Xavier Trias se ha vuelto a adornar en esta precampaña electoral con otra ocurrencia: la posibilidad de volver a convocar una consulta popular entre los barceloneses sobre la urbanización de la Diagonal, concretamente sobre el trazado del tranvía. La primera genialidad fue anunciar que si el 28 de mayo no consigue la alcaldía tampoco será concejal, se irá a casa.
Mantiene su oposición a que el tranvía cruce la Diagonal por completo de norte a sur --para lo que solo faltan dos kilómetros de obras-- y termine conectando nueve municipios desde el Besós hasta el Llobregat. Si logra ser alcalde, dejaría la última estación en la plaza Verdaguer y la primera en la plaza Francesc Macià, aunque en caso de clamor popular en contra se avendría a poner las urnas.
El neoconvergente recuerda que en 2010 Jordi Hereu interpeló a los barceloneses y que estos dijeron que no. Su interpretación es correcta, pero también lo sería deducir que en realidad fue un rechazo al alcalde de entonces, no tanto al tranvía. Como lo sería invalidar el sondeo teniendo en cuenta que solo se pronunciaron el 11% de los convocados, aunque el 80% de ellos votaron por la tercera opción: no hacer nada.
Lo cierto es que Ada Colau prescindió de aquellos resultados, incluyó el proyecto en su programa de 2015 y desde entonces lo ha empujado con escaso consenso ciudadano, pero con la complicidad tanto del PSC, su socio, como de ERC; o sea, en total dos tercios del plenario. El tranvía contribuirá a expulsar coches de la ciudad, la gran obsesión de los comunes, y es posible que sea el gran motor de su empeño, aunque de cumplirse las previsiones de los expertos la línea completa de 31 kilómetros de tranvía podría transportar una cifra de pasajeros equivalente al 20% de los que utilizan el metro; y una buena parte de ellos aún usuan el automóvil para acudir al trabajo.
Parece poco probable que la ciudadanía entienda que el ayuntamiento deje a medio terminar una obra tan costosa, y menos aún que convoque una segunda consulta sobre el mismo asunto y la misma calle, donde no viven precisamente los barceloneses más desfavorecidos. Puede que pocos se acuerden, pero Trias defendió en su día el trazado completo del tranvía y, además, reivindicaba que había sido su partido a iniciativa del entonces concejal Joaquim Molins quien lo había propuesto en el año 2000. En aquella época, también proponía que el AVE no cruzara Barcelona, sino que conectara la estación de Sants con la de Sagrera a través del Vallés.