Ada Colau habla de todo. Exige al presidente Sánchez que cuando vuelva a Barcelona venga con la Ley de Vivienda aprobada. Da lecciones a sus oponentes porque su Barcelona tiene los mejores resultados económicos de los últimos 15 años. Defiende a TV3 en la polémica suscitada por la sátira de la Virgen del Rocío. Se pasea eufórica en la presentación de Yolanda Díaz en Madrid. Clama por un acuerdo con Podemos. Se erige como la genuina representante de la izquierda y rompe relaciones con Israel…. Y así podríamos seguir.
La pregunta es: ¿De qué no habla la alcaldesa? Ejemplos, haberlos haylos:
- Caos de Cementiris. Aún estamos por oír disculpas sobre la perdida de una criatura de 22 días. Tampoco pidió perdón ni tuvo palabras amables a las decenas de afectados por el derrumbe.
- Beneficiarios de sus subvenciones, que siempre casualmente, recaen en gentes de su órbita. El último David Companyon. Transparencia, la justa.
- Bunkers del Carmelo. Alcaldesa desaparecida
- Seguridad. Deja al concejal Batlle siempre a pies de los caballos y dice que Barcelona es segura. ¿En serio?
- Limpieza. Otra percepción para la alcaldesa que denota que pasea poco por la ciudad. No sabemos si le suena el barrio de Sant Andreu, es un decir.
- Movilidad de los discapacitados. Después de 8 años dice, sin rubor, que trabajará por una ciudad más accesible. ¿Hasta ahora que ha hecho?
- Energías limpias y ecológicas. Silencio sepulcral después de los fiascos de la energética promovida por Eloi Badia.
- Sequía. Más silencio y sin explicaciones sobre el por qué de los retrasos en la puesta en marcha de la reutilización del agua. Sigue sin hablar de sequía, quizá porque lo chungo vendrá después del 28 de mayo. Y no estará.
- Vivienda. Más allá de la grandilocuencia no explica el fracaso de sus políticas. Los contenedores no son la solución. Las pensiones para realojar a los afectados, tampoco.
- Okupaciones. Siguen y siguen con el beneplácito de los Comunes que incluso ceden locales a buen precio para pesadumbre de los vecinos.
- Motocicletas. Clamorosa ausencia en el debate sobre el futuro de la moto. Una pena porque en Barcelona haberlas haylas, como las meigas.
- Sant Martí. Los vecinos se manifiestan contra la supresión de centenares de plazas de aparcamiento. La alcaldesa de perfil.
- Superillas. Ha tomado la calle del medio sin buscar consenso político, comercial, social y vecinal. ¡Olé diálogo! De momento, gran fiasco circulatorio y calles agraciadas sin tráfico y otras desgraciadas que se comerán el suyo y el de las peatonales.
- Foto privada con Trias en un restaurante. ¿Qué pactó con el candidato de Junts? Dijo el otro día que su formación quería “parar los pies a la derecha”. Entonces ¿para qué se vio con Trias y por qué aceptó el apoyo de Valls?
- Contaminación. Ciudad intransitable, menos espacios para el coche, pero la polución en máximos. Más allá de los cruceros seguimos teniendo un problema.
- Hostelería y restauración. El pulmón económico de la ciudad está al pairo por la alcaldesa. Ella en persona ha rehuido siempre el debate con el sector.
- Barrio de Sant Antoni. Sin comentarios.
- Atascos cotidianos de entrada y salida que afectan a miles de ciudadanos. Su culpa: no ser vecinos de Barcelona y no votar en las municipales.
- Los fiascos del Hermitage o las sedes europeas en Barcelona no están en la agenda de la alcaldesa. Solo el Mobile es motivo de orgullo y a su pesar
- ¿Cuál es su modelo de ciudad? Más allá de las superillas, poco más.
O sea, Colau habla de todo menos de Barcelona. Todo indica que se está preparando para su futuro en Sumar porque rehúye, le cansa y le hastía diría yo, hablar de Barcelona, de política municipal, de barrios, de sectores, de vecinos. Dijo que cuando llegó a la alcaldía iba a poner a los vecinos en el centro de sus políticas. Ha cosechado un gran éxito, sin duda. El 70% de los vecinos están hasta el gorro de la alcaldesa. Saquen ustedes sus propias conclusiones. De momento, la señora alcaldesa se prepara para otros menesteres.