barcelona para sus ciudadanos, únicamente existe una opción realmente útil y que no acabe manteniendo a esta especie de dinastía Julio-Claudia, Colau y PSC, apoyada por los patricios romanos, el resto de grupos municipales.

Queremos devolver Barcelona a sus auténticos propietarios, los ciudadanos. Queremos acabar con el desgobierno de los patricios romanos, y en este caso sin levantar las armas ni montar una rebelión liderada por algún general de las legiones romanas o a través de algún complot de la guardia pretoriana. Nuestra mejor arma es nuestro proyecto forjado en los hechos durante estos tres años. Nuestra mejor arma es la política que estamos realizando a pie de calle, al lado de los vecinos y las entidades. Nuestra mejor arma es nuestro trabajo constante alejado de frases vacías. Nuestra mejor arma es nuestra coherencia frente a otros proyectos que representan un experimento, y Barcelona, no se puede permitir nuevos experimentos. Nuestra mejor arma es el acuerdo y el consenso con los verdaderos propietarios de la ciudad, los ciudadanos. Nuestra mejor arma es nuestra dignidad política. Nuestra mejor arma es nuestra utilidad. Nuestra mejor arma es la democracia.

Únicamente hay un grupo municipal que ha mantenido la dignidad política, y que por tanto no tiene que pensar en el suicidio para mantener sus propiedades, o en este caso, la coherencia y el hecho de poder presentarse a las próximas elecciones municipales como la única y verdadera solución para acabar con el colauismo, y ese es el grupo municipal de Ciutadans liderado por Luz Guilarte.