Nadie dijo que fuera fácil vivir ni comunicarse en la Barcelona de Ada Colau, leonera bolivariana donde el Mobile World Congress (MWC) se boicotea todo lo posible, se le contraprograma con una cosa que responde a las siglas MSC, oficialmente Mobile Social Congress, pero, si llamamos con propiedad a las cosas por su nombre, mejor sería hablar de Manda Señales de Humo Colau.

La política no sería tan cara si no hubiera tanta gente cobrando subvenciones sectarias y absurdas. Setem, la plataforma a la que la alcaldesa ha encargado la organización de su Mobile “alternativo”, lleva embolsados más de 500.000 euros en subvenciones desde 2019 solo del Ayuntamiento de Barcelona. Un nivel de drenaje de los recursos de todos al servicio de las quimeras de muy pocos solo comparables a lo que cada año se lleva muerto Plataforma per la Llengua, la entidad que espiaba qué idioma hablaban los niños en los patios de las escuelas, y que ahora ha inspirado los nuevos radares lingüísticos para “cazar” hispanoablantes en Barcelona.

El resultado es que nos cuesta a todos un riñón hacer de Barcelona una ciudad cada vez menos universal, más retrógrada y más cateta. Boicoteando el MWC, la actual alcaldesa cava, más que una brecha, nuestra tumba digital. En un momento en que todo el mundo se pregunta qué va a dar de sí la inteligencia artificial, aquí nos dedicamos a desperdiciar y ofender a la natural. Yo estoy convencida de que hasta votantes de Colau se asustarían si se hiciera mañana una auditoría de todo lo que se gasta el actual equipo de gobierno en Barcelona (collbonistas incluidos...) y, sobre todo, en qué y para qué. Desde luego, si de mí depende, esa auditoría se va a hacer. Palabra de Grau.