Feliz día de los Reyes Magos más políticamente correctos de la historia de la Humanidad. Ya sin oro, incienso ni mirra, los juguetes de hoy llegan con lenguaje inclusivo, y los de las niñas no se pueden asociar con las tareas del hogar ni a productos relacionados con la belleza. Así lo ordena y manda un nuevo código del Ministerio de Consumo. En su función de entrometerse hasta en la vida privada de las familias, pretende ahora eliminar los roles de género en la ancestral manía de jugar que describió el historiador Johan Huizinga en su Homo Ludens, insuperado e insuperable ensayo sobre la función social del juego. Sin nada sexual, ni sexualizado ni sexista, la Asociación Española de Fabricantes de Juguetes y Autocontrol ha negociado con el Ministerio que encabeza el gran inquisidor Alberto Garzón un nuevo catecismo para la protección y desarrollo de la infancia, a la cual en Cataluña se la enseña masturbarse a lo tres añitos y se les adiestra en las técnicas de la felación desde antes que tengan uso de razón.
Con más de sesenta normas, se establece que todo se hace para “promover y fomentar una imagen plural, igualitaria y libre de estereotipos de los menores”. Así, en un aberrante ejercicio de patriarcado que siempre critican las falsas feministas, hay que evitar que en los juguetes se diferencie si son para nenas o nenes y usar colores como el rosa y el azul para unas y otros. Por el mismo precio y de pasada, las cosas de jugar deben ser modélicas y “estimular un consumo saludable, responsable y sostenible”. Aniquilado el funesto vicio de jugar sin pensar en otra cosa que no sea divertirse, se regula desde la paquetería hasta la iconografía, pasando por las medidas y los segundos de exposición de los juguetes en la tele. Puestos a controlar todo lo imaginable, se regula la presencia en la publicidad juguetera de “personajes que gocen de popularidad entre el público infantil como presentadores o participantes en programas de televisión, personajes reales o ficticios de películas o series, personajes del mundo deportivo o musical o influencers".
Con una moralina y un adoctrinamiento que superan las del nacional catolicismo y al puritanismo de la época victoriana, en tal día como hoy los adultos deberán vigilar el uso que hagan las criaturas de lo que encuentren en las cajas de regalos, no sea que los niños usen los cuchillos de cocinitas como si fuesen puñales, o las niñas las pelotas de tenis para simular que cocinan albóndigas. Cuidado también para que nadie se atragante con el roscón de Reyes, que en catalán el haba tiene connotaciones femeninas y el reyecito en miniatura parece monárquico. En cuanto a las jerarquías y patriarcas podemitas, cabe desear que sus Majestades les dejen carbón del más negro y un orinal con caquitas “saludables, responsables y sostenibles”.