Una encuesta dice que Colau y Trias se disputan la alcaldía. Parece claro, un alcalde de derechas frente una alcaldesa de izquierdas. Una que busca la reelección y otro que trata de volver, y salir, por la puerta grande. Dos modelos en un pulso sobre el destino de la Barcelona del futuro. Sin embargo, toda esta tesis está viciada y es engañosa. ¿Por qué? Porque la encuesta ha sido pagada por los comunes que prefieren competir con Trías porque eso les aúpa. Los principales interesados en erigirse como el único muro ante las aspiraciones del neoconvergente. No en vano, Colau buscó la foto con Trías en un restaurante barcelonés. Uno contra otro, como si no hubiera más alternativas, pero con estos movimientos tácticos, la foto, y demoscópicos Colau aspira a arrinconar al PSC de Collboni que despunta en las encuestas cuando no las paga la alcaldesa. Aspira a llevarse el voto útil. Trías juega en esta cancha. Le interesa por el mismo motivo: llevarse el voto útil que proviene de republicanos, socialistas e, incluso, de la derecha españolista de Ciudadanos y populares.

Cuando se identifica al adversario se lucha mucho mejor porque eliminas competencia. Y a esto se dedican en la precampaña Comunes y posconvergentes: a presentarnos los comicios como cosa de dos. A los primeros para poner sordina a su gestión –ampliamente rechazada por los barceloneses– y a los segundos para erigirse en la alternativa del seny para parar los pies a los Comunes. Con ERC en caída libre, con desaguisados de cuidado con las listas de apoyos, ambos van a pescar en un electorado que está huérfano y, sobre todo, que no se identifica con su candidato. La dicotomía Colau-Trías está segando la hierba del que hasta hace muy poco lideraba los estudios demoscópicos. Primera parte con éxito.

Con un protagonista menos, la pugna del dúo trata de poner sombras y niebla en la candidatura de Jaume Collboni. Es, sin duda, el enemigo a batir en unas elecciones que dan un plus al que gane por un voto. Pero no se equivoquen en estos comicios ganar no es sinónimo de gobernar. La mayoría de encuestas sitúan a los tres contendientes en un pañuelo. Los tres pueden ganar pero los de Colau van sin fuelle. Tienen a su electorado muy movilizado y no parece que en el 30% de los indecisos vayan a recabar muchos votos. Trías también. Su irrupción provocó un subidón de Junts per Catalunya y movilizó a los propios, desgajó el electorado republicano y se llevó un botín –15%– de socialistas y populares. Sin duda, puede aspirar a pescar en los indecisos pero la mayoría de sus votantes ya han tomado la decisión. Tanto Trías y Colau saben esto y, por tanto, saben que el que tiene una pista de despegue a su disposición es Collboni. O sea, parece que la cosa no es de dos, porque como dice el dicho no hay dos, sin tres.

El candidato socialista está aquejado por lo habitual en el PSC. Hasta el final –última semana de campaña– sus votantes no se movilizan. Su base electoral está sólida, al igual que la de Junts y Comunes, pero necesita de este votante que se lo está pensando. Por eso, debe postularse como la alternativa. Sus oponentes cierran filas en esta pinza Comunes-Convergentes para evitarlo. La pinza entre la derecha y la izquierda del PSOE no es nueva. Aznar y Anguita ya la protagonizaron y casi lo consiguen. No pudieron alcanzar su meta porque el PSOE es mucho PSOE, y Colau y Trías harían bien recordar que el PSC es mucho PSC y en estos momentos tira el candidato, tira la marca PSC y también la marca PSOE.

Los estrategas de Colau están poniendo toda la carne en el asador para difuminar a Collboni con la aquiescencia de Trías. Por eso, Collboni no debe hacer caso del ruido e ir a lo suyo: marcar perfil propio con un modelo de izquierdas transversal y no sectario. Un objetivo que no debe titubear ante el ruido. Debe centrarse frente al sectarismo ideológico de Colau y la tómbola que ha puesto en marcha el candidato del grupo independentista más radical. Porque por mucho que se ponga de perfil su partido es el de Laura Borrás, Jordi Turull y Carles Puigdemont. Es el partido de cuánto peor, mejor. Es el partido que traga con Trías para recuperar el fuelle perdido. Es su talón de Aquiles que le puede impedir sacar rentabilidad del mundo de los indecisos que no se creen su talante por aquello de aunque la mona se vista de seda mona se queda. Esto es lo que quiere silenciar Trías y por esto juega con Colau a la pinza electoral. Ambos quieren confrontar para poner sordina en sus deficiencias. Parecen puntos débiles diferentes, pero no lo son. Comunes y Posconvergentes están afectados de sectarismo ideológico y han puesto la pinza como el eje central de su “todos contra Collboni”. Un remake de las últimas catalanas “todos contra Illa”, y la cosa fue como fue.